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domingo, 23 de octubre de 2016

LA ABSTENCIÓN INCONDICIONAL DEL PSOE

   Gobernará el PP  gracias a la abstención del PSOE. Como se veía venir. Fin de los pases trileros. Y fin también de la confusión tragicómica en que nos veíamos inmersos, lo que, dentro de lo desagradable, no me parece una mala noticia. En adelante todos sabremos a qué atenernos, lo que nos permitirá orientarnos mejor y en su día, más bien pronto que tarde, acudir a las urnas con menos pajaritos en la cabeza.
     De momento, lo que más llama la atención es el daño que el PSOE se ha hecho a sí mismo. Pero ese daño no es ni mucho menos tan trascendente como el daño que el establishment político tendrá que arrostrar de aquí en adelante. ¿Se acuerdan de aquellas voces del 15-M que identificaban al PP con el PSOE, se acuerdan del “no nos representan”? Pues eso. ¡A ver quién convence ahora a las buenas gentes de que estaban equivocadas, de que erraban el diagnóstico, de que pecaban de injustas!
    Seguro estoy de que el PSOE, viéndose ya en trance de ser engullido por las mismas arenas movedizas que se tragaron al PASOK, hará toda clase de gestos y visajes encaminados a mantener el mito de que se encuentra en situación de seguir representando a la izquierda de este país. Será un espectáculo digno de verse, bien que  de género patético.
   La abstención incondicional a favor de Rajoy, con férvidas invocaciones a la responsabilidad, permite predecir, con muy poco margen de error, lo que cabe esperar del PSOE en el futuro inmediato. ¿Se puede alguien imaginar a este PSOE tan “responsable” ofreciendo una resistencia seria a la políticas austericidas de Bruselas, arremetiendo contra el artículo 135, suprimiendo la ley mordaza o poniendo fin a los desahucios?
     Los asuntos insignificantes serán motivo de desproporcionadas discordias, pero en todos los temas graves, empezando por los recortes, el PSOE le hará el juego al PP, flanqueándolo y apoyándolo. Y esto porque forma parte de su espíritu acomodaticio de toda la vida.  Además,  ya sabemos que el PSOE se ha unido fuertemente al PP en un tema de la mayor trascendencia para nuestro sistema de partidos: PP y PSOE se prefieren a sí mismos bien juntitos, en la batalla contra Unidos Podemos, al que odian por igual. Esto quiere decir que el PSOE, con independencia de lo que diga, se nos ha desplazado todo él hacia la derecha, dejando el otro lado a merced de la fuerza emergente. Y lleva todas las de perder, por la sencilla razón de que ha quedado en evidencia. Nadie, nunca, ha podido gobernar indefinidamente contra el bien común sin causar graves daños sociales y sin acabar mal. El PSOE tiene que vérselas con esta verdad conocida desde el neolítico. Como el PP no ha presumido de socialista tardará un  poquito más, pero a buen seguro que  llorarán juntos sus culpas. 

martes, 9 de agosto de 2016

LA TEATRALIZACIÓN DE LA POLÍTICA

     Tras unos días de completa desconexión, refrescado el  seso por el aire de la montaña, me encuentro el tema de formación del nuevo gobierno en las mismas condiciones. Diría que los señores negociadores, a fuerza de repetirse, ya chochean. Pero los veo metidos en una pésima obra de teatro, siguiendo neuróticamente sus respectivos guiones, escritos hace mucho tiempo. No, no chochean en absoluto, hacen teatro. El problema es que así, haciendo teatro, muy subidos de electoralismo por pura inercia y sin ninguna justificación sensata, es muy difícil que puedan llegar a acuerdos en el plano de las realidades. Todos nuestros problemas, los que nos quitan el sueño, están fuera de su alcance.
     La llamada democracia de audiencia requiere buenos actores y, a ser posible, una buena historia. Contamos con  grandísimos actores desde luego, pero, ¡vaya historia! Nos vienen con una obrilla de evasión cuando el horno no está para bollos. ¿Y a qué se debe este error en la programación, llamémoslo así? A un motivo vergonzoso: la necesidad de ocultar la crudeza de la situación y la ausencia de perspectivas halagüeñas para el conjunto de la ciudadanía.
   He aquí que todos los actores políticos se ven sometidos a un chantaje, con la particularidad de que les da vergüenza reconocerlo. Las idas y venidas de estos día, las especulaciones, los ceremoniales en La Zarzuela, todo eso no estaría nada mal si no fuera por la gravitación de los amos de la situación, los chantajistas de Bruselas y sus asociados. Nadie está a salvo del chantaje, tampoco Unidos Podemos (a pesar de contar en sus filas con el señor Cañamero, insensible a ese mecanismo). Y así no hay forma humana de hacer política con un mínimo de probidad.
    Nadie ignora que pasado mañana, después de haber hecho lo posible por  ayudar al PP a salvar los muebles, los chantajistas recuperarán el tiempo perdido, exigiendo más recortes donde más pueda doler. Tan odiosa evidencia ata a los negociadores de pies y manos.
    El señor Rajoy finge creer que, gracias a sus políticas, nos hemos salvado. Su papel, aunque tosco e indignante, es bastante más fácil que el de Pedro Sánchez, que tiene que ir de farol, prometiendo medidas sociales que no figuran en el guión de los chantajistas (a cuyo servicio operan los prohombres de su partido, los campeones de la acomodación). Unidos Podemos finge posible un gobierno de progreso con Sánchez y hasta se conforma con un papel secundario, todo con tal de no desafiar a dichos señores de manera frontal. ¿Puede hacer el PP al PSOE alguna concesión social medianamente seria encaminada a salvar las apariencias? Claro que no. Los amos de la situación lo vigilan de cerca. Me temo que tenemos teatro para rato, con gobierno o con nuevas elecciones.

     

jueves, 21 de julio de 2016

EN EL 80 ANIVERSARIO DEL GOLPE DE ESTADO DE 1936

     Nuestros mayores pasaron de la alegría del 14 de abril de 1931, fecha del advenimiento de la República, a los horrores de la Guerra Civil. Impresiona que semejante tránsito fuera siquiera posible en tan poco tiempo. Queda  la gran lección de que es insensato hacer política, o dejar que otros la hagan, como si ciertas cosas no pudieran pasar.
     Los excesos del historicismo,  la milonga del fin de la historia y el interés que pone el poder establecido en borrar sus propias huellas nos privan de este tipo de lecciones. Me será dicho que no sirven para nada, que el retorno de la insensatez es lo único que podemos dar por seguro. Sí y no. De hecho, una lección histórica puede pasar de una generación a la siguiente. ¿Cuántos españoles, con la memoria de “aquello” presente, han contribuido a asentar el pacífico modo de ser que hoy nos caracteriza?  Algo se ha aprendido, con independencia de las polémicas de los historiadores y publicistas. Y desde luego que tampoco cabe desdeñar las lecciones particulares, de político a político.
       Recuerdo, por ejemplo, una tardía confidencia de José María Gil-Robles (a quien tengo por uno de los principales responsables de la tragedia de 1936). A la vuelta de los años, en una cena de lo más distendida,  Gil-Robles confesó que había llegado a la conclusión de que su peor error en tiempos de la República había sido negarse a aceptar la Constitución. Manuel Fraga Iribarne, ahí presente, tomó nota y en su momento, haciendo un esfuerzo supremo, aceptó la Constitución de 1978 y presionó a sus seguidores, más bien hostiles, para que hicieran lo propio. Tenía esta Constitución algunos puntos que le  irritaban (eso de la nación de naciones), pero comprendió que lo trascendental era alcanzar un consenso, no fuéramos a descarrilar como en tiempos de la República.
    Estos días, como conviene al aniversario, se ha hecho especial hincapié en los preparativos del golpe y se ha insistido en algunas generalidades. Falta  espacio para las causas profundas del conflicto. Se plantea lo sucedido en términos de una  confrontación entre fascistas y antifascistas. Yo creo que no hay mucho que aprender de esta figuración del golpe y de la guerra civil, como tampoco de la que nos habla de una batalla entre comunistas y anticomunistas. Es un lenguaje de trinchera, muy maniqueo, impactante aún pero de pobre contenido intelectual. Quedan fuera del campo de visión temas tan principales como el enfrentamiento entre lo moderno y lo premoderno, la poquedad del liberalismo español, el deficiente rodaje democrático, la persistencia de la mentalidad autoritaria, las lacerantes desigualdades sociales o la eclosión de un catolicismo violento, un fenómeno que reclama todavía un estudio en profundidad.
     En rigor,  aunque abundasen los derechistas fascistizados a toda velocidad, los fascistas propiamente dichos fueron muy pocos en el bando sublevado. Los antifascistas, por su parte, eran de tan variada condición que el término termina por confundir. Puesto el acento en el carácter fascista de la sublevación, se ha perdido la oportunidad de subrayar que los preparativos del golpe no obedecieron a una pulsión antidemocrática de corte fascista sino a los concretos intereses materiales del intratable bloque dominante. Es probable que en otro contexto, el golpe no hubiera alcanzado una dimensión totalitaria. No cabe duda de que el fascismo le prestó ideas, ceremoniales y modos, pero, amenos a mi parecer, los golpistas obedecieron  a su propia lógica (mas bien irritante tanto para Mussolini como para Hitler).  En cuanto a la aspiración  a  cortar por lo sano, a exterminar al oponente, considerado un bacilo, no era de filiación exclusivamente fascista, como sabe cualquier estudioso del estalinismo. 
     En definitiva, tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, la conspiración antirrepublicana, que venía de lejos, cobró un brío tan inusitado como repentino. Fue entonces cuando ese bloque dominante  tuvo un presentimiento fatal, el de que, ahora sí, la República impondría las reformas,  de buen grado o presionada desde abajo, esas reformas pendientes que fundamentaban su razón de ser,  las mismas que habían sido revertidas o bloqueadas durante el bienio negro. Mientras la derecha conservadora, esencialmente antiliberal y antirrepublicana, pudo controlar importantes resortes de poder y tener a su merced a la República, los eternos golpistas no recibieron estímulos ni cantidades significativas de dinero.
      Ahora bien, en cuanto se vio venir un recorte de privilegios y una  verdadera redistribución de la riqueza de resultas de la victoria del Frente Popular,  ya convencidos de que les sería imposible acceder al poder por la vía legal, los líderes de esta derecha optaron por un golpe de Estado en toda la regla. Las justificaciones retóricas del golpe, que todavía se oyen de vez en cuando, no podían faltar, pues se trataba de encubrir un crudo asunto de poder, algo impresentable en sí mismo.
       La élite de esa derecha no estaba dispuesta a ceder en ningún aspecto, nunca lo estuvo, como comprobó en sus propias carnes Manuel Giménez Fernández, un hombre de rectas intenciones (en cuanto quiso hacer valer lo que él creía que era la doctrina social de la Iglesia se vio duramente atacado por sus correligionarios de la CEDA). De lo que se extrae otra lección válida para todo tiempo y lugar. Cuando de verdad están en el alero los privilegios y los bienes de la elite del poder, es de temer una reacción violenta, cruel y vengativa. Y otra más, obviamente relacionada: la imposición o el mantenimiento de una sociedad no igualitaria solo puede ocasionar, tarde o temprano, una desgracia colectiva. A nuestro favor tenemos una sociedad mucho más homogénea en el plano intelectual y material que la de los años treinta. Pero sería una locura jugar con fuego.

lunes, 11 de julio de 2016

¿HACIA LAS TERCERAS ELECCIONES?


      Nos vemos inmersos en cábalas, admoniciones y cálculos, a ver si hay alguna manera de  salir del impasse político. En más de un sentido, seguimos en las mismas, con los mismos cuadros alérgicos, con el agravante de que los discursos de unos y otros están agotados.
       En una situación normal, sería fácil salir de un impasse de esta naturaleza. El señor Rajoy no tendría más que incluir algunas concesiones a sus rivales para hacerse con los apoyos y las abstenciones que necesita para acceder a la investidura. Pero la situación es anormal. Los malos modos y los sofismas nos están pasando factura precisamente en este trance delicado. Hemos llegado a un punto en el que solo sus fieles le creerían a Rajoy si se comprometiese en sede parlamentaria a acabar con el hambre y con los desahucios, mereciendo otra oportunidad.  La desconfianza, no precisamente infundada, es la reina del corral.
       Y además, Rajoy no está en condiciones de hacer concesiones sociales a quienes han rechazado sus políticas por la sencilla razón de que está comprometido con estas al ciento por ciento. Las más altas instancias vernáculas y transnacionales le han dispensado en estos tiempos difíciles un trato muy benevolente, no por casualidad. Según la agenda de los chantajistas de Bruselas ahora lo que le toca es hacer nuevos recortes y profundizar en las reformas neoliberales. En cuanto sea investido presidente, no tardarán ni un segundo en llamar a su puerta con imperiosos golpes. Esto lo sabemos todos (muchos españoles le votaron precisamente para  obedezca).
    En estas circunstancias anormales, es muy comprensible que el PSOE no se aclare.  Puede acabar como el PASOK y lo sabe. Es lógico que vaya por la línea del menor esfuerzo, arremetiendo contra el PP y contra Rajoy, “el indeseable”. Arremeter contra los chantajistas de Bruselas sería cosa bien distinta. Pero, claro, aquí y ahora el problema es que no se puede acabar con el hambre ni retomar el camino de una sociedad más justa e igualitaria porque esas buenas obras no figuran en la agenda. Problema del que se derivan los demás.
     Pedro Sánchez puede crecerse, puede aspirar a ser visto como un presidenciable de rectas intenciones sociales, porque tal manera de producirse no molesta a los chantajistas de Bruselas, muy conscientes de que con ello cumple su papel en el mantenimiento  de la fachada del sistema. ¡Mientras todo quede en gestos y palabras! Si pretendiese eliminar el infame artículo 135 de la Constitución, si pretendiese abolir la Ley Mordaza o dar marcha atrás a la reforma laboral, ya me contarán lo que le pasaría.  Felipe González sería el primero en considerarlo un completo irresponsable.
      Tal y como están las cosas, ni siquiera le es permitido a Sánchez  acercarse a Unidos Podemos.  Y esta fuerza, por su parte, y no nos engañemos, se encuentra asimismo bajo la pesada gravitación de los chantajistas de Bruselas.  O se pliega a las exigencias de adaptación que le plantea el sistema o se las salta. 
     Por mi parte, yo no creo que de mucho más de sí  esta política del avestruz en la que  incurren nuestros candidatos bajo la atenta mirada de las altas instancias. Y esto porque la gente acabará por darse cuenta. Tiene su gracia que Rajoy vaya de traje y Sánchez sin corbata, tiene su encanto la coleta de Iglesias, al parecer de gran valor simbólico (recientemente contrapesada con un rudimento de corbata).  Pero el fondo del asunto no tiene ninguna gracia. Lo más probable es que nos libremos de una tercera cita con las urnas. Tendremos un gobierno de mírame y no me toques, claramente desgarrado entre la necesidad de no hacerse odiar por la gente y la de servir a los amos de la situación. 

jueves, 30 de junio de 2016

SOBRE IDEOLOGÍA E IDENTIDAD POLÍTICA


     La encuesta de mayo del CIS en lo que se refiere al apartado de identidad ideológica es un documento al que convendría volver estos días. Con perspicacia o sin ella, con bondad o malicia, uno atribuye a los distintos partidos tales o cuales rasgos ideológicos, para toparse luego con estudios como este, que le descubren que su particular apreciación no coincide con el punto de vista de la calle, el cual tampoco se ajusta a lo que los partidos son en realidad. La imaginación política juega un importante papel en nuestros asuntos electorales. La encuesta, que ahora alcanza su pleno significado, no tiene desperdicio. Me limitaré a algunas observaciones.
     Destaca el mayoritario acuerdo sobre la definición del PP, la más inequívoca. A juzgar por sus electores se trata de un partido conservador y demócrata cristiano, con mínimas trazas de ecologismo, feminismo, nacionalismo y progresismo. El sostenido ataque de este partido contra el orden de cosas existente, su ejecutoria nada conservadora, esencialmente contraria a la esencia de la democracia cristiana, no parece haber llamado la atención. Y esa ha sido la fórmula del éxito electoral.
      Yo habría imaginado que tanto el PSOE como Unidos Podemos, detalles más o menos, compartían una posición socialdemócrata en la apreciación de la gente. Y no. Se atribuye al PSOE  cierto contenido socialdemócrata, pero no en grado dominante. Lo dominante en su caso sería el contenido socialista, así, a secas. Una minoría atribuye rasgos socialdemócratas al PP, un grupo notable se los atribuye a Ciudadanos, un grupo no mayor que  el los que proyectan este ideario sobre el Unidos Podemos, mayoritariamente comunista a juzgar por esta encuesta.
      Deduzco que en el imaginario colectivo hay una clara incompatibilidad teórica entre UP y el PSOE.  Y mucho me temo que el propio término socialdemocracia no sea del agrado de muchos, en lo que cualquiera puede ver un gravísimo empobrecimiento intelectual. Solo a la luz de esta encuesta consigo entender que a Pablo Iglesias se le haya reprochado  que enarbolase la bandera de la socialdemocracia y que por ello fuese tildado de tramposo. Al parecer, en su momento el PSOE, queriendo ir de revolucionario, no hizo lo que debía para ilustrar a la gente sobre la razón de ser de la socialdemocracia. Y esta lo ha hecho tan arteramente en la práctica que ya no merece el menor entusiasmo, ni respeto siquiera. Me parece triste. ¿Acaso por la izquierda solo hay dos tremendas fuerzas, una socialista a secas y otra comunista? ¡Menuda alucinación!
   Otro aspecto interesantísimo se refiere a la percepción del liberalismo. Según la calle, resulta que, en cuanto a liberalismo se refiere, el PP, el PSOE, Ciudadanos y Podemos están más o menos empatados, con poco contenido todos. Habría que poner la poquedad de nuestro liberalismo en relación con la brutalidad de nuestros diálogos y, por supuesto, con nuestra historia. Ya sea por un poso franquista, ya sea por el daño ocasionado por la variante neoliberal, el caso es que liberalismo suena tan mal como socialdemocracia. Me resulta angustioso; la poquedad del liberalismo solo puede conducir al absolutismo.
       También es interesante  esta encuesta de mayo porque soslaya el neoliberalismo, como si aquí no hubiera partidos de este signo. Pregunta por el liberalismo, no por el neoliberalismo. ¡Parece mentira!

lunes, 27 de junio de 2016

UNA MEDITACIÓN POSTELECTORAL

      Llevamos tanto tiempo metidos en campaña electoral que se nos ha ido un poco la cabeza. De modo que se entiende la euforia del PP, que ha conseguido un número de diputados muy por encima de lo que cabía esperar. Es comprensible que ya no se acuerde de los votos perdidos por el camino, que saque pecho, que celebre su victoria. El problema, vamos a lo serio, es que este partido no parece haberse hecho cargo todavía de su tremenda soledad, ni de las nuevas circunstancias, en las que no podrá ir ni a la esquina con los modales de ayer.
     Mal asunto, porque al PP solo le sería posible gobernar en minoría, algo siempre difícil, y más cuando se ha despreciado al resto de las fuerzas políticas, cuando se han hecho promesas electorales de imposible cumplimiento y se ha abusado del triunfalismo económico. Se diría que las tristes realidades están a punto de saltarle a la cara. Lo que no es para estar eufórico. Recuérdese la cartita que hace unos días el señor Rajoy le escribió a Juncker, comprometiéndose a hacer nuevos recortes después  del verano. Pues eso mismo.
    Uno comprende también la euforia del PSOE, que se ha librado del sorpasso de Unidos Podemos, pero no me negarán que se trata de una euforia de género tonto, si nos fijamos en lo que ha perdido. En realidad, su descendimiento es una clara indicación de que ya no es un partido hegemónico. Sigue corriendo el peligro de acabar como el PASOK.
    Alguien me dirá que exagero, que los resultados electorales del PSOE lo desmienten. Me temo que es solo cuestión de tiempo. La campaña electoral toca a su fin, y con ella los espejismos. Ahora no le queda otra que elegir. De ir simplemente contra el PP  y contra Unidos Podemos no se puede vivir. Allí están el artículo 135, la ley mordaza, los desahucios, el TTIP, etc. Eso de ir de socialdemócrata en teoría y de neoliberal en la práctica no es posible. Y para colmo, todo indica que si se inclina hacia la acomodación al estilo Felipe González, perderá  apoyos por la izquierda, y que si opta por jubilar a este y todo lo que representa, puertas giratorias incluidas, entonces pondrá en fuga a los que creen que se debe poner una vela a Dios y otra al diablo, mucho más numerosos de lo que parece. ¡Menudo dilema!
    Y por último, es muy compresible la decepción de Unidos Podemos. ¡Perder un millón de votantes! Hay que tener en cuenta el fuego cruzado de todos los demás, pero también que hace solo seis meses ni con esas fue posible contener el fenómeno. Se impone una autocrítica en profundidad. Parece que ha asustado a unos y desencantado a otros.
     Vistas las cosas sin euforia ni decepción, ¿habría sido tan maravilloso para Unidos Podemos ganarle al PSOE, o incluso ganarle al PP por los pelos? Me temo que no, porque una cosa es jugar a seguirle el juego al establishment, la especialidad del antiguo duopolio,  y otra muy distinta enmendarle la plana. La sola idea de que se pueda aspirar a tal proeza en solitario, con un puñadito de votos a favor, o con el apoyo del PSOE precisamente y también por escaso margen, me parece demencial, francamente. Es muy probable que más de uno haya modificado su voto por no querer contribuir a semejante delirio.
     Ya sé que hay problemas urgentísimos, como el hambre, los desahucios y la pobreza energética, pero más nos vale que su solución no dependa de asaltar los cielos. En mi humilde opinión, creo que Unidos Podemos haría bien en renunciar a dar la batalla por el poder, ni así fuera solo por una silla. Esto a juzgar por el resultado electoral, por lo harta que está la gente de tanto sofisma, por esos problemas urgentísimos, por la obvia necesidad de sanear el sistema y no fastidiarlo más, y también por la que se nos viene encima. Me refiero a recortes y chantajes de la peor especie, cuya responsabilidad debe recaer íntegramente sobre los culpables, que deben ser desenmascarados como tales. Para lo cual hace falta precisamente una oposición seria y veraz, no pringada en el negocio. Y ese poder para ser una oposición así es justamente lo que las urnas han otorgado a Unidos Podemos.

domingo, 26 de junio de 2016

A PROPÓSITO DEL BREXIT


    Incertidumbre, lamentaciones, pánico también. El brexit no es una buena noticia, tampoco para los europeístas indignados, entre los que me cuento.
     Hay quien imagina que lo sucedido puede dar lugar a una reacción inteligente por parte de los amos de la Comunidad Europea, a los que se supone interesados en evitar su desintegración. Yo no lo tengo claro. Hubo muchas señales de alarma, y como si nada. Si tomamos en consideración las razones esgrimidas para el brexit, incompatibles con un proyecto común, la desintegración ya ha dado comienzo. El auge del nacionalismo de corte xenófobo es de por sí una señal de que a esos señores la cosa se les ha ido de las manos.
     Las autoridades se han empleado a fondo, han movilizado al completo su maquinaria mediática, han metido todo el miedo que han podido en las conciencias, y nada. Los del brexit como si oyeran llover. Pérdida de autoridad se llama esto. Llegará el día en que las buenas gentes harán, por norma, lo contrario de lo que se les pida. La mercadotecnia política empieza a dar muestras de agotamiento. De ello no se sigue una mejor comprensión de las realidades, lo que no dudo en atribuir al daño intelectual acumulado.
      Las gentes del dinero  pondrán en orden sus asuntos de aquí a poco gracias a la complicidad de sus pares del otro lado del Canal y de allende el océano, e incluso ganarán aun más. Sospecho que ni siquiera habría habido referéndum en ausencia de tan obvia perspectiva. A fin de cuentas, a pesar de haber lanzado por la borda gran parte de su contenido social y ecológico, la Unión Europea todavía es  un estorbo desde la óptica de los tiburones más impacientes y feroces.
      Los que se van a llevar una sorpresa tremenda, precisamente por no contar con dichos tiburones, son los partidarios del brexit. Descubrirán que sus asuntos no mejoran, que sigue haciendo falta mano de obra extranjera, etc. Descubrirán, imagino que con espanto, que el Reino Unido está tan desnacionalizado como el que más, que  tal cosa no se remedia por el simple procedimiento de independizarse de Bruselas, descubrirán que el poder no les sirve a ellos sino una minoría transnacional, que ese poder no respeta a nadie, tampoco a los compatriotas, no menos apetitosos que los pakistaníes de tercera generación; descubrirán, en suma, que la han fastidiado, no ahora sino hace décadas.
       Una  de las peculiaridades del neoliberalismo: si por un lado aspira a llevar hasta sus últimas consecuencias la globalización, para la cual la desnacionalización es un requisito, por el otro no tiene mejor idea que atacar el internacionalismo ilustrado y a la idea misma de humanidad, atizando divisiones, excitando lo religioso, lo étnico e incluso lo racial, haciendo llamamientos a lo comunitario, burlándose del multiculturalismo y sus razones. Ya estamos viendo con qué resultados y, de seguir así, veremos cosas mucho peores.
    

miércoles, 22 de junio de 2016

LOS FANTASMAS DEL 26-J


     No sería nada raro que la segunda vuelta electoral dejara las cosas más o menos como están.  Lo que no está como siempre es el sistema político. La crisis económica, como era de prever,  ha terminado por afectarle negativamente, y no cabe esperar de las urnas ningún efecto terapéutico a juzgar por los dichos y los hechos de unos y de otros. El daño no ha sido cuestión de un día, y tampoco lo será la curación.
     He aquí la anomalía: tanto el PP como el PSOE actúan como si aquí no hubiera pasado nada, como si fueran unos santos.  El PP se produce como si todavía conservase su mayoría absoluta, repite los mantras de ayer, saca brillo a su victoria de diciembre, va de sobrado, como si se bastase a sí mismo para gobernar. No otra cosa hace el PSOE, aunque ya no las tenga todas consigo. Pedro Sánchez se muestra beligerante a derechas e izquierdas, tratando de afirmarse en un centro que ya se le ha desvanecido bajo los pies.
     Como el PSOE ha ido de partido de izquierdas, es muy comprensible que el electorado le haya pasado factura antes que al PP, pero ambos se encuentran en el mismo desfiladero,  cuesta abajo en su rodada. Es cuestión de tiempo que este reciba un castigo que dejará pequeño al de diciembre.
     Salvo reacciones geniales, el PSOE acabará como el PASOK y el PP como Nueva Democracia. Y conste que un entendimiento entre los dos después del 26-J no sería una genialidad sino un acto de desesperación.
      Se dice que el problema radica en la incompatibilidad entre Rajoy y Sánchez, pero no; es un problema de fondo. El problema es que estos partidos ya no representan a sus respectivos votantes, una desagradable evidencia que se abre paso poco a poco en las conciencias.  Tal es la consecuencia de haber tomado como propio el infumable programa que ha acabado con el sueño europeo. Han hecho suyo ese programa elitista; no tienen otro. Se dejan llevar, nada más, el PP con mucho gusto y el PSOE con disimulo. Y ha pasado lo que tenía que pasar.
     Desde la noche de los tiempos, desde la remota época de las jefaturas, es sabido que no se puede gobernar a favor de una minoría y en detrimento del común  de los mortales sin acabar mal. O el PP y el PSOE rectifican, o acabarán como sombras de lo que fueron. Y no hay más que ver cómo han reaccionado ante la recomposición de la izquierda propiamente dicha para concluir que carecen de recursos políticos para sobreponerse  a la adversidad.
    La  manía de meternos miedo con lo que podría hacer Unidos Podemos o con lo que podría pasar si Pablo Iglesias llegase a la Moncloa es algo más que una vieja artimaña electoralista.  Revela una ausencia de autocrítica que da grima, pésimos modales políticos y un vacío mental que hará historia. Resulta patético que le pidan a Unidos Podemos precisamente lo que ellos no tienen.
    Al parecer, el PP y el PSOE todavía no han reparado en que hay millones de españoles les temen bastante más que a Unidos Podemos. A estos españoles ya no se les engatusa con milongas macroeconómicas  ni  se les conmueve con declaraciones de principios incumplidos. Aunque solo fuera por la existencia de estos votantes, el PP y el PSOE deberían mostrarse más respetuosos. Y hay que tener en cuenta, además, que de no mediar esta izquierda, ellos habrían terminado de perder el sentido de la realidad. La normalización de nuestro sistema democrático no depende solo del buen hacer de Unidos Podemos. A ver qué hacen ellos.

jueves, 26 de mayo de 2016

QUERIDO JEAN-CLAUDE

    Leo en el periódico la carta que Mariano Rajoy le envió a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, fechada el 5 de mayo. Curioso documento, a saber si hecho público por una infidencia maliciosa o deliberadamente, como parte de la campaña electoral. Me inclino a creer lo segundo.
      La carta me da la impresión de estar dirigida a Jean-Claude, buen amigo, y de paso, como lección de ortodoxia, a los seguidores del presidente en funciones. Para pedirle un favor a Juncker, bastaba medio folio, y la carta tiene cuatro.
      Rajoy presume de su amistad con Juncker y de sus formidables logros económicos. Quiere disculparse por no haber cumplido el objetivo del déficit, una marchita en su expediente. No se le puede reprochar por  ser el primer defensor del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.  La culpa recae, nos dice, en la “ralentización del crecimiento mundial”, en las repetidas citas electorales, causantes de algunos desmanes económicos en las administraciones que no dependen de su control. Ruega a su querido Jean-Claude que España no sea castigada. Pide tiempo.
   “Una vez que haya un nuevo gobierno, estamos dispuestos a tomar nuevas medidas” [de ajuste], “en la segunda mitad del año”.  Nótese que Rajoy está tan identificado con ese nuevo gobierno que le sobran las reservas y los matices. Y esto me parece dirigido al consumo interno, pues he de suponer que el señor Juncker no ignora que la situación es más compleja (me temo que la promesa podría irritarle a tenor de las circunstancias).
     También para consumo interno me parecen los párrafos en que Rajoy presume de sus éxitos. Se felicita por su “intensa agenda de reformas”, muy en particular por la reforma del mercado de trabajo. Es admirable lo que ha conseguido en solo cuatro años: “Hemos pasado de perder bienestar, empleo y confianza a mejorar la situación social, crear empleo y tener nuevas expectativas de futuro”.
    No creo que con semejante frase entresacada del argumentario genovés  Rajoy pueda aspirar  a ilustrar y conmover la conciencia del muy curtido señor Juncker, a quien imagino algo impaciente, con una media sonrisita algo sarcástica. ¡Hay que ver este Rajoy!
    Ahora se crea empleo “a ritmos muy intensos”. “El crecimiento español es equilibrado”, de “base sólida”, “sin endeudamiento exterior”…   La economía española es ahora “competitiva”, se crean empresas, etc.
     Suena cínico, con Juncker en el ajo, o podría tratarse de un caso de ingenuidad y entonces cabría imaginar la preocupación del aludido Juncker. Una cosa es mentir y otra creerse las propias mentiras. Este Rajoy parece estarse pasando de la raya. ¿Es que pretende quedarse conmigo?
   Enumerados los logros de Rajoy –y esto es lo grave– queda demostrada la bondad de las políticas aplicadas por orden de Bruselas. No dudo de que a Juncker le gusta que así se exponga y así parezca. Y no dudo de que le habrá hecho cosquillas la siguiente frase de Rajoy: “Ambos compartimos que, tanto la estabilidad de la zona euro como la mejora del bienestar social son objetivos esenciales de la política económica de la Unión Europea”.
    ¿Cinismo o ingenuidad?, se pregunta uno otra vez. Venirnos con el sofisma de que el austericidio apunta al bienestar social es el colmo, y más en una carta oficialmente dirigida al señor Juncker, el organizador del centro de evasores corporativos radicado en Luxemburgo. ¡El austericidio como panacea universal al servicio del bien común! En fin, gracias a esta carta, quedan expuestos, en negro sobre blanco, los objetivos esenciales,lastimosamente contradictorios.

lunes, 23 de mayo de 2016

Y EL 26 DE JUNIO, ELECCIONES GENERALES

     Ya cansado de los acuerdos imposibles y los juegos de prestidigitación  política, irritado incluso, enfilo con mis expectativas por la breve recta que conduce a las urnas. Confieso que tengo que hacer un considerable esfuerzo para reconocer lo obvio, a saber, que el 26 de junio tendrá lugar una cita electoral de la mayor trascendencia. No será una cita más en una situación de normalidad. Los resultados y la evolución de los acontecimientos pondrán a prueba la salud de nuestro sistema democrático y, al mismo tiempo, determinarán nuestro rumbo en asuntos mundiales gravísimos. Piénsese en el monstruoso peso de la deuda, en el vaciamiento de la hucha de las pensiones, en el artículo 135, en los recortes en educación y sanidad previstos para después de estas elecciones, en la miseria ciudadana y, por supuesto, en el TTIP.
     Desde el 20-D hasta la fecha, la única novedad de relieve ha sido la alianza de Podemos, Izquierda Unida y Equo, una fuerza cuyos límites no hay manera de calcular por adelantado, pero que por su sola existencia representa una aclaración de los términos de la batalla política en que nos vemos inmersos. Podemos ha dejado de jugar a la gallina ciega, ha renunciado a dárselas de centrista, o de pícaramente indeciso, para asumir la representación que ya le atribuían tanto sus adversarios como el grueso de sus seguidores, a saber, la representación de los votantes de la izquierda real.
      El nombre Unidos Podemos oculta la palabra izquierda,  pero ya da igual.  Sobre esta fuerza caerán  todos los proyectiles del repertorio neoliberal. Será tildada de comunista, leninista, trotskista, chavista, madurista y demás, se ponga como se ponga. A mi modesto entender lo peor que puede hacer es dar la menor señal de sufrir algún complejo de inferioridad. (Apréndase de la derecha, que de acomplejada  por motivos más que sobrados pasó, tras repetidos baños en asertividad, a no dudar ni de sus mentiras y  a presumir de una buena conciencia a toda prueba.)
     Como ya he dicho alguna vez el centro del espacio político no pasa de ser una ficción electoral. El centro es hoy una delgada tierra de nadie. De un lado, el frente neoliberal, del otro un frente antineoliberal. Ya le gustaría a uno que hubiera más variedad, pero no la hay. Lo que hay es temor. Y se votará bajo la influencia del temor, perfectamente justificado por otra parte. 
     Habrá quien vote al PP por miedo a lo desconocido y por creer que si se está incondicionalmente de parte del poder universal uno será objeto de trato preferente. Esta versión del síndrome de Estocolmo explica, en parte, que varios millones de españoles hagan la vista gorda a la corrupción y a los síntomas de narcolepsia.
    Habrá quien vote al PSOE con la esperanza de que a fuerza de compadreos con dicho poder, acierte a arrancarle unas migajas. Y naturalmente, algún votante habrá que votará a Ciudadanos imbuido de la misma ceguera, acaso con la esperanza de que Rivera sea un neoliberal más consecuente que Rajoy y, por lo tanto, aun más grato a los ojos de la Troika. Me refiero, claro es, a votantes que todavía no terminan de creer que el aludido poder pueda estar tan loco como para conducirnos a la ruina a todos, también a sus cómplices.
    Quienes temen a Unidos Podemos tienen, como se ve, tres opciones, y cabe pensar que son numerosos, como también son muchos los que votarán a esta opción en busca de algo que oponer a la galopada neoliberal.
    Ni qué decir tiene que también el votante de Unidos Podemos pasará por momentos de prueba, de temor. Temor a que Iglesias y los suyos se queden cortos o se pasen, temor a la reacción de poder, temor a un chasco como el de Syriza. Así pues, el temor que hasta ayer mismo se cebó en los negociadores, ahora ha vuelto a los votantes. Lo que no se detecta es ilusión. 

jueves, 14 de abril de 2016

DANDO LARGAS POR PURO MIEDO...

      Las idas y venidas para la no formación de gobierno revelan un miedo cerval  a quedar al descubierto como lo que se es. Se reprocha al PP que se limite a escurrir en bulto; pero a sus oponentes,  aunque parezcan más activos, se les puede hacer el mismo reproche.
     Se masca  un doble miedo, a perder votos y a  las reacciones de los poderes fácticos  locales y transnacionales. No es de extrañar que estemos donde estábamos ( y donde estaremos también mañana, y después de una eventual repetición de las elecciones). No se trata de miedos paranoicos.
      Para entender lo que nos pasa hay que tener presente la gravitación de la Bestia neoliberal, una máquina de destruir partidos y sistemas políticos. La situación de impasse no obedece a simples desavenencias personales ni a una ridícula pelea por las poltronas. Es el resultado de un oscuro fenómeno de poder, completamente patológico, para nada democrático, propio de estos tiempos de radical envilecimiento.
     Los acuerdos políticos entre fuerzas políticas distintas solo son posibles en función de los  altos intereses comunes. Pero  no hay manera de llegar a ellos cuando tales intereses, por la misma fuerza de los hechos, se han visto suplantados por los rastreros intereses de la Bestia neoliberal.
     Declararse a favor de la Bestia y levantar grandes olas de repugnancia viene a ser lo mismo. Declararse en contra de ella, le hace a uno merecedor de conmiseración, pues tal parece la mejor manera de provocar sus instintos carniceros, perspectiva que solo seduce a un puñado de valientes.  
     Declararse en parte a favor y en parte en contra, le hace quedar a uno como un tramposo o, en el mejor de los casos, como un estúpido. Se entiende que nadie quiera mostrar sus cartas, que se pierda el tiempo en cominerías, que ni se mente el artículo 135 de la Constitución, que no se hable ni del TTIP ni del TiSA, ni de los emigrantes, ni de  nada trascendente.
     Si el PP se declarase decidido a seguir bailando como un oso de feria al compás marcado por la Bestia, como hizo hasta la fecha,  acabaría políticamente en la ruina, en situación peor que la de Nueva Democracia. Su neoliberalismo hace tiempo que perdió la pátina de novedad y ya todo el mundo sabe que sirve en exclusiva a los intereses de una minoría de bandidos cuya pretensión es  retrotraernos a lo peor del siglo XIX.
     La hora de prometer no sé que capitalismo popular, no sé que sociedad de propietarios, no sé que bondades  del libre mercado, de las privatizaciones y de la propia austeridad, todo eso ya quedó atrás.  La Bestia, que ya no engaña a nadie. Ha agotado sus recursos de marketing. Ahora va a actuar por las bravas, como hizo en Grecia. Por lo tanto, mejor callar: eso no se puede decir. Vamos, que ningún canalla presume de serlo. Y por eso guarda silencio el PP, como callan los empresarios y los especuladores (cuyo autodominio verbal en estos momentos nos indica que son los primeros en saber que no les conviene expresar sus auténticos deseos).
    La situación del PSOE y  Ciudadanos no es menos patética: creen de sabios poner una vela a Dios y otra al diablo. Se las arreglan para que solo veamos sus lindas intenciones sociales, enmascaran su repulsiva fidelidad a la Bestia. Seguro estoy de que tan tremenda contradicción los destrozará. La creencia de que desalojar a Rajoy  equivale a tener un programa “de progreso” es de género tonto. No resistirá el primer empujón de la dura realidad. 
     El caso de Podemos es más complejo, pero tampoco está exento de patetismo. Sobre él pesan los mismos miedos incapacitantes. Ha jugado y pretende seguir jugando a la "centralidad".  Se supone que lo mejor es vestirse de oveja,  por aquello de que las elecciones las deciden los votantes de centro.  Al parecer, es cierto por lo que se refiere a las circunstancias normales,  pero, ojo, porque las de ahora no son normales en absoluto. Que yo sepa, además, a estas alturas ya nadie se fía de las ovejas.
     Podemos da una de cal y otra de arena,  propina coces y amaneradas cortesías  en plan metódico, otra forma de marear la perdiz. También este partido tendrá que elegir. En la actual situación, aunque la aglomeración en el espacio central se preste a engaño,  no hay centralidad que valga. Ya lo veremos pasado mañana, en cuanto se agote la paciencia de los chantajistas de Bruselas.
     En definitiva, o Podemos paga el precio de la domesticación y se gradúa en acomodación, o tendrá que de estar a la altura de las expectativas ciudadanas que le dieron vida, de las que precisamente depende su supervivencia y su crecimiento. No hay término medio.  A diferencia de los otros partidos mencionados, Podemos nada perderá si lo reconoce de una vez por todas.
     O con la Bestia o contra ella. Y como la Bestia, implacable en eso de que conmigo o contra mí, ya sabe que Podemos no nació para darle el gusto ni en público ni bajo cuerda, este partido se engañaría a sí mismo si creyese posible y ventajoso camuflar su razón de ser. ¿Qué ganaría si dejarse pervertir, quizá en nombre de una responsabilidad mal entendida, por los miedos que atenazan a los demás? Nada. Como esos miedos amenazan con reducir nuestra democracia a una mascarada lamentable, bueno sería que por responsable se entendiese el comportamiento de aquel que no se dejase manipular por ellos.

viernes, 8 de abril de 2016

EL COLMO: SEGUIMOS DE “NEGOCIACIONES” PARA FORMAR GOBIERNO…

    Como era de prever, el PSOE, Ciudadanos y Podemos han sido incapaces de entenderse. Ahora parece que Pablo Iglesias consultará a las bases de Podemos para que sean ellas las que decidan si se debe o no  dar vía libre al proyecto del PSOE y Ciudadanos. Que nadie desee ser considerado responsable de que se vaya a nuevas elecciones no es estímulo  suficiente para que unas negociaciones de este tipo lleguen a buen puerto. Los señores negociadores deberían renunciar a esta modalidad política de avestruces, sacar las cabezas de sus respectivos montículos y reconocer de una vez que no van a entenderse nunca con movimientos del trasero que ya empiezan irritar a los bienpensantes y a los indignados por igual.
     Yo opino que Podemos debería allanar el camino a un gobierno PSOE-Ciudadanos basado en el acuerdo programático suscrito por estas dos fuerzas. Mas vale pájaro en mano que ciento volando.
     Es cierto que ni siquiera sobre el papel se puede considerar estupendo  ese acuerdo. Como ha sido pergeñado para no perder votos, entre una cita electoral catastrófica y una posible repetición de las elecciones, como se redactó con la vista puesta en atraer a Podemos,  no es lo que se dice de fiar. Si se llegase a un gobierno PSOE/Ciudadanos, lo más probable es que sea pulido hasta la desfiguración.  Ahora bien, no por ello es completamente despreciable en estos momentos: contiene ingredientes mejores que el tremendo más de lo mismo que nos espera si Sánchez se estrella. 
     En su pacto con Ciudadanos, el PSOE  ha dejado ver hasta dónde es capaz de llegar. Quiere moverse dentro del terreno de juego convencional, sin saltarse ningún límite, y eludiendo cualquier confrontación directa con los amos del cotarro, tratando, al mismo tiempo de recuperar apoyo electoral entre las numerosas víctimas de estos, escondiendo, de cualquier manera y con muchas sonrisas, lo contradictorio de ambos propósitos. Pedirle que se comporte como una izquierda seria es pedir peras al olmo y, además, así está en su papel, para felicidad del grueso de sus votantes.
     Ya es mucho que Sánchez haya preferido ir del brazo de Rivera y rechazar Rajoy (como es mucho que Rivera haya preferido a Sánchez). Y visto lo visto, ¿qué sentido tiene forzar a esta pareja a ir más allá de sus posibilidades? Yo no le veo ninguno, como no le veo ventaja alguna a los insultos oportunistas, que están envenenando la atmósfera del público espectador.
     En cambio, le veo el sentido y la gracia a dejar que el PSOE y Ciudadanos se muestren como lo que son. Que expongan de paso a la vista de todos la futilidad de cualquier oposición blandengue contra el orden de cosas establecido. Eso, que jueguen el juego de la acomodación que tan bien conocen. 
      Si Podemos diese vía libre al tándem PSOE/Ciudadanos no solo conseguiría desalojar al PP del poder. Porque también ampliaría el campo de la izquierda propiamente dicha, única beneficiaria política de los palos que se avecinan. ¿Acaso le conviene pringarse en un gobierno débil obligado a vender como deliciosos  los recortes que figuran en la agenda de Bruselas? Yo creo que no, francamente.  Si uno piensa en los desafíos que se nos vienen encima, sería muy de agradecer contar, por lo menos, con una oposición seria, bien organizada, coherente, libre de compromisos incompatibles con su esencia, capaz de decir verdades como puños y, por lo tanto, en situación de ser creída,  perfectamente diferenciada de lo que se ha dado en llamar "la vieja política".  A buen entendedor pocas palabras: “más vale retroceder un palmo que avanzar un milímetro”. Es una cuestión de estrategia.

viernes, 18 de marzo de 2016

¿INHUMANOS O POSTHUMANOS?

     Europa se desliza, a cámara lenta, hacia la barbarie de sus tiempos más oscuros. Y esto, me digo, solo puede ser así por el olvido de sus antecedentes peores, en parte atribuible a los relevos generacionales, pero sobre todo a la recaída en el sórdido darwinismo social que inspiró al mismísimo Hitler, la clave de arco de la mentalidad neoliberal.  Hay varias hornadas de europeos formateados en función de los intereses neoliberales, poco o nada interesadas en la historia y sus lecciones, claramente desprovistas referencias morales y filosóficas de altura. No estamos simplemente, como uno quisiera creer, ante unos dirigentes de muy baja estofa moral. El mal habita en incontables europeos, no solo en aquellos que son víctimas del lepenismo y sus variantes. Hay miles de presuntos liberales que están en la misma onda, más o menos disimuladamente. 
    Las criminales políticas de los chantajistas de Bruselas en Grecia, ¿habrían sido posibles de no contar con el apoyo tácito de incontables europeos  bienpensantes? Lo dudo. Como dudo de que, sin considerable apoyo de clase bienpensante se pudiese seguir maltratando a los refugiados que llaman a las puertas de Europa en demanda de protección y asilo.
     A propósito de la idea de enviar a los refugiados a Turquía se me ocurrió decir, en una reunión, que me subleva el propósito de crear allí un campo de concentración gigantesco. Los reunidos saltaron como víboras.
     Es una buenísima idea, me dijeron, para limpiar las calles de Europa, para hacer posibles las devoluciones en caliente, para seleccionar después a los refugiados auténticos, que son pocos…
   El razonamiento: como los auténticos refugiados son pocos (?), no hay problema en asimilarlos, el problema es la avalancha de pillos, de individuos que quieren vivir bien a nuestra costa… A continuación, hablaron de la gentuza, de los peligros del “efecto llamada”, de las alemanas acosadas y violadas, de la infiltración terrorista, todos de acuerdo en que aquí no hay sitio, de que Europa tiene derecho a defender su modo de vida.
    Ya no me sorprendió que celebraran las alambradas, los muros, la acometida de los buldozers contra el jungla de Calais, las multas contra las acciones humanitarias a título individual, las políticas de Cameron, etc., etc. Intenté recordar la responsabilidad de Europa en las demenciales guerras y expoliaciones que han tenido este drama por consecuencia. ¿Responsabilidad?, se enfadaron. Ninguna responsabilidad:  hay pueblos atrasados, semibárbaros, medievales, a los que es contraproducente tratar de ayudar.
      Era una reunión de personas ilustradas y viajadas, antaño aparentemente progresistas, y  sentí náuseas:  Hablaban de los emigrados como otros, en su día, hablaron de los indios pieles rojas o de los judíos. ¿Inhumanos o posthumanos, de qué van estos europeos de mediano pasar? ¿De dónde sacan la estúpida creencia de que el sistema que maltrata a sirios, afganos, libios, iraquíes o lo que sea, tendrá a bien protegerles  a ellos de la barbarie que forma parte de su abecé? Encima de malos,  merecedores de un cero en empatía, los tengo por unos  imbéciles.

lunes, 7 de marzo de 2016

CREO QUE PODEMOS SE HA EQUIVOCADO

    Por lo visto no soy el único que tiene esta impresión en el campo de quienes no somos afectos ni al PSOE ni a Ciudadanos.  Íñigo Sáenz de Ugarte reprocha a Podemos su “maximalismo”. El profesor Juan Torres López, coautor del borrador de un posible programa económico de Podemos, ha dejado una bien razonada constancia de su incomodidad. El fiscal Villarejo se ha dado directamente de baja del partido, en señal de protesta.
      Iglesias y Errejón anuncian ahora que tienen –que siempre han tenido…– la “mano tendida", pero que yo sepa, la política del patadón y la mano tendida nunca ha funcionado. Y no le va a funcionar a Podemos, como tampoco a Rajoy, que acaba de anunciar, como gran cosa, que “esta semana” tendrá a bien llamar a Sánchez, como si aquí no hubiera pasado nada.
      Por el lado izquierdo no se suelen tomar en consideración dos hechos de la mayor relevancia. El primero  es  que el entendimiento entre Sánchez y Rivera comporta  la exclusión de Mariano Rajoy y, de últimas, su jubilación.  Este no era el guión de la Gran Coalición. Estamos ante una novedad que merece ser alentada en la medida de lo posible, no vaya a ser que el rajoyato se prolongue de una forma u otra como consecuencia del desdén de la izquierda. 
     Otra novedad es, desde luego, el texto del acuerdo firmado por los líderes del PSOE y Ciudadanos. Si estos no han querido bailar como osos en la feria monotemática del PP, es evidente que sí han querido ganarse la aprobación de los parlamentarios de la izquierda. De hecho, el documento que firmaron tiene tantos mimbres socialdemócratas que con toda razón el señor Rajoy puede decir que su política económica se iría al carajo en caso de aplicarse.
     Por descontado que ese documento no colma las aspiraciones de la izquierda, pero algo es algo, un indicio significativo, no el único, de que los tiempos están cambiado y de que los viejos mantras neoliberales ya no funcionan, admisión que por venir de partidos del mismísimo establishment merece interés y aliento, no desdén.
     Por descontado que Ciudadanos no ha cambiado de piel. Por descontado que el PSOE tendrá que hacer muchas cosas más para reintegrarse a la órbita de una izquierda seria, pero, ¿qué se gana desdeñando la propuesta? ¡Solo dañar a los líderes de Ciudadanos y del PSOE, dejarlos a los pies de las facciones más cerriles de sus respectivas formaciones y darle el gusto al IBEX y a los chantajistas de Bruselas!   No tiene gracia.
      Para colmo,  ya puesta a desdeñar ese acuerdo y a confundirlo con los gustos de la Gran Coalición, la izquierda se expone tontamente a que la tilden de intransigente e insaciable, de proceder maquiavélicamente, de jugar al cuanto peor mejor, y otras cosas por el estilo, encima sin ningún beneficio conocido.
     A quienes verdaderamente beneficia el desdén de la propuesta de Ciudadanos y el PSOE es a quienes desean continuar la galopada neoliberal a cara descubierta. Y me parece muy mal rechazar que otro gobierne en base a ese acuerdo habida cuenta de que la izquierda propiamente dicha carece la fuerza necesaria para gobernar por sí misma en estos momentos (lo que quizá sea una suerte, desde luego que nada fácil de reconocer como tal).  El horno no está para bollos. Y hasta podría ocurrir que, obligada a gobernar antes de tiempo, esta izquierda acabase pergeñando un programa de gobierno más o menos similar al que nos ha sido propuesto. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

LO BUENO Y LO MALO DE LA SESIÓN DE NO INVESTIDURA

    Lo bueno es que  por fin nuestros representantes muestran sus cartas en el Parlamento; y lo malo es que esas cartas vienen mal dadas: cualquier entendimiento posterior olerá a cuerno quemado, a chapuza contra natura. Las fuerzas que a izquierdas y derechas  han sido llamadas a refrendar la investidura de Pedro Sánchez han pegado tan duro y a la cabeza que no hay manera de imaginar un entendimiento futuro entre  apalizados y apalizadores.
     Como hemos visto, la propuesta de Pedro Sánchez y Albert Rivera ha sido virulentamente rechazada tanto por la derecha como por la izquierda. Rajoy se la toma por la tremenda, como un ataque directo contra su maravillosa política económica,  Iglesias la desprecia por su tibieza y su ambigüedad. No les falta razón a ninguno de los dos, no hay entendimiento posible. Es verdad que en esa propuesta hay, a pesar de la intervención de Rivera, ingredientes socialdemócratas contrarios a la galopada neoliberal, como es verdad que no en grado necesario para frenarla… Pero, ¿está Rajoy en condiciones de continuar su galopada sin inmutarse? No, evidentemente, como tampoco está Iglesias en condiciones de frenarla en seco.
   No es extraño ni tampoco infame que Pedro Sánchez y Albert Rivera hayan perfilado su propuesta sin perder de vista el asqueroso contexto neoliberal en que nos movemos y las filias y las fobias de los amos del cotarro. Otra cosa habría sido irresponsable por su parte. Como habría  sido una irresponsabilidad, y ya una locura, no introducir elementos de corrección. No se puede seguir en las mismas porque el sistema mismo está perdiendo legitimidad a chorros. Su propuesta me parece modesta en el mejor sentido de la palabra, esto es, concebida a la luz de la conciencia de los propios límites. En cambio, tanto la respuesta de Rajoy como la de Iglesias me parecen fruto de la desmesura, de la ausencia total de dicha conciencia. No es raro, por lo tanto, que tanto Sánchez como Rivera me parecieran  presidenciables a diferencia de sus feroces oponentes.
    Añadiré que no entiendo que la izquierda propiamente dicha no valore  la propuesta de Sánchez y Rivera. No entiendo que desperdicie la oportunidad de dejar fuera de juego al PP. No entiendo que desdeñe la posibilidad de hacer valer su peso, medida tras medida, en el Parlamento, ni que se olvide de que la llave de la gobernabilidad estaría en sus manos  (con la ventaja de que los palos de Bruselas se los llevaría otro).
    No entiendo que use en plan escandaloso la evidencia de que el PSOE ha sido y es parte del establishment (¡vaya novedad!) con la aviesa intención de burlarse de los pujos socialdemócratas de Sánchez, en sí mismo novedoso. ¿Qué gana la izquierda con dejarlo a los pies de la parte peor y dominante de dicho partido? No entiendo que no se contemple la posibilidad de que el sucesor de Sánchez sea precisamente de esa parte peor. No entiendo que se deje la puerta entreabierta para que se nos cuele en el sistema algún Monti. En fin, que ni entiendo ni trago la desmesura, la falta de sentido de las proporciones y de las propias fuerzas, y menos cuando se trata de ideales tan altos como la justicia social y de empresas tan difíciles como detener a la horda neoliberal.

lunes, 29 de febrero de 2016

LA INVESTIDURA IMPOSIBLE

    Seguimos a la espera de  gobierno. Salvo alguna novedad de última hora, la cosa va para largo. En un postrer esfuerzo por atraerse a Podemos, Pedro Sánchez le ha hecho llegar a Iglesias una versión de su acuerdo con Ciudadanos. Y he aquí que el líder de Podemos se ha apresurado a declarar que le parece vergonzosa, un mero corta y pega de dicho acuerdo, sin sal ni pimienta.  Y no es posible saber qué esperaba Iglesias, pues resulta obvio que Pedro Sánchez no podía ofrecerle ningún ingrediente incompatible con los gustos de Rivera, ya forzado al máximo.   
    Seguimos, pues, en las mismas, metidos en un círculo vicioso que podría servir de pretexto para algún juego de poder encaminado a imponernos un gobierno completamente libre de los compromisos sociales que Pedro Sánchez logró pactar con Albert Rivera.
     Habrá quien me diga que tales compromisos, por insuficientes y ambiguos, como todo lo relativo a la ley mordaza y a la reforma laboral, no valen el papel en que han sido escritos, por venir de quienes vienen.  Hay mucha ofuscación en el aire, tanta que ni siquiera se tienen ojos para ver en el acuerdo PSOE-Ciudadanos un primer reconocimiento retórico, por parte de figuras del establishment, de que aquí no se puede seguir gobernando de espaldas al bien común, como hasta hoy mismo se ha hecho con un descaro que hiela la sangre. Es un dato crucial. Claro que no cabe duda de que ese acuerdo fue escrito con el propósito de no enfurecer a los chantajistas de Bruselas y a los señores del IBEX y asimilados,  pero me pregunto quién se habría atrevido a escribir algo más osado en las actuales circunstancias, con la presente correlación de fuerzas. Y me digo que solo un demente o alguien sin escrúpulos.
    Hay quien no cabe en sí de rabia ante la evidencia de que Pedro Sánchez prefirió entenderse primero con Ciudadanos, antes que con la izquierda propiamente dicha, en lo que cualquiera puede señalar la mano de los santones del PSOE y del mismísimo IBEX. Pero hay que reconocer que Iglesias le pidió demasiado, de forma coactiva además, sin respetar su espacio. Vistas las cosas desde la calle, no da la impresión de que Sánchez e Iglesias pudieran formar un equipo funcional, con o sin intervención del IBEX. Y esto nos pone ante otro problema, no precisamente aritmético, de muy difícil solución.
    Ahora mismo, el señor Rajoy cree que, fracasado Sánchez, le llegará el momento de reaparecer por la puerta grande, listo para muñir la famosa “gran coalición”. Semejante hipótesis de trabajo no repara en el hecho de que a estas alturas las incompatibilidades van más allá de las personas. Puede que él le haya negado el saludo a Sánchez por considerarlo ya caído e irrelevante. Pero ya puede Sánchez irse a su casa que no por ello verá allanado, ni con toda la presión del IBEX, su entendimiento con el PSOE, ni con nadie más.
    Hace mucho, mucho tiempo que las relaciones del PP con el PSOE están por debajo de los estándares de lo que se entiende por buena educación.  Lejos están los tiempos en que los políticos de ambos partidos podían charlar amigablemente en los entreactos de sus labores.  Se han dicho tales animaladas que ya puede irse Rajoy también a su casa que ni con esas se volverá a la normalidad.
    Entre otras cosas porque tales animaladas han pasado al cuerpo social, sembrando no solo la división y la discordia sino también la necedad y la irracionalidad en dosis tremendas. Si ahora se impusiese la gran coalición como por ensalmo, a buen seguro que desde la calle no tendría visos de funcionar, que alteraría los nervios de los votantes tanto del PP como del PSOE, y que a los millones de votantes ajenos les valdría la primera instantánea del nuevo gobierno como prueba irrefutable de que todo es una farsa. En fin, con ello quiero recordar a los señores negociadores, también a los de Podemos, que la buena educación es para ellos un deber. Palabras tales como mentiroso, deshonesto, vergonzoso, indecente o ruin no pueden ser emitidas al margen de las elementales reglas de urbanidad, aunque vengan al caso.  Ya se ve adónde conduce la mala educación en política. A que nadie pueda entenderse, ni como aliado ni como honesto rival. 

lunes, 22 de febrero de 2016

YO APOYO A VAROUFAKIS Y AL DIEM25

    El proyecto para Europa de Yanis Varoufakis se ha concretado en el movimiento DiEM25. Se trata de conseguir de aquí al 2025 la completa democratización del sistema político y económico europeo. Se parte de la evidencia de que en la actualidad la Unión Europea no es democrática.
    Recuerda Varoufakis, para decirlo todo con una sola frase, lo que le dijo cierta autoridad de triste memoria, aquello de que unas “elecciones democráticas no pueden modificar la política económica”. ¡Acabáramos!
    Los parlamentos nacionales operan en el vacío al igual que el parlamento europeo, sometidos todos a autoridades no electas insensibles a los requerimientos de la ciudadanía, dadas al secreteo, pringadas en negocios extraños y claramente compinchadas con los mandamases de las finanzas. Y Varoufakis da por descontado que, si nada se hace para remediarlo, en el 2025 a más tardar, tan loco y antidemocrático procedimiento conducirá a la desintegración de la Unión Europea, con consecuencias catastróficas para sus pobladores. DiEM25 se propone salir al paso de esta eventualidad y refundar el proyecto europeo antes de que sea tarde.
    Completamente harto de los usos hipócritas, gangsteriles e inhumanos de la Europa que padecemos, apoyo a Varoufakis y a DiEM25. Y me complace saber que hasta el papa es partidario de la refundación. Esto no puede seguir así.
     Me gusta, como ya dije en un post anterior, que el llamamiento de Varoufakis se dirija a personas de distintas sensibilidades políticas de todas las nacionalidades, pues estoy convencido de que los males europeos no podrán ser remediados por acciones en solitario, de un partido o de un solo país. Para hacer frente a los graves problemas que nos afligen, desde el austericidio al drama de los emigrados, pasando por el TTIP el TiSA  y lo demás, necesitamos una plataforma potente, como espera ser el DiEM25, de ámbito internacional y profundas raíces sociales, como instrumento de expresión y presión, y también como instrumento de conocimiento, esto es, de defensa contra las manipulaciones en curso.
    Celebro en especial la voluntad democratizadora de DiEM25. Puede que a algunos les sepa a poco, por no fiarse ya del potencial de la democracia en orden al establecimiento de la justicia. Y precisamente porque tal creencia empieza a difundirse a ras de tierra,  la aparición de DiEM25 no puede más oportuna. Por un lado, porque nos permite reafirmarnos colectivamente como demócratas sin pecar de estúpidos; por el otro, porque los publicistas y los intelectuales orgánicos que sirven al establishment neoliberal se están arrogando el grotesco privilegio de monopolizar los términos democracia y libertad, dando por sentado que toda fuerza progresista es totalitaria y liberticida. No fue ninguna broma que Andoni Samaras metiera miedo en el cuerpo del electorado con la amenaza de que Tsipras convertiría a Grecia en una especie de Corea del Norte. Los de por aquí, en la misma línea, siembran la especie de que Pablo Iglesias y los suyos son de la estirpe de Fidel Castro, unos enemigos de la democracia, unos tipos deseosos de conquistar las instituciones para cargárselas.  ¡Y ya está bien de sofismas! 
     Considero la aparición de DiEM25  una nueva señal de que la era neoliberal y antihumana se acerca a su fin. Como claras son al respecto las apariciones de Jeremy Corbyn y de Bernard Sanders, que no habrían podido levantar cabeza hace unos años y que hoy cuentan con el apoyo millones de personas del mundo entero, entre las que me cuento. Y es que el neoliberalismo ya no tiene nada que ofrecer, nada de nada, salvo dolor, manipulación y represión. Véase a Rajoy, callado, a la espera de que el poder recaiga en sus manos. No tiene nada que decir, salvo dárselas de optimista al antiguo modo de Milton Friedman y sus secuaces.

jueves, 18 de febrero de 2016

A VUELTAS CON LOS PACTOS IMPOSIBLES

    Corre el tiempo y nada cierto se puede decir sobre los pactos que se trae entre manos Pedro Sánchez, ya emplazado a jugarse la investidura el 3 de marzo. Las así llamadas “negociaciones” parecen encaminadas a ninguna parte, esto es, a nuevas elecciones, y empiezan a irritar. 
    Todo porque el 20-D no ganó nadie, aunque todos cantasen victoria. Nadie se libró de sufrir pérdidas cuantiosas. Podemos no logró “conquistar el cielo”, Ciudadanos se quedó por debajo de sus expectativas, el PSOE sufrió un tremendo bajón, poco faltó para que Unidad Popular-Izquierda Unida desapareciese, el PP perdió su mayoría absoluta y quedó a merced de aquellos con quienes no sabe o no puede comunicarse.
     Tomados los resultados del 20-D en conjunto, se puede concluir que el electorado sigue más o menos donde estaba, ligeramente inclinado hacia el centro izquierda, como en tiempos de Adolfo Suárez. La suma de las fuerzas de signo progresista ha aventajado a las de signo conservador, pero por muy poco. Lo que quiere decir que hay mucha gente en este país que, por inercia,  por miedo a lo desconocido, por sufrir el síndrome de Estocolmo, por autoengaño o lo que sea, ha encajado los recortes y los chantajes sin sublevarse contra los principales responsables de lo sucedido.
      Con ser numerosas las fuerzas que demandan un gobierno de progreso, no son suficientes. No me parece un dato menor que Podemos lograse encaramarse al tercer puesto jugando como partido atrápalo-todo, jugando a la centralidad, a no ser ni de izquierdas ni de derechas. Y es muy significativo que Unidad Popular-Izquierda Unida, un partido que se ha distinguido por su claridad, quedase cruelmente descolgado, al filo del desastre.
    Todo eso indica que el electorado todavía no está en disposición de respaldar una opción clara de ruptura con las políticas que nos han empujado al presente desfiladero. Por algo será. La derecha conservadora ha recibido un aviso, pero también la izquierda, obligada a reconocer que, tomadas en su conjunto, las buenas gentes no quieren que sus representantes políticos echen a correr en plan vanguardia desatinada. Y como la posibilidad de hacer frente a los chantajistas de aquí y de allá depende de que las fuerzas progresistas cuenten con un amplio y generalizado respaldo social, harán bien en no ir por libre ni con prisa.
      En definitiva, creo que más nos vale contar con una oposición fuerte a las políticas austericidas que entrar a formar parte de un gobierno confuso y de corta duración. Los recortes, los desahucios y demás prácticas neoliberales se pueden combatir a pie firme desde la oposición, sin el peligro de quedar pringado en las soluciones a medias  o cosméticas que a no dudar se plantearán. De un recto, sensato y creativo ejercicio de oposición solo cabe esperar un aumento del  atractivo y del poder de convicción de la verdadera izquierda, sobre todo porque se ven venir nuevos y más terribles motivos de indignación por parte de quienes nos quieren imponer, paso a pasito, un modelo de sociedad hobbesiano, malthusiano y demencial. Quizá sea el momento de celebrar que ciertos pactos sean imposibles…

miércoles, 10 de febrero de 2016

CASO TITIRITEROS: ESTO NO HA TERMINADO

    Por fin, al cabo de cinco días, nada menos,  el juez ha excarcelado a nuestros dos titiriteros… Pero, ay, con una justificación que demuestra que seguimos metidos en un bucle de lo más inquietante. Se nos hace saber que ya no representan ningún peligro para la sociedad, no habiendo riesgo de fuga, no habiendo riesgo de “reiteración delictiva […] en razón de que ha sido incautado judicialmente todo el material”.
    Increíble pero cierto: el teatrillo y los monigotes se encuentran en poder de las autoridades. Si ya es fuerte imaginar a la bruja,  a don Cristóbal y demás títeres en el espacio reservado a bombas de relojería y quién sabe qué mecanismos peligrosos, me estremece imaginar cómo se encuentran los artistas, privados de su por definición simpatiquísimo e inofensivo medio de expresarse.
    La señora Carmena acaba de declarar que es una “buenísima noticia” que los artistas, por fin conocidos por sus nombres, Alonso Lázaro de Lafuente y Raúl García, hayan sido excarcelados. También para mí lo es. Se diría que la alcaldesa y yo temimos que no hubiera nada que hacer dada la magnitud de los cargos y la implacabilidad kafkiana del mecanismo. 
    Ahora bien, atención, porque libres en el sentido que he demandado en mi apunte anterior no lo son en absoluto. No solo se ven privados de sus monigotes y de su teatrillo; también de sus pasaportes. Todos los días tendrán que acudir a la comisaría, y los cargos (“enaltecimiento del terrorismo”,  “incitación al odio”, etc.), no han sido retirados. Les espera a lo que parece un calvario burocrático, a saber con qué final desgraciado en forma de multa o de enchironamiento, de acuerdo con la modalidad represiva que se encuentra en pleno rodaje.
     Como el lector ya habrá advertido, llamo artistas a Alonso Lázaro y Raúl García. Lo son y como tales deben ser tratados y defendidos, sin merma ni limitación. Merecen, por lo tanto, el respaldo de nuestros artistas e intelectuales, que en un asunto que les compete tan directamente no deberían verse obnubilados por cuestiones secundarias como el horario de la función, la falta de renombre de la compañía Títeres desde Abajo o sus proclividades anarquistas. La mema presunción de que la cosa no va con uno es de lo peor, y prefiero no poner ejemplos históricos.