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miércoles, 27 de mayo de 2015

Y AQUÍ LLEGA LA “IZQUIERDA RADICAL”…

     Al día siguiente de las elecciones, varios escribas orgánicos dieron la voz de alarma, prodigando la expresión “izquierda radical” para definir a las fuerzas que han venido a alterar el mapa político que tanto les gustaba. ¿Se trata de distinguir a los recién llegados del PSOE en dos palabras, por falta de espacio? Ya me gustaría, pero no.
   El empavorecido constructor Villar-Mir acaba de afirmar que se nos viene encima el comunismo, nada menos, en lo que ha venido a coincidir con Esperanza Aguirre, empeñada en hacer creer a las buenas gentes que Manuela Carmena se propone acabar con la democracia en España. Y ahora, a la desesperada, al ver que su frente anti-Podemos no cuajará en Madrid, he aquí que se muestra dispuesta a pactar con Carmena… a condición de que abjure de sus vínculos con los “soviets de distrito” [sic!]. Y leo y oigo que no está sola, que el propio PP, o gente del PP, se identifica con su visionaria estrategia. Confieso que de buenas a primeras me reí; pero ya no le veo la gracia.
    Y no se la veo porque estas burradas dejan al descubierto la mentalidad de una parte muy pesada de la élite del poder, la misma mentalidad locoide y egoísta que tanto daño la ha hecho a este país desde los tiempos de Larra y de Galdós.  Me refiero a la mentalidad que tuvo la ocurrencia de propalar el infame bulo de que el señor Alcalá Zamora era la punta de lanza del comunismo, y esto desde el primer día de su mandato, cuando en este país los comunistas se podían contar con los dedos. La misma que alentó y financió el golpe de Estado de 1936 a partir del punto y hora en que perdió la esperanza de mantener a la República bajo control, es decir, en cuanto vio venir el imperativo histórico de redistribuir la riqueza y acabar con los privilegios incompatibles con la modernidad. La misma que entonces creía que era de lo más normal una sociedad dividida en ricos y pobres, la misma que ahora es incapaz de comprender que este país no quiera prestarse a seguir de rodillas ante lo que está pasando, la misma que en su día descubrió el neoliberalismo y se dijo a sí misma que la desigualdad es natural como la lluvia o el granizo, y esto a su entera satisfacción, aunque tuviera que mandar al diablo el cristianismo del que tanto le gusta farolear.
    Confundir a las reuniones vecinales de Madrid con aquellos soviets constituidos en la Rusia inmersa en la I Guerra Mundial es una animalada, fruto de la incultura y de la malicia. Decir que la señora Carmena es un peligro para la democracia, otra animalada. Designar a las fuerzas emergentes bajo el rótulo de izquierda radical, otra. ¿Se pregunta uno si Esperanza Aguirre y los que piensan como ella saben, siquiera remotamente, qué es una izquierda radical? Me parece el colmo que endosen ese título a lo que se presenta como una izquierda a secas, socialdemócrata en todos sus usos y planteamientos. De aquí a una reviviscencia de una izquierda radical, a la Che Guevara por ejemplo, hay un tal trecho que no es de recibo seguir con la milonga.
    La pretensión de amedrentar a la parte peor informada de la ciudadanía con idea de que Pablo Iglesias es como Chávez y que, por lo tanto, tiene la oculta intención de cargarse la democracia, es sencillamente asquerosa. Porque ni Pablo Iglesias es Hugo Chávez, ni es cierto que el chavismo haya prescindido de la legitimidad democrática.  
    Pero no veo por qué me escandalizo… ¿Acaso ignoro que forma parte de la esencia del neoliberalismo justificarse mediante todo tipo de mentiras de brocha gorda en el prepotente convencimiento de que la verdad no pinta nada en política? Lo que parece torpeza, brutalidad e ignorancia viene en el lote.
    No veo ni el menor peligro para la democracia en las fuerzas emergentes. Al contrario, veo en ellas una esperanza de regeneración del sistema en que habitamos, por ser obvio para mí que un sistema político sin una izquierda  real solo podría ser democrático en una sociedad sin clases que ni siquiera se divisa en el horizonte. En cambio, sí veo un peligro para la democracia en la derecha representada por la señora Esperanza Aguirre. ¡Esta sí que es radical! Esperemos que haya otra derecha, porque esta ya sabemos a qué extremos es capaz de llegar y qué tipo respuesta termina por merecer.