domingo, 23 de octubre de 2016

LA ABSTENCIÓN INCONDICIONAL DEL PSOE

   Gobernará el PP  gracias a la abstención del PSOE. Como se veía venir. Fin de los pases trileros. Y fin también de la confusión tragicómica en que nos veíamos inmersos, lo que, dentro de lo desagradable, no me parece una mala noticia. En adelante todos sabremos a qué atenernos, lo que nos permitirá orientarnos mejor y en su día, más bien pronto que tarde, acudir a las urnas con menos pajaritos en la cabeza.
     De momento, lo que más llama la atención es el daño que el PSOE se ha hecho a sí mismo. Pero ese daño no es ni mucho menos tan trascendente como el daño que el establishment político tendrá que arrostrar de aquí en adelante. ¿Se acuerdan de aquellas voces del 15-M que identificaban al PP con el PSOE, se acuerdan del “no nos representan”? Pues eso. ¡A ver quién convence ahora a las buenas gentes de que estaban equivocadas, de que erraban el diagnóstico, de que pecaban de injustas!
    Seguro estoy de que el PSOE, viéndose ya en trance de ser engullido por las mismas arenas movedizas que se tragaron al PASOK, hará toda clase de gestos y visajes encaminados a mantener el mito de que se encuentra en situación de seguir representando a la izquierda de este país. Será un espectáculo digno de verse, bien que  de género patético.
   La abstención incondicional a favor de Rajoy, con férvidas invocaciones a la responsabilidad, permite predecir, con muy poco margen de error, lo que cabe esperar del PSOE en el futuro inmediato. ¿Se puede alguien imaginar a este PSOE tan “responsable” ofreciendo una resistencia seria a la políticas austericidas de Bruselas, arremetiendo contra el artículo 135, suprimiendo la ley mordaza o poniendo fin a los desahucios?
     Los asuntos insignificantes serán motivo de desproporcionadas discordias, pero en todos los temas graves, empezando por los recortes, el PSOE le hará el juego al PP, flanqueándolo y apoyándolo. Y esto porque forma parte de su espíritu acomodaticio de toda la vida.  Además,  ya sabemos que el PSOE se ha unido fuertemente al PP en un tema de la mayor trascendencia para nuestro sistema de partidos: PP y PSOE se prefieren a sí mismos bien juntitos, en la batalla contra Unidos Podemos, al que odian por igual. Esto quiere decir que el PSOE, con independencia de lo que diga, se nos ha desplazado todo él hacia la derecha, dejando el otro lado a merced de la fuerza emergente. Y lleva todas las de perder, por la sencilla razón de que ha quedado en evidencia. Nadie, nunca, ha podido gobernar indefinidamente contra el bien común sin causar graves daños sociales y sin acabar mal. El PSOE tiene que vérselas con esta verdad conocida desde el neolítico. Como el PP no ha presumido de socialista tardará un  poquito más, pero a buen seguro que  llorarán juntos sus culpas. 

viernes, 7 de octubre de 2016

PABLO IGLESIAS Y LOS CANAPÉS

     Pablo Iglesias no asistirá al desfile del 12 de octubre y tampoco a la recepción. Según Infolibre, habría declarado que su lugar está “con la gente”, trabajando “en la defensa de los derechos y la justicia social de este país” y no en celebraciones “comiendo canapés” mientras la ciudadanía sufre...
    Comparto,  es posible, con Pablo Iglesias cierta alergia a los desfiles y los copetines, pero he aquí que, a tenor de su papel político, no le veo la gracia a su espantada y menos con tan ampulosa justificación de por medio. Le supongo enterado de que como representante político de millones de votantes debería ir al mismísimo Averno en el desempeño de sus funciones, incluso de etiqueta si así se exigiese en la azufrada invitación de rebordes chamuscados.  
     La justificación es de lo peor, no solo por su ampulosidad sino también por la desagradable pretensión de marcar las diferencias, de presentarse como trabajador infatigable, como político moralmente superior, de propensiones ascéticas (de una especie que tengo catalogada entre las más peligrosas).
     No soy como los otros, viene a decirnos.  Me imagino al rey y a sus invitados zampándose los canapés, sonriendo si es que se acuerdan de Pablo Iglesias (¡este chico!), para nada afectados por el desplante y la tremenda descarga. Quizá algún invitado aproveche para decir ya lo veis, un antisistema, un maleducado,  pura demagogia, populismo, etc.
    La cosa no tendría importancia si no fuera porque Pablo Iglesias es el líder de Unidos Podemos. Puestos ante las pruebas de que con el PSOE no hay manera de configurar una alternativa de progreso, seguros ya de que este solo piensa en allanar el camino de Rajoy, ya aclarado el estúpido equívoco de los meses precedentes, desaparecido el centro político, nos encontramos con la evidencia de que, por la izquierda, afortunadamente hay algo (o el sistema político se derrumbaría de un día para otro), precisamente la formación que encabeza Pablo Iglesias.
       En tal situación, esto  de los canapés no está nada bien. ¿Por qué dar por sentado que todos los asistentes a la recepción son indignos de empatía, forzosamente hostiles a la justicia social y por ende al proyecto del señor Iglesias? Y ya puestos, tampoco está nada bien lo del desfile. ¿Por qué dar por sentado que entre los militares que desfilarán no hay o no puede haber simpatizantes de Unidos Podemos? ¿O por qué suponer que no los habrá  nunca, concluyendo, absurdamente, que sobran las muestras de respeto por su trabajo en día tan especial? 
     Si Unidos Podemos quiere representar dignamente a las personas  desamparadas por los partidos antes hegemónicos, debe conocerlas mejor, haciéndose cargo de su estupenda variedad. Después de tanto hablar de transversalidad, centralidad y demás,  hacerle ascos a la Fiesta Nacional, al desfile y a los canapés regios es  una forma que se me antoja estúpida de ignorar en qué realidad  sociocultural nos movemos y cuál es la correlación de fuerzas. Es una manera de irritar, de asustar, de herir sensibilidades, de hacerse el loco y, en definitiva, de hacernos perder el tiempo a todos.

domingo, 2 de octubre de 2016

TRAS LA CAÍDA DE PEDRO SÁNCHEZ

   La  abyecta operación de derribo que presenciamos tiene el rango de  un aviso para caminantes. Hay en el terreno de juego unas líneas rojas llenas de pinchos y convenientemente electrificadas. Y lo tremendo del caso, lo más inquietante, es que Sánchez cayó fulminado a pesar de haber puesto buen cuidado en no tropezar con ellas. Dijo que no a Rajoy, cierto, pero no dio un solo paso hacia un entendimiento efectivo con Unidos Podemos y con los nacionalistas periféricos. De lo que se deduce que decirle no a Rajoy es de suyo peligrosísimo. El PSOE no ha dudado en arriesgarlo todo –hasta su digna imagen– con tal de que ni siquiera se le pueda imputar la intención de rozar la alambrada. ¡Tan grave es el asunto!
    Ahora, eliminado Sánchez, el PSOE se dispone a hacer lo que los conspiradores no tuvieron la decencia de declarar con la debida formalidad. Allanarán el camino a un gobierno de Rajoy. Está cantado. En algún momento le fue dado comprender a Felipe González que, con la que está cayendo, una gran coalición PSOE/PP sería la ruina, y se decantó por esta solución, menos arriesgada pero no gratuita.
    Ayer mismo, Eduardo Madina, se hacía el tonto, diciendo que no sabía aun si votaría o no a favor de un gobierno del PP… Se ha puesto el acento en la insensatez, irresponsabilidad y mitomanía de Sánchez, en plan táctico. Pero ahora toca decirle sí a Rajoy según lo acordado, sin obtener nada a cambio, por pura “responsabilidad”. De esta manera tan triste el  PSOE sellará su destino para los restos. Acabará, detalles más o menos, como el PASOK.
    La caída de Sánchez es una prueba más de que el centro político ha desaparecido. Se hace ver que existe, pero qué va.  El PP y el PSOE, y naturalmente Ciudadanos, harán algunos pases por el centro aparente, pero en cuanto a las cosas serias, operarán juntos, en línea acostumbrada, en sintonía con sus pares europeos, en un sistema que se ha desplazado todo él a la derecha.
     La defenestración de Sánchez y el sí a Rajoy  no serán  los últimos servicios del PSOE al establishment. Le hará todos los servicios que hagan falta de aquí en adelante, por eso de la “responsabilidad”, en realidad por seguir enchufado al poder. El problema para los demás es que, contra toda lógica, pretenderá también arrogarse la representación no solo del centro mítico sino de la entera izquierda, confundiendo las cosas y los términos quién sabe hasta qué extremos. De modo que tras la defenestración de Sánchez, Unidos Podemos tendrá que superarse a sí mismo, o seremos muchos en este país los que nos quedaremos sin representación.