domingo, 2 de octubre de 2016

TRAS LA CAÍDA DE PEDRO SÁNCHEZ

   La  abyecta operación de derribo que presenciamos tiene el rango de  un aviso para caminantes. Hay en el terreno de juego unas líneas rojas llenas de pinchos y convenientemente electrificadas. Y lo tremendo del caso, lo más inquietante, es que Sánchez cayó fulminado a pesar de haber puesto buen cuidado en no tropezar con ellas. Dijo que no a Rajoy, cierto, pero no dio un solo paso hacia un entendimiento efectivo con Unidos Podemos y con los nacionalistas periféricos. De lo que se deduce que decirle no a Rajoy es de suyo peligrosísimo. El PSOE no ha dudado en arriesgarlo todo –hasta su digna imagen– con tal de que ni siquiera se le pueda imputar la intención de rozar la alambrada. ¡Tan grave es el asunto!
    Ahora, eliminado Sánchez, el PSOE se dispone a hacer lo que los conspiradores no tuvieron la decencia de declarar con la debida formalidad. Allanarán el camino a un gobierno de Rajoy. Está cantado. En algún momento le fue dado comprender a Felipe González que, con la que está cayendo, una gran coalición PSOE/PP sería la ruina, y se decantó por esta solución, menos arriesgada pero no gratuita.
    Ayer mismo, Eduardo Madina, se hacía el tonto, diciendo que no sabía aun si votaría o no a favor de un gobierno del PP… Se ha puesto el acento en la insensatez, irresponsabilidad y mitomanía de Sánchez, en plan táctico. Pero ahora toca decirle sí a Rajoy según lo acordado, sin obtener nada a cambio, por pura “responsabilidad”. De esta manera tan triste el  PSOE sellará su destino para los restos. Acabará, detalles más o menos, como el PASOK.
    La caída de Sánchez es una prueba más de que el centro político ha desaparecido. Se hace ver que existe, pero qué va.  El PP y el PSOE, y naturalmente Ciudadanos, harán algunos pases por el centro aparente, pero en cuanto a las cosas serias, operarán juntos, en línea acostumbrada, en sintonía con sus pares europeos, en un sistema que se ha desplazado todo él a la derecha.
     La defenestración de Sánchez y el sí a Rajoy  no serán  los últimos servicios del PSOE al establishment. Le hará todos los servicios que hagan falta de aquí en adelante, por eso de la “responsabilidad”, en realidad por seguir enchufado al poder. El problema para los demás es que, contra toda lógica, pretenderá también arrogarse la representación no solo del centro mítico sino de la entera izquierda, confundiendo las cosas y los términos quién sabe hasta qué extremos. De modo que tras la defenestración de Sánchez, Unidos Podemos tendrá que superarse a sí mismo, o seremos muchos en este país los que nos quedaremos sin representación.

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