viernes, 30 de septiembre de 2011

MIRANDO AL PORVENIR


    ¿Hasta cuándo  esta crisis? Me lo han preguntado, con angustia, y me quedé sin habla. Ahora se me acalambran los dedos.  Es indignante, pero esta crisis, de no mediar un milagro, de no verse  nuestros dirigentes  obligados a recapacitar, durará hasta que los estándares sociales europeos hayan sido reducidos a la mínima expresión, hasta que cosas y personas valgan tan poco que de gusto comprarlas por poca plata. Entonces y sólo entonces volveremos a ser atractivos y competitivos.  
   Los poderes globales se están aprovechando de la misma crisis que ellos causaron, con esa oscura finalidad. Así, Estados Unidos, teatro de estafas monstruosas, cargado de deudas, se escuda en la crisis europea para ocultar los problemas que, por la misma razón,  sus capitostes económicos no tienen ni la menor intención de resolver, al tiempo que, dentro del espacio europeo, se transfieren las culpas a los más débiles, cuyos ciudadanos son los más expuestos a volverse interesantes en el futuro próximo, como mano de obra barata y ejemplarmente quebrantada.  Razonando no se puede conseguir que la gente lo acepte, mediante el chantaje económico sí que se puede.
    La misma jugada que se hizo contra los intereses del pueblo norteamericano a mayor gloria de una minoría, se está perpetrando en Europa, y el resultado será igualmente espantoso.
    Mientras montar una fábrica cueste el doble en España que en China, no tiene sentido hacer números, como los genios de la deslocalización han sido los primeros en saber.  Si los obreros chinos no cuestan nada, mientras se los pueda contratar o despedir de un puntapié, no podemos pedir que nadie se interese por nuestra mano de obra. No hay más misterio, en lo tocante a nuestros cinco millones de parados. 
   Esto se veía venir, dígase lo que se diga, desde hace tiempo, desde que la secta neoliberal echó raíces de este lado del Atlántico.  ¿Creemos que fue casual que se encomendase la redacción de la Carta Magna europea al neoliberal y atlantista Valery Giscard d’Estaing? ¿Creemos que este buen amigo del sanguinario Bokassa nos iba a proponer algo aceptable? ¿Creemos que sólo por dejadez se ha traspapelado la Carta Social?  Desde hace tiempo, el Tercer Mundo está creciendo en el espacio de los privilegiados. Y esto promete dolor, mucho dolor, siendo inútil buscar en todo ello el menor vestigio de moralidad. Y como no hay moralidad, como no hay un solo ideal decente a exponer, sólo se hablará de que hay que hacer sumas y restas, sobre todo restas.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL PEZ GRANDE SE COME AL CHICO

    Como era de temer, los más débiles están siendo abandonados a su suerte.  Nada más vergonzoso que dejar de pagar a las personas que se ocupan de cuidar a enfermos y discapacitados, y se está haciendo con increíble descaro… ¡Cómo si por realizar tan noble tarea cobrasen un salario astronómico! ¡Por favor! Hasta los médicos se encuentran en el punto de mira...
    He aquí una prueba más de la barbarie neoliberal. El contrato social se puede considerar roto, pisoteado a la vista de todos.  Ya hemos entrado en la fase de la crueldad, con la consiguiente pérdida de legitimidad. No hay mayor tragedia para una democracia.
    En vista de lo que está sucediendo no hay más remedio que prestar muchísima atención a lo que se hace con nuestro dinero.  Aquí el único problema no ha sido el de la socialización de las pérdidas.
   ¿Por qué se dan graciosamente 400 millones de euros de subvención a la CEOE si ni siquiera hay dinero para atender a los ancianos y los minusválidos? ¿Es de recibo que se entreguen 10 mil millones de euros a la Iglesia todos los años? Es razonable que el gasto militar ascienda a 17.244 millones anuales, sin olvidar los 25.000 millones en compras de material a crédito?  Por medio de las SICAV, empresas que han obtenido suculentos beneficios, del orden de los 8.000 millones de euros, se han  limitado a pagar 500 millones de euros en impuestos, en lugar de los 1.750 millones que habrían tenido que pagar si no contasen con esa bula para evasores. ¿Es normal, es decente? 
    ¿Por qué no se habla de meter la tijera donde a nadie le va a doler de verdad? Respuesta: porque de lo que se trata es de cargarse al Estado de Servicios en aplicación del dogma neoliberal, que se reduce al imperativo  de que el pez grande se coma al chico. ¿Todavía cabe alguna duda sobre la necesidad de exigir una democracia real ya?

domingo, 25 de septiembre de 2011

ESCÁNDALO EN GRECIA

   Ya no es posible fiarse de lo que nos dicen las autoridades, y esto es tremendo, tremendo. La era de la información es la era de la manipulación.  Lo que acaba de destaparse en Grecia es una prueba especialmente grave.
   Resulta que las altas autoridades presionaron fuertemente al organismo griego encargado de precisar el déficit. Éste rondaba el 12 por ciento, y eso no era suficiente. El chantaje surtió efecto y  quedó fijado en un satisfactorio 15,4 por cierto. Para imponer al pueblo las medidas de ajuste hacía falta un buen pretexto, y así se obtuvo, falseando los datos.  ¿Hay o no hay motivos para la indignación?
   Se exige la creación de una Comisión de Auditoría de la Deuda Pública Griega y el control social sobre la misma, ya con la sospecha de que, en parte, se trata de una deuda odiosa…  Se exige, en efecto, que se abran los libros de la deuda y de las finanzas, ante el descubrimiento de que “el gobierno, el FMI y la UE son peligrosos y están desprovistos de toda legitimidad”.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL ACOSO A LA ENSEÑANZA PÚBLICA


    Los maestros madrileños, víctimas de un atropello, han tenido que ir a  la  huelga al comienzo del curso.  El atropello mismo es muy expresivo de la época que nos toca vivir.  Como demostración  de la mezquindad y la cortedad de miras del poder, no tiene desperdicio, e ilustra a la perfección cómo se puede aprovechar una crisis para hacer lo que a uno le viene en gana.
     Se da a entender que la enseñanza pública es demasiado cara, que los maestros hacen el vago, que el sistema está sobredimensionado, y a continuación los recortes.  Alguna lamentación oficial: parece que no podemos permitirnos gastar tanto en educación en estos tiempos, de modo habrá tramos de estudio que los chicos tendrán que pagarse de su bolsillo.
    En primer lugar, antes de los recortes, la educación pública ya estaba medio asfixiada, por lo que se piden sacrificios a quien ya no estaba para alegrías. En segundo lugar, se olvida que en el pasado, en situaciones de mayor estrechez, se hizo lo posible y también lo imposible para contar con un sistema de educación pública, a lo que debemos haber salido del pozo en que nos encontrábamos.
    Lo que está sucediendo sólo se entiende si se tiene en cuenta que los doctrinarios neoliberales se la han tenido jurada a la enseñanza pública desde el principio. Son antiilustrados y elitistas, ansían en el monopolio de la enseñanza, pues no ignoran que la educación es un instrumento de poder, y les atrae la idea de hacer de ella un gran negocio particular. No hay otro misterio. Estúdiense las declaraciones y los lapsus de Esperanza Aguirre y  el documento sobre educación presentado por Joan Rossel, el presidente de la CEOE,  para salir de dudas. Y encima, hay que tener en cuenta que por el mismo calvario ya han tenido que pasar los maestros norteamericanos y latinoamericanos.Esta es una historia con muchos capítulos tristes, todos iguales.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LAS REFORMAS CANALLAS


    No tendrán fin, pues obedecen a la siniestra lógica de los chantajes.  Si los griegos creían haberse apretado el cinturón  hasta el último agujero, resulta que no, que la cosa no ha hecho más que empezar. Lo mismo sucede en Italia y en nuestro país. La triquiñuela  de escalonar las reformas con el fin de que la víctima se irrite por etapas, sin estallar, está  muy vista  y cualquier día de estos producirá justo lo que desea evitar. Ya le hemos pillado el tranquillo, y sabemos que detrás de una viene la siguiente, terrible pero insuficiente.  Sobrecoge que esto nos esté pasando en Europa, no se sabe si por un fenómeno de combustión interna o por alguna listeza para acabar con ella ideada  fuera por alguna mente maquiavélica.  En todo caso, ella se lo ha buscado. Desde que confió algo tan importante como la Carta Magna europea al neoliberal Valery Giscard d'Estaing, esto se veía venir.  
     Los pequeños gestos para la galería, llámense reducción de vehículos oficiales o de dietas de viaje, a nadie engañarán. De forma sistemática se carga la factura sobre la parte más débil. Los peces gordos, sean bancos o particulares, no tienen nada que temer, tampoco la Iglesia.  Por eso da tanto asco escuchar a los rapsodas de los recortes sociales, incluidos los que afectan a los minusválidos.
    El problema es que, por mucho que intenten marearnos con cifras y porcentajes, los ciudadanos de a pie ya nos hemos dado cuenta de que, tonterías aparte, hemos sido víctimas de una estafa.  Y encima, ya estamos de sobra informados de que los sacrificios que se nos piden no nos sacarán del agujero, ni a nosotros ni a nuestros hijos, y que lo que aquí verdaderamente importa, aparte de socializar las pérdidas, es dar marcha atrás a todas la conquistas sociales, una por una, de forma que doblemos el espinazo. Una forma de jugar con fuego.     
    Recuerdo muy bien el triste caso de Argentina, alumna modélica del FMI, que acabó en el famoso corralito. Siempre ocurre lo mismo: cuando todo ha caído, cuando no queda más salida que la prostitución o el suicidio, aparecen los inversores en el horizonte, siempre del brazo de algún socio local, momento en que se empieza a hablar de recuperación. Pero falta bastante, y muchísimo dolor. La cosa es tan poco democrática, tan rastrera, que empiezo a sentirme rodeado de quislings y colaboracionistas...  

lunes, 12 de septiembre de 2011

DIEZ AÑOS DESPUÉS DEL 11S

    Se dice que el siglo XX  empezó en 1914, al desencadenarse la I Guerra Mundial, y quizá llegue a ser un tópico decir que el siglo XXI  dio comienzo en 11 de septiembre de 1911, con los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Parece que ocurrieron ayer, pero no, fue hace diez años. 
     Todos sabemos para qué fueron utilizados esos atentados: para imponer la Patriot Act, sin debate y todavía vigente, para invadir precipitadamente Afganistán, primero, y luego para invadir Irak, no faltando las mentiras graves de por medio. Si la serie resulta de por sí inquietante, los atentados que la hicieron posible permanecen en la memoria sobrecargados de interrogantes que a estas alturas ya deberían haber sido respondidos con absoluta claridad.
    Como en el caso del asesinato de John F. Kennedy, debemos contentarnos con la coexistencia de dos versiones, una oficial y otra extraoficial, esta de género tenebroso.  Confieso que me gustaría muchísimo vivir en un mundo en el que me fuera dado confiar en las versiones oficiales, algo imposible a estas alturas. Encima, en lo tocante al 11S ni por el lado de la versión oficial ni por el de la contraria hay manera de hacer pie en la creencia de que se ha obrado con sensatez. Víctimas y más víctimas inocentes, daños y más daños, ruina y devastación. 

sábado, 10 de septiembre de 2011

LO DE LIBIA COMO SÍNTOMA

    La percepción que uno tiene sobre lo que está pasando en Libia es de lo más extraña, muy expresiva de la época que nos toca vivir.  
    Hay una versión oficial, según la cual nos hemos involucrado en la guerra por motivos estrictamente humanitarios. Asentado el principio de que los rebeldes son los buenos, reservado el papel de malo a Gadaffi, se supone que debemos alegrarnos de las victorias de aquellos y de las derrotas de éste. Y se supone también que debemos hacer la vista gorda ante el hecho de que la OTAN no se haya atenido al papel de fuerza de interposición. Todo sea por la causa, tan intachable.
   Pero hay otra versión, según la cual los intereses que mueven a occidente son cualquier cosa menos presentables, porque hay que tener en cuenta el petróleo y las arcas del dictador, repletas de divisas, un botín suculento en estos tiempos de estrechez, esto por no entrar en consideraciones geopolíticas más o menos obvias y por dejar a un lado el vidrioso asunto de la creciente compulsión a hacer uso de la fuerza.
     Las informaciones sesgadas han sido la norma, y parece que, en lugar de vivir en una sociedad abierta, bien informados, debamos considerar normal la ausencia de noticias y de debates parlamentarios serios. 
     Sin embargo, al final  nos enteramos de que  los rebeldes que estamos apoyando cometen  atrocidades indescriptibles, nos enteramos de que, hasta ayer mismo, las relaciones de Gadaffi con occidente eran, aunque tenebrosas, excelentes, nos enteramos de que el líder rebelde Belhady, el héroe de la conquista de Trípoli, es un acreditado extremista islámico y de que él y gente de su entorno han tenido algún trato con el tristemente célebre Tunecino de los atentados de Madrid. 
     Uno se pregunta qué clase de democracia puede salir de todo ello, pero hay algo seguro: Cuando dentro de un tiempo encajen las piezas del rompecabezas, el cuadro nos dejará espantados, por la lógica del trazo, por la chapuza, por la maldad y por las mentiras que nos tragamos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL INDIGNANTE TRASFONDO DE ESTA CRISIS



     La entrada precedente, sobre la infumable reforma constitucional, ha irritado a quienes desearían vernos bailar como osos de feria. Que si no había más remedio, que si así es el mundo, que si el banco central europeo nos ha salvado con su Diktat, que si los partidos mayoritarios han dado pruebas de un elevado sentido de la responsabilidad… Pero yo me reafirmo en lo dicho.
    Y algo más voy a añadir: esta reforma de las Constitución representa un sacrificio horripilante de la soberanía en el altar de los intereses financieros y, además,  introduce unas disposiciones que contradicen su espíritu, incompatibles con varios de sus artículos de mayor enjundia, a los que vacía de contenido (artículos 1, 129,130,131…). 
    Este atropello se inscribe en una serie de reformas canallas, encaminadas a cargar sobre nuestras espaldas el montante la juerga neoliberal, por un lado, y por el otro, a  destruir el Estado de bienestar, lo que equivale a romper el contrato social. Naturalmente, nos será dicho que no, que lo que se pretende  es salvarlo, una mentira de las gordas a juzgar por lo que han hecho los neoliberales un año tras otro.
   Y conste que no estamos ante un asunto meramente económico, como pretende hacernos creer la parte interesada. Estamos ante un asunto de poder, de un poder que, por su propia dinámica, se encuentra en  situación de sacar partido de esta crisis que él mismo provocó. Lo que desde fuera parece un fracaso inapelable, desde dentro es un paso más por el camino del éxito. Nótese lo bien que se dosifica el tempo de los acontecimientos, nótese el escalonamiento de las reformas canallas, de las que nadie habló cuando se trataba de socializar las pérdidas.
    Pese a lo ocurrido, pese al derrumbamiento de la pirámide de Ponzi, seguimos en las mismas.  Se pide aun menos gasto público –menos gasto social–, más austeridad, más privatizaciones, menos derechos para la clase trabajadora e incluso menos impuestos, lo que indica que la galopada nihilista va a continuar.
   Economistas tan serios como Joseph  Stiglitz, Paul Krugman y Nouriel Roubini han dejado claro que así, EN LUGAR DE SALIR DE LA CRISIS, LA AGRAVAREMOS. Pero es que da igual. Da completamente igual que la gente ya sepa que se exigen  sacrificios que no servirán para nada salvo para sufrir. En definitiva, estamos ante un chulesco despliegue de rapacidad, ante el cual una de dos, o uno se indigna, o quedará convertido, automáticamente en un COLABORACIONISTA. Se puede llegar a tan fea condición por interés, por falta de luces o por simple cobardía.

sábado, 3 de septiembre de 2011

LA REFORMA CONSTITUCIONAL


     Acabamos de asistir a un espectáculo vergonzoso, a un trágala, a una cacicada, a un pacto del capó.  ¿Con que éstas tenemos? ¡Modificar la Constitución que nos dimos en 1978 con el exclusivo propósito de dar satisfacción a unos chantajistas que para nada tienen en cuenta nuestros intereses!  
    No tengo palabras para decir lo que siento.  Si ya estaba indignado, ahora lo estoy mucho más, y también alarmado, porque el daño ya está hecho,  con una tremenda pérdida de legitimidad. 
   Me pregunto de dónde han sacado los responsables de esta jugada la  creencia infantil de que los chantajistas van a agradecer el favor. Aprobar semejante modificación del texto constitucional equivale a proclamar a los cuatro vientos que los españoles estamos decididos a ahogarnos en la miseria antes de ponerles el más pequeño límite.  En lugar de contenerse, los chantajistas se crecerán, ya advertidos de que, aparte de rendirnos, no sabemos hacer nada de nada.
    Pedir una democracia real ya es, salta a la vista, una cuestión de supervivencia.