sábado, 24 de diciembre de 2011

EL GOBIERNO DEL MUNDO COMO ESPEJISMO


     Hace más de cien años Nietzsche anunció el fin de la “política pequeña” y el advenimiento del “gobierno del mundo”.  Y en vista de lo que está pasando, contemplada la poquedad de los gobernantes ante los mercados, ya apercibidos todos de que unos  y otros actúan sistemática y mancomunadamente  en perjuicio del bien común, es muy comprensible el ciudadano se pregunte quién diablos mueve los hilos. Grave pregunta: es imposible poner nombre y apellido  al responsable o responsables, y parece irritante que sólo se pueda señalar con el dedo a cierta "alta burguesía financiera", de la cual el señor Draghi no pasa de ser un criado. 
    Tampoco se va a ninguna parte señalando a los Estados Unidos, pues el país en cuanto tal se encuentra entre las víctimas. Por así decirlo, la responsabilidad se ha desnacionalizado y suena a arcaísmo culpar a "los gringos" o a los "boches". Y desde luego, la época de los grandes hombres ha pasado: Obama  sólo es el personaje más poderoso de la tierra en sentido figurado. Creo que por  eso es tan fácil caer en la tentación de atribuir "el gobierno del mundo"  a tales o cuales grupos misteriosos de alcance transnacional.
    La Trilateral, el Club de Bilderberg,  Wall Street,  Goldman Sachs y el complejo militar-industrial norteamericano han hecho méritos más que suficientes para cargar con las sospechas.  Oigo decir  que ellos "gobiernan el mundo". No sé quién me llamó la atención sobre la peligrosidad de la asociación estudiantil Skull & Bones, fundada en la Universidad de Yale, en los años treinta del siglo XIX…  Y como si todavía se pudieran tomar en serio los Protocolos de los Sabios de Sión,  he vuelto a oír que los judíos y los masones tienen, secretamente, la sartén por el mango. Pero, amigos, frío, frío.  
      Si dejamos a un lado a los míticos Sabios de Sión, está claro que se trata de grupos interesantísimos,  entre los que van y vienen ciertos primates asimismo interesantes.  Ahora bien, de algo podemos estar seguros: esos grupos no nos estarían dando tanto que pensar si no se hubiera producido algo que les supera, que va más allá de sus puertas cerradas. Me refiero a una espectacular mutación  de la sensibilidad política de la elite del poder a la que, por supuesto, pertenecen todos sus miembros y todos sus activistas.
     Dicha élite  ha vuelto a las andadas, a actuar sin el menor respeto por el bien común, con un sentido patrimonial de la riqueza que produce escalofríos. Y esta novedad, esta mutación, nada casual, que ha tenido un largo período de gestación, tiene la particularidad de afectar no sólo a los elementos destacados:  ha hecho carne en el intelecto de gente con la que nos codeamos a diario, con gente que no sólo sirve a la causa de la élite sino que también le da vida, sirviéndole de apoyo,  de correa de transmisión, de cámara de resonancia y hasta de sistema nervioso.
     No podemos decir quién manda –el poder se divide entre diversos núcleos oligárquicos al servicio de sus respectivos intereses–,  pero sí sabemos quiénes fueron los causantes de la mutación,  unos personajes cuyos nombres la historia registrará en simples notas a pie de página. Me refiero a ciertos magnates de la industria cervecera y petrolera, a gentes como los Koch o los Mellon y a sus amigos de las empresas asociadas al complejo militar-industrial. Nada inventaron: bastaban las viejas ideas, algunas  medievales, otras de los principios del capitalismo.  Lo decisivo fue  el entusiasmo y el dinero que pusieron sobre la mesa con la intención de poner fin a la marea progresista de los años sesenta e imponer a la humanidad, como plato único, el capitalismo salvaje o neoliberalismo. Ellos echaron a rodar la revolución de los muy ricos, cuando, por cierto, parecía una causa perdida.
    La conjura –pues fue una conjura– se urdió en varios think-tanks y fundaciones creados a tal efecto (Cato, Bradley, Heritage, etc.) o reflotados para la ocasión, como fue el caso del American Enterprise Institute. Dichos think-tanks fueron creados precisamente porque la sociedad establecida, con sus universidades y sus leyes, con su saber acumulado, no estaba por la labor de echar por la borda el consenso y la sensibilidad del período iniciado en 1945.
    De no mediar esa conjura ni la Trilateral ni los  de Bilderberg ni los de Wall Street ni los del FMI, ni los del  Banco Mundial ni los de Bruselas habrían perdido los papeles y el sentido de los límites, tampoco los gobiernos, ahora capaces de ir directamente contra los intereses de la gente como si fuera de lo más natural.  Lo que no quiere decir que los conjurados de aquel entonces manden en el sentido convencional del término.
      En vez de atar cabos en plan paranoico, conviene acudir a la historia.  ¿Qué pasó a principios de los años setenta?  Los creadores de esos think-tanks se aplicaron a romper el paradigma de la posguerra, para lo que echaron mano de legiones de periodistas, profesores, escritores, sociólogos y gentes de la televisión, todos debidamente untados. Hasta pagaron a una legión de telepredicadores, naturalmente no con la idea de elevar el nivel de la gente sino con el de atontarla.
      Basándose en los informes de Walter Lippmann y de Lewis Powell, dichos caballeros, confiando en el poder del dinero, confiando el asombroso poder de la propaganda y del chantaje y de los sobornos a gran escala –poderes en los que Lippmann y Powell tenían una fe ciega–, se trazaron un plan  elitista y oligárquico de largo alcance, con la intención de retrotraernos a las coordenadas del capitalismo salvaje, lo que implicaba acabar con el consenso racional surgido tras la Segunda Guerra Mundial. Cuarenta años después se demuestra que se salieron con la suya. Un resumen de lo sucedido figura en el libro Palabras para indignados, donde se pone en evidencia la vasta operación de ingeniería social de la que hemos sido víctimas. Esta operación ha conseguido lo que parecía imposible, a saber, modificar el encuadre intelectual de grandes masas humanas y también, dato capital, de la elite del poder y de sus asociados.  
     Por aquel entonces nadie en su sano juicio deseaba volver a las coordenadas del capitalismo salvaje; es más, ni siquiera se creía posible en el campo de la élite, pero esos caballeros lo lograron, hay que reconocerlo. Para ello tuvieron que comprar voluntades, tuvieron que seducir a muchos, y tuvieron que arrollar a sus oponentes, que se encontraban en mayoría. Y desde luego, tuvieron que colonizar física e intelectualmente todos los centros de poder, desde la Casa Blanca al FMI.
    No  pocos personajes de la vieja guardia del Club de Bilderberg y de la Comisión Trilateral  se vieron sorprendidos por esa campaña. Me refiero a personas poderosas, fanáticas del sistema capitalista pero que –he aquí la gran diferencia– habían renunciado al capitalismo salvaje por considerarlo inviable y hasta peligroso para sus propios intereses.  No querían volver a la época en que los ricos  vivían sentados sobre una bomba de relojería y estaban dispuestos a repartir un poco el pastel, pues lo último que querían era matar la gallina de los huevos de oro.  El mérito de los conjurados fue hacerles callar y reducirlos a la impotencia.
    Los casos de Johnson y de Nixon nos puede servir de referencia. El presidente Lyndon B. Johnson –cualquier cosa menos un santo–, merece ser recordado por haber encargado el llamado Informe Lippmann, pero también por no ponerlo en práctica.  Johnson quería pasar a la historia por sus realizaciones en el terreno de la justicia social, y el elitista Lippmann proponía  una acción elitista, un retorno al capitalismo salvaje, inseparable del desprecio por el pueblo. Johnson odiaba a los hippies, era codicioso hasta extremos perversos,  pero no estaba en la onda. Como hombre de la vieja guardia, soñaba con su Gran Sociedad, una sociedad igualitaria, con prosperidad para todos, y por supuesto no perdía de vista al electorado, al que no se imaginaba votando –como ha llegado a ser normal– contra sus propios intereses. Ni siquiera el pérfido Nixon, su sucesor, se quiso enajenar las simpatías populares para darle el gusto a la minoría ultrarreaccionaria que operaba desde los mencionados think-tanks. Johnson y Nixon, que no eran buenistas en ningún sentido, jugaban sus bazas como se había hecho desde los tiempos de Franklin D. Roosevelt, procurando consolidar el sueño americano. No figuraban entre los conjurados.
     Para transformar el sueño americano en un infierno a mayor gloria de los más ricos hicieron falta años de sostenido esfuerzo publicitario a favor del capitalismo salvaje. Al respecto es interesantísimo el caso de la Ford, cuya fundación se había aplicado a patrocinar a toda clase de proyectos progresistas y que, con el acuerdo de la CIA había patrocinado, en el mundo entero, a políticos de centro e incluso de izquierdas (a condición de que no fueran comunistas). Bajo el influjo del proyecto ultrarreaccionario, dejó de hacerlo, y pasó a apoyar a los mencionados think-tanks, siguiendo las consignas de Powell, que bien claro había dicho en su informe que era una locura financiar a los enemigos del capitalismo. 
    No se llegó a Ronald Reagan en un día; tampoco a Margaret Thatcher.  Lo que empezó en esos conventículos ultrarreaccionarios no habría llegado muy lejos si no hubiese logrado convertirse en un movimiento, con sus correspondientes conversos, con sus premios y con sus castigos. En la actualidad, por lo tanto, no somos víctimas de unos sujetos sin escrúpulos que se reúnen en tales o cuales cenáculos,  porque somos víctimas de un movimiento de muchos tentáculos y muchas cabezas, todas ellas desprovistas del menor compromiso con la verdad y el bien común.
    Hubo una conjura, hubo un proyecto. Pero esto no quiere decir que los promotores del cambio de paradigma político, económico y social gobiernen el mundo en el sentido imaginado por Nietzsche. Estoy hablando de aprendices de brujo, de gentes que no miden las consecuencias de sus actos, mezquinas hasta la demencia. No hay un mando único y las contradicciones y las peleas dentro de la élite están  a la orden del día, lo que lejos de limitar al movimiento le confiere su peculiar dinamismo.
     En páginas memorables, Ian Kershaw nos describió  la forma de “gobierno” típica de la Alemania nazi. No es que Hitler entrase en detalles; es que sus secuaces se aplicaban a “trabajar en la dirección del Führer”. Ahora no hay Führer alguno, pero hay miles de personas, de diverso calibre y ocupación, trabajando “en la dirección del capitalismo salvaje”. No es preciso dirigirlas: ya saben lo que tienen que decir y hacer. Así, ven natural que con el dinero de los pueblos se salve a los bancos y a los grandes financieros, y que luego continúe la explotación de los mismos pueblos  ad infinitum, como si fuese natural y no una estafa y un crimen.
    Todo lo que es bueno para este capitalismo les complace; todo lo que lo obstaculice, malo. Tienen un sexto sentido para captar lo “malo” ahí donde esté, a veces muy lejos de la economía, por ejemplo en los dominios de la educación, la psicología, la filosofía y la moral. Todos ellos saben que la tradición ilustrada no les viene bien, como saben que la religión es estupenda como opio del pueblo. Y son muchos, muchísimos.  Un club de notables malvados no habría llegado muy lejos. 
    De hecho, siempre ha habido clubs de notables malvados, con las mismas o parecidas ideas. Lo terrible es que estamos ante un asunto que implica a miles de agentes, de diversas nacionalidades, que luchan entre sí como fieras por un pedazo de carne al tiempo que se  mantienen unidos contra la gente común, a la que han perdido completamente el respeto.
    Para colmo, hay otra complicación a tener en cuenta: no todos los agentes de la revolución de los muy ricos son demonios. Hay mucho imbécil por ahí. Siempre atentos a los intereses de este capitalismo loco,  abundan las personas  desprovistas de sensibilidad humana y de conocimientos históricos, con una  buena conciencia a toda prueba. Me refiero a seres incapaces de ver las consecuencias de sus sumas y restas. Y  esto nos plantea un problema muy serio.
    En los viejos tiempos, cuando el gran hombre insoportable caía, todo el tinglado se venía abajo, de súbito, como cuando Hitler se pegó un tiro, o poco a poco, como ocurrió tras la muerte de Stalin, o como sucedió aquí tras la muerte de Franco. El “sistema” actual  no tiene nada que ver con eso: tiene miles de piezas de recambio, en todos los niveles, en las universidades, en los parlamentos e incluso en los bares. 
    El Club de Bilderberg podría autodisolverse, la Comisión Trilateral podría ser desmantelada, podrían ir a prisión los capos de Wall Street, y todo seguiría igual.  No cabe hablar de un gobierno de la tierra, sino de la resultante de una desvergonzada lucha por el poder entre facciones diversas, con las correspondientes improvisaciones, obcecaciones y necedades. En todo caso, habría que hablar de un "desgobierno de la tierra" al servicio de los intereses oligárquicos. Los que iniciaron la jugada no mandan, no dirigen, algunos hasta han fallecido, y sólo les cabe el lamentable honor de haber desencadenado al monstruo depredador que la humanidad creía haber atado en corto allá por el año 1945. Dicho monstruo de muchas cabezas no dirige, no gobierna, no construye: devora.

jueves, 15 de diciembre de 2011

JUAN ROSELL VA A POR TODAS

     El presidente de la CEOE, Juan Rosell, un ingeniero industrial sorprendente, se encuentra en fase expansiva, entregado a la comunicación. Como propagandista de la fe neoliberal  está dando el do de pecho, según una partitura por todos conocida desde hace treinta años, desde su composición en la enrarecida y elitista atmósfera de los think-tanks más reaccionarios del otro lado del Atlántico.
     Nada de lo que dice con tanta fe ha salido de  su sustancia gris, pero eso da igual. Lo único realmente nuevo y llamativo es que no cante bajito, sino a todo pulmón, como recientemente han hecho los sabios de la Fundación Everis, convencidos de que ya es hora de dejar atrás la sociedad de las personas para pasar a la triunfal sociedad de los talentos.  
    En los viejos tiempos nadie  en su sano juicio se habría atrevido a decir cierto tipo de burradas, y menos aun a hacer ostentación de ellas e incluso a  elevarlas a la consideración del  Rey. Lo que indica la gravedad del momento histórico que nos toca vivir.
     Rosell va a por todas, por no ver fuerza alguna capaz de obligarle a marcarse unos límites sensatos, ni siquiera la dura realidad de los hechos sociales, toda ella fuera de su campo de visión.  Así, se ha salido de su terreno empresarial para apadrinar visiones antiilustradas en consonancia con su fe, en el campo de la educación, haciendo pie, no en ideas propias, sino en las doctrinas de los ya mencionados think-tanks norteamericanos, a los cuales se debe la destrucción de la educación pública en el país más poderoso de la tierra.  Por lo visto, no vale la pena gastar dinero en la educación de quienes ya vienen tocados por (presuntas) razones genéticas o socioculturales. Ahora lo que interesa es el talento, la excelencia., etc. etc.
      Mucho le gustaría a Rosell imponer el copago en la educación, la sanidad y la justicia, y ahora nos sale, en consonancia con todo ello, con la vieja idea de que hay que reducir el número de funcionarios, lo viene en el lote privatizador sobre el que tanto se ha predicado desde los tiempos en que  él era alumno de los jesuitas de Barcelona.
    De seguir los consejos del señor Rosell, pasaremos en pocos meses del Estado normal al Estado mínimo, el Estado ideal según el modelo neoliberal, un Estado residual pero  intratable, con el encargo de  garantizar el orden público y  las distintas transferencias de la riqueza en sentido ascendente. No se trata de disolverlo, porque es imprescindible para  para socializar las pérdidas (y además,  tendrá que seguir pagándole a la CEOE la subvención de cuatrocientos millones de euros.)
     Y es de ver lo rápido de reflejos que anda Rosell. Hace unos días, se supo  que el FMI, el BCE y la UE, todos a una, exigen a Grecia que el salario mínimo pase de 750 euros mensuales a 450. Y ya Rossel nos canta las ventajas de los minitrabajos, a los que se remunerará con 400 euros como máximo, con la posibilidad de que usted y yo, a menos que seamos holgazanes, tomemos dos…  Y ya nos podemos imaginar cómo se representa el señor Rosell la “necesaria” reforma del mercado laboral, a empezar por una congelación salarial de larga duración y por el despido a la china, de una patada.
     Si  Rosell se sale con la suya todos los males del Tercer Mundo irrumpirán en nuestro país, llevándose por delante la cohesión social y todos los progresos que tanto costó realizar y consolidar. Y el primer problema es que Rosell, en sintonía con el FMI, el BCE y la UE, ignorante de las consecuencias políticas y humanas del programa que se trae entre manos, puede acabar por llevar a nuestra democracia más allá del límite de su resistencia. 
     Si se expresa en tales términos sin prestar la menor atención al grado de indignación ya alcanzado, parece inútil pedirle un poco de sentido de la responsabilidad histórica. Pero algo hay que decirle, pues cree que el horno está para bollos como los suyos, y  se engaña absolutamente. Es muy lamentable que personas situadas en puestos importantes, a fuerza de hacer sumas y restas,  empiecen a comportarse como pirómanos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

MERCKOZY SOCIEDAD ANÓNIMA

     Ana Flores nos pone ante la cruda evidencia de que Europa ha recortado su bienestar con la excusa del euro ( http://www.publico.es/dinero/411484/europa-recorta-su-bienestar-con-la-excusa-del-euro).  
     Lo más probable es que el euro no se salve, pero eso da igual: lo único que importa es ponernos en situación de ser  desvalijados y explotados hasta que nos quedemos en los huesos.  
     Como solución al paro Merckozy Sociedad Anónima recomienda vivamente los minisalarios de 400 euros. Es a lo que se quiere llegar: cuando el trabajador europeo cobre tanto como el trabajador chino, volverá a ser "competitivo". Esto es lo que se llama operar con sentido de futuro, con sentido de poder. Lo de aumentar la jornada laboral a 65 horas semanales fue algo más que una salida de tono, si pensamos en lo mucho que trabajan los chinos. La cosa va de mandarinatos y todo se andará.
     Una vez más debo recomendar el libro de Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Nada hay de sorprendente en todo esto: lo único novedoso es que  esté sucediendo en Europa, hoy víctima de los mismos asaltantes que destruyeron las esperanzas del Tercer Mundo y de la Rusia  de Gorbachov.  He de decir que la primera vez que tuve un atisbo de estas cosas fue a  finales de los años setenta, cuando el plan neoliberal del ministro de la dictadura argentina Martínez de Hoz fue definido como "shock de terror económico" por un experto alemán cuyo nombre he olvidado.  Se trataba de imponer el dogma neoliberal y de doblegar a la sociedad, de las dos cosas a la vez. Hay mucha experiencia acumulada al respecto y sería necio llamarse a engaño. ¿Por qué creemos que los neoliberales no temen las reacciones sociales? Porque confían en sus expertos en márketing, en los medios policiales y parapoliciales, y en el poder debilitador de las dosis crecientes de miseria. Recuérdese que todo esto se puso a prueba en Indonesia hace una pila de años, y que no por casualidad se actúa como si nada hubiese que temer de los pueblos, cosa que a mi me parece una locura. 
    Pues bien, he aquí la triste verdad: la clase política europea ha sido abducida por los predicadores neoliberales y por los intereses correspondientes, y ahora  vemos los resultados. Se ha formado en esa escuela y en su doctrina antiilustrada, en sus viejas ideas servidas como nuevas, se ha formado en su fe en la propaganda y el márketing político, se ha formado en su desprecio por la gente, en su  sentido oligárquico del poder. Está mentalmente envenenada, físicamente comprada, carece de sentido histórico,  de sentido de la responsabilidad, no tiene piedad,  no tienen ningún plan digno de ser compartido con las personas normales, ningún proyecto digno de tal nombre; en suma, no da más de sí, y solo piensa en "la pela", sobre todo en la pela de los tiburones. 
     En lugar de servir al bien común como es su deber, esta clase política  sirve descaradamente a una elite rapaz  ya metida en la tarea de acaparar el dominio del mundo.  Merckozy es la cara europea de Carlos Menem o del odioso Fujimori. 
     En el libro Palabras para indignados. Hacia una nueva revolución humanista, Cristina García Rosales y yo hemos dado cuenta de cómo se ha llevado a cabo la revolución de los muy ricos, de la cual esta fullera  refundación de Europa publicitada el viernes forma parte como victoria, sólo asombrosa por tener lugar en el Viejo Continente. Allí ponemos a la luz la filosofía de la élite del poder que pretende llevarnos a empujones a una edad oscura como no hubo otra igual, a una sociedad  jerarquizada de corte oligárquico, a un mundo de amos y esclavos.
    Lo que se tramó en unos think-tanks ultrarreaccionarios (Heritage, Cato, Bradley American Enterprise Institute, etc.) a principios de los años setenta nos ha robado, mediante sobornos y chantajes, la entera cosecha del período inaugurado en 1945. Nótese que el pueblo norteamericano no fue a mejor con la fórmula neoliberal servida por esos think-tanks, sino claramente a peor. Hoy cuenta con 47 millones de pobres, 14 de ellos en las alcantarillas, y con una desigualdad social pasmosa. El neoliberalismo no puede ofrecer otra cosa, como acredita la devastación del Tercer Mundo y como podemos comprobar nosotros mismos en el espacio europeo, donde ya contamos, a la chita callando –antes de lo peor, que viene ahora–, con 25 millones de parados, con 40 millones de pobres y con 80 millones al borde de la miseria, como oportunamente nos acaba de recordar Ana Flores.
    Naturalmente, la legislación social europea  es/era un estorbo, una excepción molestísima, si pensamos en los usos y costumbres norteamericanos, impuestos por esa elite, y en los usos chinos, dictados por una oligarquía  no menos corrupta y totalitaria. Nada mejor  que acabar con esa singularidad europea: Se elimina una objeción a la barbarie neoliberal y se pone a disposición de la elite la posibilidad de hacer grandes negocios con la privatización de lo que quede del Estado de Servicios europeo. Ya se las promete muy felices esta gente: lo que al contribuyente le costó muchos años construir y desarrollar, le caerá en las manos a precio de saldo, con alguna ayuditas adicionales del Estado en quiebra.
    En la Edad Media se hablaba, con conmiseración, de “la pobre gente que paga impuestos”, pues obviamente no los pagaban ni la Iglesia ni los nobles. Pues eso, amigos.
    Pero esto va a acabar muy mal. Porque la  elite arrogante no tiene que vérselas con pueblos ágrafos, como ella quisiera, y a lo que apunta descaradamente con la destrucción de la enseñanza pública, el fomento de las escuelas privadas de corte religioso y el Plan Bolonia.
     Y como no somos ágrafos, estamos indignados. Hasta los niños saben hoy que se está utilizando el dinero del contribuyente para especular y para crear fondos esotéricos al servicio de la banca privada, en la seguridad de que si vienen mal dadas –cosa segura– el pobre lo pagará con la piel. Hasta los niños se han dado cuenta de que las pérdidas se socializan de la manera más frívola que quepa imaginar, lo que ya forma parte de las reglas del juego. 
    Hasta los niños se han dado cuenta de que la tijera se mete en los asuntos sociales, sin que en ningún momento se haya dicho una sola palabra sobre recortar los gastos militares y eclesiásticos, sobre poner coto a la impunidad fiscal de los ricos y de la banca, sin que se haya hablado de molestar a los usuarios de paraísos fiscales o de liquidarlos sencillamente, no sea que se fastidie el tramposo juego, que requiere anchas vías de evasión para los monstruos del momento, mafia incluida. 

viernes, 9 de diciembre de 2011

LA “REFUNDACIÓN DE EUROPA”, UN PASO MÁS HACIA EL ABISMO

    Este viernes, tras misteriosas reuniones nocturnas, ha tenido lugar lo que pomposamente se anunció como la “refundación de Europa”,  sin que se haya puesto el menor límite al mecanismo fatal que a todos nos lleva a la ruina. Recordaré esta fecha como el viernes negro europeo. No sé a santo de qué Sarkozy y Merckel han sonreído tanto. Simplemente, este ha sido un capítulo más de la revolución de los muy ricos, incapaces de detenerse. Como no será que ahora todas las Constituciones europeas se verán mancilladas, traicionando su sentido, con la intromisión de articulados favorables a dar garantías a esos dementes, articulados lógicamente contradictorios con el espíritu y la letra de cada una de ellas, a aprobar a puerta cerrada.     
     Se da el espaldarazo a la austeridad presupuestaria, y se mantiene  en pie el loco mecanismo por el cual se dan todas las ventajas a la banca privada sobre los Estados, y se oficializa la actuación, en campo Europeo, del FMI, que operará aquí como ya operó en la Argentina y en Indonesia. Lo único que han podido hacer la señora Merckel y el señor Sarkozy, cuando éste había llamado a rebato para salvar a Europa y salvar al euro, es bendecir dicho  mecanismo, dando por buenas las prescripciones del capo del BCE, señor Draghi, el hombre de Goldman Sachs,  y del sheriff Geithner, terne en su batalla por el dominio del mundo sin preocuparse como debiera de cómo van las cosas en su desventurado país.
     Encima, no hay ninguna garantía de que el euro vaya a salvarse, pues en ninguna parte está escrito que los chantajistas, a los que tanto se ha cedido, vayan a conformarse, pues no tienen límites ni forma parte de su esencia conmoverse ante nada.  
    Esta impresentable “refundación de Europa” que acaba de anunciarse a bombo y platillo se hace a costa de los europeos y de su futuro, no a costa de los pícaros que nos han metido en este desfiladero. Ya habrá gente calculadora y prudente que, visto lo visto, a estas horas esté remitiendo fuera de Europa gran cantidad de dinero, no sea que esto reviente y sólo queden parados y miniasalariados para responder del gigantesco bluff. Pero los financieros amantes de riesgo, desde luego que invertirán, no precisamente en el sentido de reactivar.
    Si a tan poco han llegado nuestros dirigentes, si sólo tienen valor para enfrentarse a sus respectivos pueblos, nunca a los beneficiarios de la colosal estafa que estamos padeciendo, se comprenderá que me sienta bastante inquieto sobre el porvenir inmediato, que será de franca recesión. Estados Unidos va por mal camino, Europa también, sobre los mismos rieles. La locura neoliberal debería haber acabado hace tiempo, pero va a más. Y nótese que a los pueblos mismos estos dirigentes, ya puestos a refundar, no han tenido nada que decirles. El problema es que no sólo nos dan la espalda, fulleramente, porque también se la dan a la mismísima realidad. No hace falta ser un adivino para predecir un triple desastre, económico, político y social. La revolución de los muy ricos no apunta a otra cosa.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

TIMOTHY GEITHNER & MARIO DRAGHI



     Mis amigos bienpensantes creen que, ahora sí, que Europa sentará las bases de su recuperación gracias al cónclave del viernes, que interpretan esperanzadamente en sentido positivo.
    El antidemocrático nombramiento de los señores Monti y Papademos  les causa placer, y no se ponen de color gris al considerar la participación del Fondo Monetario Internacional en los asuntos europeos más delicados.
   Mis amigos bienpensantes tienen una gran confianza en la dinámica señora Lagarde.  Celebran incluso el encuentro de Mariano Rajoy con el sheriff Geithner, del que esperan misteriosos resultados. Aunque no le conozcan, tienen en alta estima al señor  Mario Draghi, presidente del BCE. Además, confían en que del genio combinado de Sarkozy y de la señora Merckel salga algo positivo, y ya ven a España saliendo del rincón para ocupar un puesto de primera fila.  Y se enfadan conmigo, por considerarme un pájaro de  mal agüero.
    Si dejamos aparte las banderías políticas, creo que nos dividimos en dos grandes clases, la de los bienpensantes y la de los malpensados, en la cual me incluyo. Me gustaría muchísimo poder confiar, pero no puedo. Ya sé que da miedo contemplar el panorama europeo y mundial con los ojos abiertos, pero la cosa está demasiado clara como para hacerse el sueco.
   Yo veo a Europa sometida al poder más cutre de todos los tiempos, y no me fío un pelo de las intenciones de ciertos personajes a quienes no hemos tenido el privilegio de elegir y a quienes nuestros representantes electos han sido incapaces de parar los pies.
    Que Obama pusiese el Tesoro en manos de Timothy Geithner  fue una indicación precisa acerca del signo de los tiempos. No estamos ante un problema exclusivamente  europeo, claro que no. Estamos ante un asunto de poder, ante un descarado asunto de poder, de poder cutre como acabo de decir, desprovisto de cualquier consideración que vaya más allá de la pela, del gran negocio.
    Acusado de eludir al fisco –ocultándole unos dineros recibidos del FMI–, perfectamente al día de las trapisondas de Wall Street, que incluyen tomarle al pelo  al Congreso, maquillar las cifras y arramblar con el dinero del contribuyente a las claras y por la puerta de atrás,  el sheriff Geithner no  está en condiciones de dar lecciones a nadie. Si queremos saber lo que nos espera, sus víctimas brasileñas, mexicanas, indonesias, coreanas y tailandesas ya han pasado por la experiencia. Sépase al menos que por su formación es tributario de Kissinger y de Nitze, dos halcones más interesados en el dominio del mundo que en el bienestar de sus habitantes. El señor Draghi, de fulgurante carrera en tiempos de Berlusconi, es un personaje de Goldman Sachs. La dinámica señora Lagarde, buena amiga de Condolezza Rice, sirve a intereses atlantistas que nada tienen que ver con la finalidad original del FMI. Y no sigo porque no tiene sentido. 

lunes, 5 de diciembre de 2011

LOS SOLLOZOS DE ELSA FORNERO



    Sentada a la vera de Mario Monti, Elsa Fornero, ministra de Trabajo, se ha echado a llorar, incapaz de exponer los planes  que su jefe  tiene para los italianos.  Yo la comprendo, y le digo que sus lágrimas la honran.
   Lo único que no entiendo es que, con su sensibilidad, haya tomado plaza en ese gabinete surgido de un golpe de mano de los mercados contra la democracia italiana y, por extensión, contra la de todos nosotros. ¿Qué se podía esperar del señor Monti, el hombre de Goldman Sachs, salvo  una sucesión de salvajadas? No es que Europa corra peligro, es que ya se ha ido al carajo.
    Y motivos para llorar hay muchos.  Y no sólo para llorar de tristeza, sino también de rabia. Después de muchos años de soportar aquello de “¡la economía, estúpidos!”, después de oír que sólo los magos de la economía saben de qué va la cosa, resulta que nos han conducido hasta aquí, de donde sólo se pude “salir”con rumbo al infierno. Y resulta que esto mismo ya ha ocurrido en otras latitudes, y que no cabe ver en ello ninguna novedad. Lo único novedoso es que esto suceda en Europa, que de pronto pide auxilio al FMI, como si no se supiera a qué se dedica desde hace décadas.
    Ahora resulta que hasta el euro está en peligro. Me viene a la memoria que a Sadam Hussein le costó muy caro hablar de transferir sus divisas de dólares a euros, y recuerdo, como de pasada, que no fue una buena idea por parte de Gadafi la ilusión de crear una moneda africana sólidamente  anclada en el oro. No vaya a ser que los historiadores de mañana, si llega a haberlos, se vean obligados a contemplar la hipótesis de que  la basura financiera de la víspera, que todavía sigue dando vueltas, haya sido algo más que una locura y una colosal estafa.
    Por lo demás, doy por sentado que nos están empujando brutalmente hacia lo peor del siglo XIX,  hacia el capitalismo salvaje. Ya  va cobrando forma ante nuestros ojos, donde esperábamos cohesión social y progreso, una sociedad jerárquica, absolutamente retrógrada, de tipo medieval pero peor, por estar basada no  en la nobleza sino  en dinero –real o ficticio– y por estar caracterizada por no tener ni el menor asomo de lo que antes se llamaba temor de Dios. Aquí no hay ni justicia ni caridad, como cualquiera comprobar, y estamos ante el poder más cutre y mezquino de todos los tiempos.
    Y por eso son tan significativas las lágrimas de Elsa Fornero. Se acabaron las bromas. Ya sabemos adónde apuntan las deliberaciones a puerta cerrada, los actos extraparlamentarios, ya sabemos por qué se toman decisiones en domingo, por qué se escalonan las medidas, a todas luces indefinidas y siempre INSUFICIENTES. Y es que la lógica de los chantajes es esa precisamente.
    Todo está claro, la  estafa, el fraude, los embustes, todo. Y esto va muy rápido:  es obvio que Monti y los suyos –que los hay en todas partes– ya no tienen tiempo de maquillar sus salvajadas. Y es que la cosa se les ha ido de las manos, lo que es típico de los aprendices de brujo, de los déspotas y de los desequilibrados. De hecho, ya están dando lo que se dice un espectáculo. Y no lo digo por las lágrimas de Elsa Fornero: Si las personas decentes que ocupan cargos en Europa llorasen cuando se tiene que llorar, en lugar de sonreír neciamente, quizá estaríamos a tiempo para hacer algo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

LA DERROTA DEL PSOE


    Un buen amigo, socialista de toda la vida, me ha expresado la creencia de que el PSOE ha sido derrotado por culpa de la incomprensión de la izquierda y, desde luego, por la crisis, siéndome imposible arrancar de él la menor autocrítica. Defiende a Rubalcaba y da pruebas de confiar en las posibilidades de Carme Chacón, al tiempo que descalifica fríamente a los indignados.
   Nunca le vi tan perdido y vulnerable, y eso que ha tenido que pasar por no pocos trances amargos, como muchos votantes del PSOE.  Está claro que, mientras el PP aglutina a todo lo que se mueve desde el centro derecha a la derecha extrema, no ocurre lo mismo del lado contrario.  Da la impresión de que el “bipartidismo imperfecto” se encuentra en crisis, quizá entrado ya en una fase terminal más o menos larga, se modifique o no la ley electoral.
     Lleva cierta razón mi amigo socialista cuando dice que Zapatero hizo las reformas a regañadientes, y que si las demoró es porque le repugnaban, pero eso no implica que el votante de la izquierda, ya aguzados sus cinco sentidos por la crisis,  le vaya a celebrar los resultados, aunque se le diga que podríamos estar peor de no haber cedido él al chantaje de los mercados. Ya dije que esta crisis es sumamente dañina para la democracia. Al PSOE le ha tocado pagar los platos rotos, y ya veremos como sale librado el PP. Pero hay más cosas que decir.
     Era prácticamente imposible que Rubalcaba, el hombre fuerte del gobierno socialista, pudiera salir airoso de la prueba electoral, pues estaba tan quemado como el propio Zapatero, de cuya gestión no tuvo a bien distanciarse ni un milímetro. En realidad, no ha habido incomprensión de la izquierda. Lo que ha habido es un espejismo, por el cual el PSOE se ha sentido en la izquierda, sin advertir su obvia traslación hacia la derecha, para colmo vergonzante. Mucha gente ha sido testigo de esa traslación, y no precisamente la más despistada.
    El trágala de la modificación constitucional no ha sido un asunto menor, como tampoco la forma en que nos vimos involucrados en los sucesos de Libia, como la forma en que hemos acabado integrados en el famoso escudo antimisiles. Entiendo que mi amigo socialista vea con simpatía  a Carme Chacón, pero no debería olvidar que precisamente ella ha andado en estos arreglos, como también en el “manejo” de lo de Afganistán, teniendo en todo ello un papel muy semejante al que ha cumplido Elena Salgado, de modales no menos exquisitos.
    Se me ocurre que a estas alturas el PSOE se ha habituado a la práctica de la acomodación, algo que le viene de lejos, de cuando era de temer algún coletazo de la dictadura.  Y se me ocurre que, de aquí en adelante, tal y como están las cosas, no le va a ser suficiente con seguir en las mismas.  Los que hablan de renovar el partido harían bien no creer ni por un momento que los indignados son estúpidos y ellos los únicos listos. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

HABLA SARKOZY

    Cuando las alarmas sonaron, en el 2011,  bien hecho el diagnóstico de la situación, Sarkozy propuso la " refundación del capitalismo". La salvación pasaba por algo grande, comparable, por lo menos, con los acuerdos de Bretton  Woods. Nada se ha hecho al respecto, tampoco él, que ahora nos propone, simplemente, la "refundación de Europa", a realizar en clave de austeridad.  Valor sí que tiene, pues habla y muestra sus cartas, cosa rara en un escenario político donde, a falta de propuestas serias y decentes, otros se conforman con breves comunicados y calculadas conferencias de prensa. Pero no es que él tenga propuestas serias y decentes, no.
      A creer a Sarkozy, la jornada de treinta y cinco horas y la posibilidad de jubilarse a los sesenta años han sido los grandes errores. ¡Acabáramos!  Ha vuelto a repetir que lo más importante es el "trabajo duro".  Ni una palabra de autocrítica, nada de nada. Cuatro mil franceses notables escucharon el mensaje publicitario presidencial sin hacerle ascos, como si aquí todos tuviésemos que estar de acuerdo con poner a Europa al servicio del Comité del Dolor integrado por banqueros, grandes empresarios y gigantes de las finanzas.
    Y esto aparece en primera plana, mientras la acción combinada de los bancos centrales de ambos lados del Atlántico se apresta a insuflar una impresionante cantidad de dinero al sistema, es decir, a la banca privada. Esta acción indica que   que la pirámide de Ponzi planetaria está  a punto de derrumbarse definitivamente. La puesta en escena ha sido de lo más cuidadosa, para que el ciudadano desprevenido y bien pensante no tenga la impresión de que se repite la jugada de hace tres años (una socialización de las pérdidas en toda la regla e incluso algo más, pues hay un descarado e incontrolado trasvase de riqueza hacia arriba).
    Sí, claro que se va a hacer todo lo posible para que los europeos no se vean metidos en un corralito y luego en un corralón, pero a su costa. Y Europa, si se impone la línea de Sarkozy, a buen seguro que va a perder en el envite su singularidad, irritante desde la óptica del capitalismo salvaje, necesitado de esclavos.
    Desde esta óptica es intolerable que los ciudadanos europeos tengamos más derechos que los norteamericanos y los chinos.  Por eso no se va a hacer otra cosa que seguir ayudando a los tiburones de las finanzas con una mano, al tiempo que con la otra se laminan los derechos que tanto esfuerzo costó conquistar a nuestros padres y abuelos. 
    

domingo, 27 de noviembre de 2011

DE LIBIA A SIRIA


     A creer a los medios de comunicación y a los gobiernos occidentales, a creer a las Naciones Unidas y a la OTAN,  la intervención en Libia se debió a las más nobles intenciones.  Se trataba de proteger a la población civil contra el sanguinario Gadafi.  Este mensaje fue repetido una y mil veces. Era, nos dijeron, una intervención humanitaria, y las intervenciones humanitarias no se discuten. 
     Supongo que es muy agradable creer en la historia oficial, pero bien claro ha quedado que todas esas bellas palabras han servido para encubrir un golpe neocolonial en toda la regla, motivado por intereses geoestratégicos y petroleros. Primero se introducen armas y mercenarios acompañados de asesores, luego se habla de la barbarie del líder atacado, y empiezan los bombardeos encaminados no a proteger  a los civiles sino a acabar con él.
    La gente de bien se resiste a creer que los más altos poderes puedan ser tan increíblemente hipócritas, tan cínicos, de ahí la eficacia de la retórica neocolonial.  Ahora, según parece,  la misma fórmula se está aplicando en Siria. Se nos hace saber que Bashir Al Assad es una bestia, un genocida, y algo habrá que hacer para poner fin a su régimen, otra vez por razones humanitarias, expresión que a estas alturas debería darnos grima, por el tufo goebellsiano que despide a tres leguas.
   La información no oficial nos habla de una operación multinacional contra Al Assad, similar a la que acabó con Gadafi. Se instruye a rebeldes, se les arma, se les paga, etc. y se proclama a los cuatro vientos que Al Assad está disparando por pura maldad, no para defenderse. En este caso, de gran peso son los intereses geoestratégicos de Israel, y principalmente, todo lo que se refiere, ya que no al petróleo, al control del agua. Y es que ya hemos entrado una  fase terminal, en la que se lucha por recursos naturales.

viernes, 25 de noviembre de 2011

A LA CLASE POLÍTICA EUROPEA (URGENTE)


     De seguir las cosas por este camino, ser demócrata, ser europeísta, ser español o griego dejará de tener sentido, salvo para la nostalgia.  
     Está visto que  la clase política europea no se atreve a poner freno a los poderes económicos de ambos lados del Atlántico: les tiene un miedo espantoso, por no hablar de los intereses particulares.  Que son poderes  temibles, eso ya lo sabemos. Pero hay que tener en cuenta que, una de dos, o saca fuerzas de flaqueza y les para los pies, o se verá pillada entre dos fuegos, viéndose obligada a elegir luego, sin duda a la desesperada, de parte de quién se pone, ya sin posibilidad alguna de engañar a nadie.
    Porque de seguir las cosas así, dicha clase política tendrá que vérselas con una rebeldía generalizada, con una desobediencia creciente, consecuencia directa de la pérdida de legitimidad. Llegados a cierto punto, al parecer cercano, ya sólo le quedará apelar a las fuerzas del orden público, obligándolas a ir más allá de lo permisible en un sistema democrático digno de tal nombre. 
     Sépase que  es bastante más fácil meter en cintura a los poderes económicos que meter en cintura a los pueblos irritados con razón. Y nuestra clase política debería recordarlo. ¿O es que no lo recuerda porque lo ignora, porque no sabe nada de historia? A ella le toca decir basta, no a los pueblos, pero si ella se obstina en ir por la línea del menor esfuerzo a costa del bien común, ¿qué cree que va a pasar? 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA VICTORIA DE RAJOY


     Como se veía venir, el PP venció ampliamente el 20 de noviembre. Para el PSOE la cita electoral ha tenido un resultado calamitoso, y si el daño no fue mayor se lo debe al hecho de que muchas personas de espíritu práctico pensaron que votarle a Rubalcaba era la única manera de oponerse al rodillo de Rajoy. 
    Así las cosas, tras las elecciones, nuestro “bipartidismo imperfecto” es aún más imperfecto, y esto porque la izquierda está dividida y porque al PSOE le costará salir del agujero. El tiempo no ha pasado en vano, y a los desaciertos de Felipe González han venido a sumarse los de José Luis Rodríguez Zapatero. La memoria, a su manera, hace sus sumas y multiplicaciones, y no se puede vivir eternamente del recuerdo de Pablo Iglesias, como tampoco se puede levantar nada creíble sobre el antiguo miedo a la derecha. Acabamos de comprobarlo. Además, eso de hacer una política de derechas desde la izquierda sin sufrir bajas, es una forma de suicidio.  Sólo se puede servir a dos señores –al pueblo llano y a los primates del sistema atlántico– en fase de vacas gordas, y esto con disimulo. En los tiempos que corren, no hay manera. 
    Hay un problema que me obsesiona:  La presente crisis es una máquina de triturar sistemas democráticos. Lo que le ha ocurrido al PSOE no es más que un adelanto, sobre el cual debería tomar nota el victorioso PP antes de que sea tarde. No dudo de la capacidad de autoregeneración de los sistemas democráticos, pero hay que andarse con ojo. 
    La mayoría absoluta carga sobre las espaldas del PP una responsabilidad histórica de género abrumador. No sólo tiene que lidiar con una crisis económica sin precedentes; también debe arreglárselas para dejar bien claro que nuestra democracia sirve al bien común y no a otra cosa. Si  Mariano Rajoy se limita a ejecutar el proyecto del Comité del Dolor integrado por grandes banqueros, grandes empresarios y magos de las finanzas, no sólo sufrirá el PP. Sufrirá el sistema político que nos dimos en 1978, una perspectiva realmente espantosa.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

LA EUROPA FRACASADA


    Hace tiempo que el sueño europeo degeneró en pesadilla. Y ahora vienen las consecuencias, en forma de crisis del euro, negociaciones a puerta cerrada, desprecio por el bien común y gobiernos carentes de legitimidad democrática como los de Grecia e Italia.
    Europa se ha labrado su desgracia a pulso, y sus bien alimentados y doctos dirigentes carecen de disculpa.  Todavía vale la pena leer El sueño europeo, de Jeremy Rifkin, pero no para hacerse ilusiones, sino para lamentar lo que pudo ser y no fue. 
    Esos dirigentes, lejos de afirmarse en la singularidad europea heredada de Adenanuer,  De Gasperi y Monet, se dejaron acunar por los mantas neoliberales que venían del otro lado del Atlántico, hasta marearse, hasta perder la conciencia histórica.  De ahí que confiasen la Constitución europea al neoliberal atlantista Valery Giscard d’Estaing, el amigo de Bokassa, de ahí que, rechazado el aborto consiguiente por la ciudadanía, prefiriesen seguir adelante sin ninguna Constitución.  No querían verse con las manos atadas por un documento serio. De ahí que se cuidasen muy mucho de suscribir una Carta Social. Y ahora precisamente vemos las consecuencias, y ellos se ven con las manos libres para acogotar a los pueblos.
    Europeísta convencido, yo todavía recuerdo mi estupefacción al descubrir que el secretario general del Partido Popular Europeo no era otro que Alejandro Agag, el  cuñado de Aznar. ¿Qué pintaba este  avispadísimo hombre de negocios en ese puesto?  ¿A tal punto había degenerado el centro-derecha europeo? Pues sí. Y también el centro izquierda se había ido al diablo, comprado y enviciado.
    Todo el sistema se había desplazado hacia la derecha, y tanto los prohombres de la derecha como los de la izquierda, pisoteados sus respectivos ideales democristianos y socialdemócratas, se entendían de maravilla –mafiosamente– en clave neoliberal. Los resultados, a la vista. Para esta gente, desde el primer momento, el mayor estorbo ha sido el Estado social europeo, una rémora intolerable desde la óptica neoliberal. Ahora se están dando el lujo de dejarlo en los huesos. Tomemos nota los europeos desprevenidos: en los Estados Unidos hay casi cincuenta millones de pobres –catorce de ellos en las alcantarillas– y unas desigualdades que claman al cielo. Debería bastarnos un vistazo a ese país para saber lo que nos espera. Es tarde para pedirles a los máximos dirigentes europeos, parte de los cuales no dependen para nada de nuestros votos, un mínimo de respeto por los valores de la vieja Europa, pues viven de copiar y de servir a sus oscuros patrones. 
   Con todo, no debemos meter a todos los políticos europeos en el mismo saco. A los que quieran rebelarse contra esa mafia, hay que apoyarles, bien que exigiéndoles que nos den cuenta de su existencia. 

martes, 15 de noviembre de 2011

DE LA CRISIS AL DESASTRE


    Vivimos, como es sabido, en la era del dinero fiduciario, basado todo él en la confianza, y precisamente es  confianza lo que no hay ni puede haber en las actuales circunstancias.
   De ahí que haya servido de tan poco que las altas autoridades europeas hayan creado un fondo de un billón de euros para tapar agujeros, esto es, para tranquilizar a los bancos, a las grandes empresas y, en general, a los magos de las finanzas globales.  No es de extrañar:  ya no se sabe muy bien qué es lo que demonios hay dentro de ese fondo, con la particularidad de que los sujetos a tranquilizar saben mejor nadie que no es oro todo lo que reluce. 
    Se está haciendo un esfuerzo supremo para impedir que se venga abajo el sistema. Nos encontramos ante un pirámide de Ponzi y no hace falta ser un genio para predecir un desastre mil veces peor que el del año 29, con un coste político y humano que será, como mínimo, el de entonces, espantoso, aunque se llegue a él a cámara lenta. 
    Me quedan pocas esperanzas de que los mismos personajes sapientísimos que nos han conducido a este desfiladero sean capaces de rectificar. No lo han hecho, luego no lo harán. Les pasa como a los adictos a la heroína que, una vez enganchados, la prefieren a cualquier otra cosa, al punto de parecer estúpidos y de arruinarse a sí mismos y a sus familias, como ellos están arruinando a sus pueblos, ebrios de ortodoxia neoliberal.
     No tiene ninguna gracia pensar que estamos en manos de gentes así. ¿Cuándo entrarán en razón? ¿Cuando vean convertidos los billetes, los valores y  los malditos bonos en papeluchos? Para  entonces, el sistema político europeo habrá sido triturado. Nótese que Monti ha venido a rematar la obra iniciada por Berlusconi, como Papademos ha venido a rematar la obra de Papandreu, sin que nadie, ni los tontos, hayan recuperado la confianza, ese bien perdido, a todas luces incompatible con la acción de desplumar a los pueblos. EL BCE y Bruselas, ya metidos de lleno en esta acción demencial, deberían ir entonando un mea culpa, porque mañana será demasiado tarde, y cosa que digan será tenida por tramposa, malvada y antidemocrática. 

lunes, 14 de noviembre de 2011

MARIO MONTI COMO DESGRACIA

   Ya es oficial: tras la dimisión de Berlusconi, llega Mario Monti, por lo que no tiene ningún sentido celebrar la caída del Cavaliere. Entiendo que la llegada de Monti al poder es una desgracia para Italia y para Europa. Porque a este señor no lo han elegido los italianos sino el mismísimo Comité del Dolor integrado por banqueros, financieros y grandes empresarios. Queda claro que este Comité   se ha apoderado del destino de Europa a mayor gloria de sus particulares intereses.
    Increíble pero cierto: Monti  ha declarado que pretende agotar la legislatura, y mantenerse en el poder, al frente de un gobierno de unidad, hasta el año 2013…  Los buenos europeos, que somos demócratas hasta los tuétanos, tenemos la obligación de denunciar este golpe de Estado de los mercados, el segundo, después del griego. Celebrarlo le convertiría  a uno en un colaboracionista, en un cómplice de la dictadura neoliberal. Así de claro.
     Ya no estamos ante un problema meramente económico, sino ante un drama político y moral.  Porque el  señor Monti, director europeo de la Comisión Trilateral, directivo del Club Bildelberg, asesor de la multinacional Coca-Cola, ha figurado hasta ayer mismo entre los altos ejecutivos de Goldman Sachs, el banco de inversión involucrado en el loco y tenebroso asunto de las hipotecas suprime. Pintarlo como simple tecnócrata es algo más que un abuso de confianza. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

PAPADEMOS, MONTI Y LOS QUE VENGAN: ¡QUÉ VERGÜENZA!

    Ahora resulta que al infortunado Papandreu, elegido democráticamente por los griegos, le viene a sustituir  un tal  Papademos, un tecnócrata, un secuaz de lo que Krugman ha llamado el Comité del Dolor (integrado por banqueros, grandes empresarios y tiburones de las finanzas).
    Presenciamos, en primera fila, la quiebra de la democracia griega, en la línea de lo que yo me temía.  Es mismamente como si aquí padeciésemos la súbita ascensión de  Boyer, Rato,  Pizarro  o a Zutano a la jefatura de un  pomposo gobierno de salvación nacional encaminado a satisfacer las exigencias del Comité.
     La operación de desplumar al pueblo griego que el señor Papandreu no pudo llevar a su término satisfactoriamente pasa a ser encomendada a un tecnócrata, el cual, por no deberse a dicho pueblo en ningún sentido, es de suponer que no se detendrá ante nada. (Es de suponer, porque no se va muy lejos cuando la legitimidad del sistema se ha quedado a cero.)
    Y ya Goldman Sachs pide para Italia la misma fórmula. El secuaz elegido para sustituir a Berlusconi será, al parecer, el señor Mario Monti, otro tecnócrata, de quien se espera que haga lo que Berlusconi, pendiente de sus electores, dijo que haría –desplumar  a los italianos– pero que hizo sólo un poquito, consciente de que hacerlo de verdad sería como suicidarse.
     No es que yo simpatice con  Berlusconi, pero no estoy dispuesto a dejarme manipular: los italianos lo eligieron, lo que no es el caso del señor Monti. La jugada es demasiado fea, demasiado antidemocrática, y la sola idea de que se repita merece una repulsa general.
    Claro que esto no importa, porque aquí  lo que se necesita es un individuo con las manos libres, sin compromisos con el pueblo, decidido a aplicar la tijera, el rodillo y hasta el hacha. Y conste que la promesa de futuras elecciones no tiene ningún valor, pues si no se hiciese estaríamos hablando golpes de   Estado convencionales. Claro que un  golpe de Estado de los Mercados es cualquier cosa menos convencional.
    Ya nos habíamos indignado ante el hecho de que la clase política europea no se comporte como tal. Ya nos habíamos percatado  de que Papandreu y Berlusconi, como otros, han sido esclavizados por el Comité del Dolor. Y ahora resulta que no eran esclavos suficientemente dóciles sino gentes con tiquis miquis muy molestos.  De ahí que el control pase directamente a los secuaces de dicho Comité. Para vomitar.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

GRECIA E ITALIA RUMBO A LO DESCONOCIDO


    El infortunado Papandreu quemó su último cartucho al anunciar la convocatoria de un referéndum. Pretendía que el pueblo griego se pronunciase a favor o en contra del plan de rescate que lo dejará entrampado para los restos. De paso, pretendía  presionar un poco al cerco de chantajistas, o al menos ganar tiempo, y también reducir su responsabilidad personal.  Las Autoridades Supremas no le permitieron seguir por ese camino a pesar de que el buen hombre no diese la menor prueba de trabajar a favor de una respuesta negativa. ¿Y si lo perdía, y si ganaba el no? ¡Con lo sensibles a la incertidumbre que son los mercados!
    Papandreu acaba de tirar la toalla y se constituirá un “gobierno de unidad”, un “gobierno de coalición”. En lugar de irse directamente a su casa, Papandreu negocia el invento con su rival  Antoni Samaras, el líder de Nueva Democracia, hasta hace poco resistente al chantaje financiero que padece su país.  El resultado de todo esto –lo veo venir– es la trituración del sistema democrático griego. El partido socialista griego y el partido de Samaras se irán juntitos por el sumidero de la historia.
     Y es que ahora lo único que importa es imponer las reformas canallas, dar seguridades al poder financiero global,  en el loco supuesto de que será posible torear indefinidamente a los pueblos.
     Por su parte,  el señor Berlusconi  pretende dejar su dimisión “para después”.  Antes de irse, nos dice, "tiene" que aplicar el plan de reformas canallas que le han dictado. A primera vista, sólo pretende salvar sus propios muebles y ganar tiempo, en la seguridad de que sus rivales, enclenques y mal avenidos, no sabrán qué hacer. Pero la cosa es más compleja, y va más allá de Berlusconi.
    El citado plan, flagrantemente contrario al bien común, centrado en dar una satisfacción creciente a una minoría rapaz e insaciable, tiene, entre otras particularidades, la de consumir políticos y sistemas políticos enteros, y la de ir de menos a más.  Los que mueven los hilos proceden por etapas,  alternando las promesas con las violencias, en plan usurero clásico, en plan proxeneta.  Y se trata de un viaje  a lo desconocido.
    El plan canalla carece de límite: su lógica, que no es otra que la de un chantaje, no lo tiene. Aquí, Zapatero ha acabado en los huesos, pero igual acabará su sucesor. Unos años más, y tendremos un formidable plantel de espectros políticos en un paisaje desolado.  Lo único sano es la indignación que todo esto nos produce.

domingo, 30 de octubre de 2011

LA INDIGNACIÓN DE RAFAEL CORREA


     Con motivo de la XXI  Cumbre Iberoamericana que tiene lugar en Asunción, Paraguay, el presidente de Ecuador, Rafael Correa,  ha tenido una actuación digna de elogio: se negó en redondo a escuchar el discurso de Pamela Cox, vicepresidenta para América Latina del Banco Mundial y cuestionó la participación de Ángel Gurría, secretario general de la Organización y el Desarrollo Económico. 
   En opinión de Correa estas personalidades, que forman parte de las burocracias que se han dedicado a chantajear a los Estados latinoamericanos, nada pintan en esta cumbre.
     Correa ha hablado claro y su gesto lo ennoblece. Nos hacen falta muchos Correa.  He aquí un presidente digno, ilustrado, que no se parece nada a los quisligs y vendepatrias que nos han conducido al presente desfiladero. Yo le aplaudo.

sábado, 29 de octubre de 2011

CHRISTOPHER PISSARIDES


   La Academia sueca acaba de otorgar el Nobel de Economía a este profesor del London School of Economics,  una nueva indicación sobre lo mal que van las cosas y sobre lo que nos cabe esperar.
    Interrogado sobre el caso español, con sus cinco millones de parados, el sabio sentencia que nuestros males se remontan... a los años setenta y ochenta, en los que, según él, se cometió el error de dar demasiado dinero a los obreros y demasiado poder a los sindicatos. Suena como música celestial en  los dominios de la CEOE  y del Comité del Dolor formado por banqueros, financieros y grandes empresarios. Ahora resulta que los culpables de la crisis hemos sido nosotros, los trabajadores, y los blandengues que nos han agasajado con derechos y salarios a todas luces inmerecidos. Sinceramente: hay que tener mucha jeta para decir una cosa así. 
    Parece mentira, pero a principios del siglo XXI estamos a punto de vernos reconducidos a los parámetros capitalistas del siglo XIX. Este Pissarides, por ejemplo, haría un buen papel al frente de una plantación de esclavos. A juzgar por la simpleza de sus planteamientos,  no creo que llegase a tener, ya metido en faena, eso que antes se llamaba mala conciencia. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

EUROPA HA PERDIDO EL HABLA


     Por lo visto, se está librando en la trastienda del sistema político-económico un forcejeo del que depende la suerte del proyecto europeo. Digo “por lo visto”, porque aunque ciudadano directamente afectado por las decisiones que se tomen, carezco de información seria y contrastada. Me encuentro  mareado por las cifras, hundido hasta el cuello en un amasijo de datos, en el que se incluyen las fintas de Berlusconi, las contradicciones de Sarkozy y las admoniciones ininteligibles de la señora Merckel.  Como europeo, no recibo explicaciones serias, y me siento rodeado de una oscuridad de tipo soviético.
   Me reconozco pendiente de las gesticulaciones de nuestros líderes políticos. Y esta irritante situación me recuerda la época en que uno vivía tratando de descifrar las intenciones de El Pardo, atento a las palabras sueltas de “los enterados”. Bien entendido que estos  líderes ni siquiera tienen el carácter necesario para dirigirse a la ciudadanía en primera persona, ni para dar explicaciones ni para responsabilizarse por sus actos. Sólo son capaces de hablar entre sí.  De sobra es sabido que hasta los tiranos tienen que dar algún tipo de explicación y responder de alguna manera a las inquietudes de la gente, y que es muy mal asunto cuando no dicen ni pío.
  ¿Qué les está pasando a los líderes europeos, a los que hemos elegido y a los que se han enchufado por sí mismos? ¿Se les comió la lengua el gato? No me cabe duda de que tienen cosas importantes que decir, pero me temo han perdido el habla porque no pueden decir nada presentable, nada respetable, nada decoroso, y eso que no les faltan medios para pintar de blanco lo que es negro. Quizá no haya otro misterio, pues todo indica que, por segunda vez, se echará mano del dinero del contribuyente –del ganado y del que presuntamente gane el día de mañana– para mantener a flote el sistema bancario y financiero… sin ninguna garantía de devolución, al tiempo que se deja en los huesos el Estado de Servicios. Se entiende, pues, que no digan esta boca es mía. El presidente Roosevelt fue capaz de reconducir muchos espíritus con sus charlas radiofónicas: tenía cosas positivas que proponer. Esta es la diferencia. 

martes, 25 de octubre de 2011

GADAFI Y HIJO MUTASSIM, LINCHADOS


    He recibido unas cuantas cartas en las que se me reprocha lo que escribí en la nota precedente, también la alusión a que Gadafi había cumplido  la promesa de morir en su tierra. Se me hace saber que los libios se han librado de un tirano, que lo están celebrando, que ahora son libres, que la comunidad internacional ha obrado de manera intachable. Y tengo que reafirmarme en lo dicho, punto por punto.
    En particular, tengo que redoblar mi repulsa sobre lo sucedido, con las nuevas evidencias. El linchamiento de Gadafi fue aún peor, si cabe, de lo que pareció en un primer momento, porque no sólo fue asesinado. También fue salvajemente torturado. Y resulta que su hijo Mutassim también ha sido asesinado, al parecer a manos de la misma jauría.  Todo esto es inaceptable y hay que exigir a las Naciones Unidas que tome cartas en el asunto con la mayor seriedad y prontitud. Es inútil buscar disculpas en tales o cuales presuntos crímenes de Gadafi y de su hijo. Inútil. Tomarse una cosa así a la ligera sería tanto como abdicar de nuestra condición de seres humanos. Quede claro.
   Nótese que esto  no ha ocurrido en un oscuro callejón. El mundo entero –niños incluidos–  ha podido verlo. Si no se hace nada al respecto, ¡qué inmensa vergüenza, qué deshonra para la humanidad! Y nótese que tras Gadafi y su hijo... hay miles de libios en situación de riesgo.

jueves, 20 de octubre de 2011

LA MUERTE DE GADAFI


      La visión del cadáver del líder libio, como  la de los despojos de Sadam Hussein, no me causa ni la menor satisfacción. Al contrario.  El vídeo  muestra un auténtico linchamiento, algo moralmente repulsivo. La "comunidad internacional" debe necesariamente cuestionarse el significado de haberse involucrado en semejante acción. Lo sucedido nos indica en qué fase de la historia nos encontramos. Empeoramos y ciertos cadáveres se exhiben como trofeos, por la tele, como antes se hacía en la plaza pública. 
    Anteayer enemigo de la potencia imperial, que en tiempos de Reagan bombardeó Trípoli y Bengazi haciendo pagar a justos por pecadores –en respuesta a un atentado acaecido en La Belle, un pub de Berlín–, ayer amigo de nuevo, tan amigo que hasta daba gusto sentarse en su jaima, hoy acribillado, Gadafi ha acabado sus días trágicamente,  previamente demonizado. Cumpliendo, eso sí, su promesa de morir en su patria.
    Se nos ha hecho saber que la intervención de la OTAN ha sido de tipo humanitario. La ministra Chacón acaba de agradecer a nuestros aviadores su contribución a “salvar vidas”.  ¡Un tirano menos, viva la democracia! ¡Qué buenos somos! "¡Guau!" ha exclamado la señora Clinton, al recibir la noticia del linchamiento de Gadafi... Obama a felicitado a los rebeldes a raíz de este suceso, dándoles el título de "vencedores"... 
      Mejor no pensar en los intereses petroleros, en los intereses geoestratégicos y en las divisas que controlaba Gadafi, un bocado apetitoso. Mejor no pensar en que lo sucedido nos confirma la disposición a derribar gobiernos incómodos a cualquier precio, sangrientamente, a lo que se supone que tenemos que ir acostumbrándonos.
   Mejor no pensar de qué forma se armó a la oposición a Gadafi, ni de qué manera se bombardeó el país, mucho más allá de lo que se nos dio a entender y siempre al servicio de los rebeldes.  Mejor no pensar en los inocentes masacrados. 
   Y mejor no pensar tampoco en lo que les espera a los libios.  Pero de algo podemos estar seguros, y es de que, por mucho que los intereses materiales y rapaces  se camuflen mediáticamente bajo lindas apelaciones humanitarias, todos vamos a acabar, tarde o temprano, igualmente mal. Nuestra civilización está fallando y nadie puede considerarse a salvo de la barbarie. Desde el punto de vista de la pobre humanidad, aquí lo terrible no es que Gadafi no fuera lo que se dice un buen hombre, lo terrible es que los que presumen de ser mejores evidentemente no lo son.

viernes, 14 de octubre de 2011

EL CASO FIDALGO

    José María Fildago, hasta hace poco secretario general de CCOO, todavía miembro de su Ejecutiva y del Consejo Confederal, se ha pasado al Partido Popular y se rumorea que podría ser el próximo ministro de Trabajo.
    Está de moda decir que derecha e izquierda son conceptos anticuados, y el caso puede servir  para que no nos quedemos completamente ciegos.
   Porque no estamos ante una traslación sin importancia: el flujo va –siempre en la línea del mínimo esfuerzo y de la máxima gratificación– de izquierda a derecha, y no al revés...   
    No ha sido un pequeño  éxito por parte de los agentes de la revolución de los muy ricos haber amaestrado a los sindicatos y haber contribuido a que se vean desacreditados ante los propios trabajadores. La operación ha salido tan bien que ya se puede fichar, con toda naturalidad, al señor Fidalgo, quizá sin que él mismo  y sus compañeros de la Ejecutiva se den cuenta del significado de esta traslación, del descrédito que proyecta sobre el sindicato, sobre todos los sindicatos y sobre el sistema político en sí mismo.
   A  juzgar por la indignación reinante,  nótese que de forma clamorosa se exige  de los representantes un mínimo de respeto por sus  representados y también  –¡a ver si se enteran!– por lo representado.

miércoles, 12 de octubre de 2011

EL SÁBADO 15 SALGO A LA CALLE

  Saldré, sí, a manifestarme pacífica y seriamente, en unión con todos los indignados.
   Lo haré porque estoy indignado, por  solidaridad con mi gente y también porque creo todavía en la posibilidad de conseguir un mundo mejor, convencido –además, sensación terrible– de que el tiempo se agota y de que la partida se está decidiendo precisamente ahora.
    Y saldré a la calle porque la clase gobernante española, europea y mundial necesita un severo toque de atención para recapacitar sobre las consecuencias de desplumar a la humanidad en beneficio de una minoría de egoístas locos y feroces.  Que se sepa que les hemos visto las cartas, que se acabaron los juegos trileros con la verdad y con los números. 
   Si me quedara en casa me sentiría un colaboracionista, un lacayo de esa minoría totalitaria, un cómplice, y en el mejor de los casos un tonto útil,  un imbécil.

viernes, 7 de octubre de 2011

EL ESCUDO ANTIMISILES…


    De forma súbita, el presidente Zapatero nos comunica que, como españoles y  europeos, estaremos bien  protegidos, gracias a nuestra incorporación al escudo antimisiles... Se habla de que el peligro puede venir de Irán y de Corea del Norte. Y ya está, pues se sobreentiende que no hay que hacer caso del enfado de los rusos.
     Sucede todo esto sin el menor debate, en el último tramo de la legislatura, con el parlamento disuelto, y uno se entera como de refilón, como si se tratase de un asuntillo de andar por casa. Una vez más, nuestra democracia se ha lucido, sonriendo mucho eso sí. Cuando el general Franco se entendía con los norteamericanos, al ciudadano, al menos, no le cabía ninguna clase de responsabilidad. Ahora, en cambio, se da por supuesto que alguna tiene, lo que da una pátina de respetabilidad a los acuerdos tomados a puerta cerrada, de cuyo alcance nos enteraremos cuando ya no haya nada que hacer.
     En su día, Gorbachov se mofó del escudo antimisiles, por lo visto fácil de burlar, pero –claro es– la gracia no estaba en su eficacia sino en el gran negocio, que se llevó los famosos “dividendos para la paz”, de cuyo reparto nunca se supo.

martes, 4 de octubre de 2011

BONO Y COSPEDAL, INDIGNANTES


   Casi al mismo tiempo, José Bono y Dolores de Cospedal se han referido al subsidio a los parados en un lenguaje común, dándonos a entender que debe ser controlado y revisado a la baja. La convergencia entre el supuesto socialista y la exultante dirigente popular forma parte, salta a la vista, de la larga y sinuosa campaña contra los logros de la clase trabajadora.
    Desde hace tiempo, oímos insinuaciones  repulsivas,  en forma de frases equívocas, globos sonda y lapsus. Se nos da a entender que la cobertura a los parados es excesiva, que hay abusos, que no faltan los holgazanes, que la economía no levantará vuelo si no se toman medidas para “dinamizar” el mercado de trabajo.
     Y esto se nos da a entender cuando ya estamos indignados, sin pensar ni por un momento en lo feo que es que personas bien situadas, con las espaldas bien cubiertas, se refieran en tales términos a personas mal situadas y con graves apuros de supervivencia. Todavía ni unos ni otros se atreven a proponer que se supriman los subsidios, pero mucho cuidado, porque vivimos en un mundo extraño, en el que se perfila una minoría esclavista y una mayoría esclavizada. 
    Uno de los logros de pasadas épocas fue que los ricos dejaran de comportarse arrogantemente ante quienes no lo son, lo que permitió suavizar el clima social y político por ambas partes, sobre bases constructivas. A fuerza de torpezas y groserías, el clima va a acabar completamente agriado.

viernes, 30 de septiembre de 2011

MIRANDO AL PORVENIR


    ¿Hasta cuándo  esta crisis? Me lo han preguntado, con angustia, y me quedé sin habla. Ahora se me acalambran los dedos.  Es indignante, pero esta crisis, de no mediar un milagro, de no verse  nuestros dirigentes  obligados a recapacitar, durará hasta que los estándares sociales europeos hayan sido reducidos a la mínima expresión, hasta que cosas y personas valgan tan poco que de gusto comprarlas por poca plata. Entonces y sólo entonces volveremos a ser atractivos y competitivos.  
   Los poderes globales se están aprovechando de la misma crisis que ellos causaron, con esa oscura finalidad. Así, Estados Unidos, teatro de estafas monstruosas, cargado de deudas, se escuda en la crisis europea para ocultar los problemas que, por la misma razón,  sus capitostes económicos no tienen ni la menor intención de resolver, al tiempo que, dentro del espacio europeo, se transfieren las culpas a los más débiles, cuyos ciudadanos son los más expuestos a volverse interesantes en el futuro próximo, como mano de obra barata y ejemplarmente quebrantada.  Razonando no se puede conseguir que la gente lo acepte, mediante el chantaje económico sí que se puede.
    La misma jugada que se hizo contra los intereses del pueblo norteamericano a mayor gloria de una minoría, se está perpetrando en Europa, y el resultado será igualmente espantoso.
    Mientras montar una fábrica cueste el doble en España que en China, no tiene sentido hacer números, como los genios de la deslocalización han sido los primeros en saber.  Si los obreros chinos no cuestan nada, mientras se los pueda contratar o despedir de un puntapié, no podemos pedir que nadie se interese por nuestra mano de obra. No hay más misterio, en lo tocante a nuestros cinco millones de parados. 
   Esto se veía venir, dígase lo que se diga, desde hace tiempo, desde que la secta neoliberal echó raíces de este lado del Atlántico.  ¿Creemos que fue casual que se encomendase la redacción de la Carta Magna europea al neoliberal y atlantista Valery Giscard d’Estaing? ¿Creemos que este buen amigo del sanguinario Bokassa nos iba a proponer algo aceptable? ¿Creemos que sólo por dejadez se ha traspapelado la Carta Social?  Desde hace tiempo, el Tercer Mundo está creciendo en el espacio de los privilegiados. Y esto promete dolor, mucho dolor, siendo inútil buscar en todo ello el menor vestigio de moralidad. Y como no hay moralidad, como no hay un solo ideal decente a exponer, sólo se hablará de que hay que hacer sumas y restas, sobre todo restas.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL PEZ GRANDE SE COME AL CHICO

    Como era de temer, los más débiles están siendo abandonados a su suerte.  Nada más vergonzoso que dejar de pagar a las personas que se ocupan de cuidar a enfermos y discapacitados, y se está haciendo con increíble descaro… ¡Cómo si por realizar tan noble tarea cobrasen un salario astronómico! ¡Por favor! Hasta los médicos se encuentran en el punto de mira...
    He aquí una prueba más de la barbarie neoliberal. El contrato social se puede considerar roto, pisoteado a la vista de todos.  Ya hemos entrado en la fase de la crueldad, con la consiguiente pérdida de legitimidad. No hay mayor tragedia para una democracia.
    En vista de lo que está sucediendo no hay más remedio que prestar muchísima atención a lo que se hace con nuestro dinero.  Aquí el único problema no ha sido el de la socialización de las pérdidas.
   ¿Por qué se dan graciosamente 400 millones de euros de subvención a la CEOE si ni siquiera hay dinero para atender a los ancianos y los minusválidos? ¿Es de recibo que se entreguen 10 mil millones de euros a la Iglesia todos los años? Es razonable que el gasto militar ascienda a 17.244 millones anuales, sin olvidar los 25.000 millones en compras de material a crédito?  Por medio de las SICAV, empresas que han obtenido suculentos beneficios, del orden de los 8.000 millones de euros, se han  limitado a pagar 500 millones de euros en impuestos, en lugar de los 1.750 millones que habrían tenido que pagar si no contasen con esa bula para evasores. ¿Es normal, es decente? 
    ¿Por qué no se habla de meter la tijera donde a nadie le va a doler de verdad? Respuesta: porque de lo que se trata es de cargarse al Estado de Servicios en aplicación del dogma neoliberal, que se reduce al imperativo  de que el pez grande se coma al chico. ¿Todavía cabe alguna duda sobre la necesidad de exigir una democracia real ya?

domingo, 25 de septiembre de 2011

ESCÁNDALO EN GRECIA

   Ya no es posible fiarse de lo que nos dicen las autoridades, y esto es tremendo, tremendo. La era de la información es la era de la manipulación.  Lo que acaba de destaparse en Grecia es una prueba especialmente grave.
   Resulta que las altas autoridades presionaron fuertemente al organismo griego encargado de precisar el déficit. Éste rondaba el 12 por ciento, y eso no era suficiente. El chantaje surtió efecto y  quedó fijado en un satisfactorio 15,4 por cierto. Para imponer al pueblo las medidas de ajuste hacía falta un buen pretexto, y así se obtuvo, falseando los datos.  ¿Hay o no hay motivos para la indignación?
   Se exige la creación de una Comisión de Auditoría de la Deuda Pública Griega y el control social sobre la misma, ya con la sospecha de que, en parte, se trata de una deuda odiosa…  Se exige, en efecto, que se abran los libros de la deuda y de las finanzas, ante el descubrimiento de que “el gobierno, el FMI y la UE son peligrosos y están desprovistos de toda legitimidad”.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL ACOSO A LA ENSEÑANZA PÚBLICA


    Los maestros madrileños, víctimas de un atropello, han tenido que ir a  la  huelga al comienzo del curso.  El atropello mismo es muy expresivo de la época que nos toca vivir.  Como demostración  de la mezquindad y la cortedad de miras del poder, no tiene desperdicio, e ilustra a la perfección cómo se puede aprovechar una crisis para hacer lo que a uno le viene en gana.
     Se da a entender que la enseñanza pública es demasiado cara, que los maestros hacen el vago, que el sistema está sobredimensionado, y a continuación los recortes.  Alguna lamentación oficial: parece que no podemos permitirnos gastar tanto en educación en estos tiempos, de modo habrá tramos de estudio que los chicos tendrán que pagarse de su bolsillo.
    En primer lugar, antes de los recortes, la educación pública ya estaba medio asfixiada, por lo que se piden sacrificios a quien ya no estaba para alegrías. En segundo lugar, se olvida que en el pasado, en situaciones de mayor estrechez, se hizo lo posible y también lo imposible para contar con un sistema de educación pública, a lo que debemos haber salido del pozo en que nos encontrábamos.
    Lo que está sucediendo sólo se entiende si se tiene en cuenta que los doctrinarios neoliberales se la han tenido jurada a la enseñanza pública desde el principio. Son antiilustrados y elitistas, ansían en el monopolio de la enseñanza, pues no ignoran que la educación es un instrumento de poder, y les atrae la idea de hacer de ella un gran negocio particular. No hay otro misterio. Estúdiense las declaraciones y los lapsus de Esperanza Aguirre y  el documento sobre educación presentado por Joan Rossel, el presidente de la CEOE,  para salir de dudas. Y encima, hay que tener en cuenta que por el mismo calvario ya han tenido que pasar los maestros norteamericanos y latinoamericanos.Esta es una historia con muchos capítulos tristes, todos iguales.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LAS REFORMAS CANALLAS


    No tendrán fin, pues obedecen a la siniestra lógica de los chantajes.  Si los griegos creían haberse apretado el cinturón  hasta el último agujero, resulta que no, que la cosa no ha hecho más que empezar. Lo mismo sucede en Italia y en nuestro país. La triquiñuela  de escalonar las reformas con el fin de que la víctima se irrite por etapas, sin estallar, está  muy vista  y cualquier día de estos producirá justo lo que desea evitar. Ya le hemos pillado el tranquillo, y sabemos que detrás de una viene la siguiente, terrible pero insuficiente.  Sobrecoge que esto nos esté pasando en Europa, no se sabe si por un fenómeno de combustión interna o por alguna listeza para acabar con ella ideada  fuera por alguna mente maquiavélica.  En todo caso, ella se lo ha buscado. Desde que confió algo tan importante como la Carta Magna europea al neoliberal Valery Giscard d'Estaing, esto se veía venir.  
     Los pequeños gestos para la galería, llámense reducción de vehículos oficiales o de dietas de viaje, a nadie engañarán. De forma sistemática se carga la factura sobre la parte más débil. Los peces gordos, sean bancos o particulares, no tienen nada que temer, tampoco la Iglesia.  Por eso da tanto asco escuchar a los rapsodas de los recortes sociales, incluidos los que afectan a los minusválidos.
    El problema es que, por mucho que intenten marearnos con cifras y porcentajes, los ciudadanos de a pie ya nos hemos dado cuenta de que, tonterías aparte, hemos sido víctimas de una estafa.  Y encima, ya estamos de sobra informados de que los sacrificios que se nos piden no nos sacarán del agujero, ni a nosotros ni a nuestros hijos, y que lo que aquí verdaderamente importa, aparte de socializar las pérdidas, es dar marcha atrás a todas la conquistas sociales, una por una, de forma que doblemos el espinazo. Una forma de jugar con fuego.     
    Recuerdo muy bien el triste caso de Argentina, alumna modélica del FMI, que acabó en el famoso corralito. Siempre ocurre lo mismo: cuando todo ha caído, cuando no queda más salida que la prostitución o el suicidio, aparecen los inversores en el horizonte, siempre del brazo de algún socio local, momento en que se empieza a hablar de recuperación. Pero falta bastante, y muchísimo dolor. La cosa es tan poco democrática, tan rastrera, que empiezo a sentirme rodeado de quislings y colaboracionistas...