lunes, 29 de febrero de 2016

LA INVESTIDURA IMPOSIBLE

    Seguimos a la espera de  gobierno. Salvo alguna novedad de última hora, la cosa va para largo. En un postrer esfuerzo por atraerse a Podemos, Pedro Sánchez le ha hecho llegar a Iglesias una versión de su acuerdo con Ciudadanos. Y he aquí que el líder de Podemos se ha apresurado a declarar que le parece vergonzosa, un mero corta y pega de dicho acuerdo, sin sal ni pimienta.  Y no es posible saber qué esperaba Iglesias, pues resulta obvio que Pedro Sánchez no podía ofrecerle ningún ingrediente incompatible con los gustos de Rivera, ya forzado al máximo.   
    Seguimos, pues, en las mismas, metidos en un círculo vicioso que podría servir de pretexto para algún juego de poder encaminado a imponernos un gobierno completamente libre de los compromisos sociales que Pedro Sánchez logró pactar con Albert Rivera.
     Habrá quien me diga que tales compromisos, por insuficientes y ambiguos, como todo lo relativo a la ley mordaza y a la reforma laboral, no valen el papel en que han sido escritos, por venir de quienes vienen.  Hay mucha ofuscación en el aire, tanta que ni siquiera se tienen ojos para ver en el acuerdo PSOE-Ciudadanos un primer reconocimiento retórico, por parte de figuras del establishment, de que aquí no se puede seguir gobernando de espaldas al bien común, como hasta hoy mismo se ha hecho con un descaro que hiela la sangre. Es un dato crucial. Claro que no cabe duda de que ese acuerdo fue escrito con el propósito de no enfurecer a los chantajistas de Bruselas y a los señores del IBEX y asimilados,  pero me pregunto quién se habría atrevido a escribir algo más osado en las actuales circunstancias, con la presente correlación de fuerzas. Y me digo que solo un demente o alguien sin escrúpulos.
    Hay quien no cabe en sí de rabia ante la evidencia de que Pedro Sánchez prefirió entenderse primero con Ciudadanos, antes que con la izquierda propiamente dicha, en lo que cualquiera puede señalar la mano de los santones del PSOE y del mismísimo IBEX. Pero hay que reconocer que Iglesias le pidió demasiado, de forma coactiva además, sin respetar su espacio. Vistas las cosas desde la calle, no da la impresión de que Sánchez e Iglesias pudieran formar un equipo funcional, con o sin intervención del IBEX. Y esto nos pone ante otro problema, no precisamente aritmético, de muy difícil solución.
    Ahora mismo, el señor Rajoy cree que, fracasado Sánchez, le llegará el momento de reaparecer por la puerta grande, listo para muñir la famosa “gran coalición”. Semejante hipótesis de trabajo no repara en el hecho de que a estas alturas las incompatibilidades van más allá de las personas. Puede que él le haya negado el saludo a Sánchez por considerarlo ya caído e irrelevante. Pero ya puede Sánchez irse a su casa que no por ello verá allanado, ni con toda la presión del IBEX, su entendimiento con el PSOE, ni con nadie más.
    Hace mucho, mucho tiempo que las relaciones del PP con el PSOE están por debajo de los estándares de lo que se entiende por buena educación.  Lejos están los tiempos en que los políticos de ambos partidos podían charlar amigablemente en los entreactos de sus labores.  Se han dicho tales animaladas que ya puede irse Rajoy también a su casa que ni con esas se volverá a la normalidad.
    Entre otras cosas porque tales animaladas han pasado al cuerpo social, sembrando no solo la división y la discordia sino también la necedad y la irracionalidad en dosis tremendas. Si ahora se impusiese la gran coalición como por ensalmo, a buen seguro que desde la calle no tendría visos de funcionar, que alteraría los nervios de los votantes tanto del PP como del PSOE, y que a los millones de votantes ajenos les valdría la primera instantánea del nuevo gobierno como prueba irrefutable de que todo es una farsa. En fin, con ello quiero recordar a los señores negociadores, también a los de Podemos, que la buena educación es para ellos un deber. Palabras tales como mentiroso, deshonesto, vergonzoso, indecente o ruin no pueden ser emitidas al margen de las elementales reglas de urbanidad, aunque vengan al caso.  Ya se ve adónde conduce la mala educación en política. A que nadie pueda entenderse, ni como aliado ni como honesto rival. 

miércoles, 24 de febrero de 2016

SOBRE EL PACTO DEL PSOE CON CIUDADANOS

      Sus signatarios hablan de un “pacto histórico”; por boca de Íñigo Errejón, Podemos lo condena y da por rotas las negociaciones con el  PSOE; Alberto Garzón también lo rechaza. No menos hostil se muestra el PP.
    Pedro Sánchez y Albert Rivera pretenden haberse puesto en situación de cosechar apoyos por la derecha y por la izquierda, pero no se ve cómo, dada la alérgica reacción de unos y de otros.  La posibilidad de configurar un “gobierno de progreso” PSOE, Podemos, Unidad Popular-Izquierda Unida se puede dar por perdida: estas dos fuerzas consideran obvio que el acuerdo que acaba de firmarse es de derechas, pura y simplemente, del gusto del IBEX y, por lo tanto, apropiado para atraer al PP en cumplimiento de los ideales de lo que se llamó “gran coalición”. Pero el cuadro es más complejo. El PP no quiere saber nada. Y además, y esta es la sorpresa, los términos del acuerdo, si uno se toma el trabajo de leerlo, no pueden ser del gusto del IBEX, ni tampoco de los chantajistas de Bruselas.
    A su manera, Pedro Sánchez parece haber comprendido que debe producirse como socialdemócrata más o menos creíble, única manera de impedir que el PSOE acabe como el PASOK.  Rivera, por su parte, ha comprendido que no hay futuro para nadie si se aplican los dogmas neoliberales al pie de la letra, ni tampoco riéndole las gracias al PP, caído en el autismo y el desprestigio.
     Siempre consideré fácil que se produjese un entendimiento PSOE/Ciudadanos, por la similar hechura  intelectual de los señores Sevilla y Garicano. Pero nunca imaginé que con semejantes economistas de cabecera se pudiese redactar un texto como el que acabo de leer, en cuya urdimbre hay más hebras socialdemócratas que neoliberales.
     No se trata de un texto revolucionario, pero sí de un texto que responde a las demandas de millones de españoles, en el que se incluye el propósito de acabar con la ley mordaza, una defensa del Estado de Servicios y un plan contra la pobreza y la precariedad, así como una clara voluntad no hacer sufrir a la clase trabajadora, para lo cual, consecuentemente, se promete hacer pagar más impuestos a los que más tienen. Vale la pena leerlo con un mínimo de detenimiento y teniendo presentes, para contrastar, los mantras de la legislatura que ha llegado a su final. Se trata, a no dudar, de un texto  vomitivo para los economistas de cabecera del PP y para sus patronos de Bruselas. Tan seguro estoy de ello que  no termino de entender que la izquierda en cuanto tal lo rechace de plano, sobre la marcha además.
      Es como si esta izquierda no se hubiera percatado de la correlación de fuerzas, nada favorable a los planteamientos inmoderados, como si se empeñase en correr más de lo autorizado por el tempo democrático y por el dictado de las urnas, como si hubiera caído en la trampa del todo o nada, del ahora o nunca, como si hubiera perdido la perspicacia dialéctica.
    ¿Si no se puede gobernar, qué problema hay en dejar que Pedro Sánchez gobierne con ese programa, habida cuenta que, si no lo cumple, si es un puro engaño, será fácil echarlo abajo? ¿Acaso no le conviene a la izquierda propiamente dicha poner a Sánchez en situación de descubrir por sí mismo cómo se las gastan los chantajistas de Bruselas? ¿Y no le conviene a esta izquierda ganar tiempo, a la espera de su propio refinamiento, de ganarse la confianza de más gente con su buen hacer de oposición, y a la espera de que cuaje alternativa clara y distinta de orden europeo? ¿Y qué sentido tiene desdeñar la evolución del señor Sánchez, habida cuenta de que en el futuro harán falta todas las fuerzas progresistas, también la suya, para frenar en seco y de verdad la progresión de la Bestia neoliberal? 

lunes, 22 de febrero de 2016

YO APOYO A VAROUFAKIS Y AL DIEM25

    El proyecto para Europa de Yanis Varoufakis se ha concretado en el movimiento DiEM25. Se trata de conseguir de aquí al 2025 la completa democratización del sistema político y económico europeo. Se parte de la evidencia de que en la actualidad la Unión Europea no es democrática.
    Recuerda Varoufakis, para decirlo todo con una sola frase, lo que le dijo cierta autoridad de triste memoria, aquello de que unas “elecciones democráticas no pueden modificar la política económica”. ¡Acabáramos!
    Los parlamentos nacionales operan en el vacío al igual que el parlamento europeo, sometidos todos a autoridades no electas insensibles a los requerimientos de la ciudadanía, dadas al secreteo, pringadas en negocios extraños y claramente compinchadas con los mandamases de las finanzas. Y Varoufakis da por descontado que, si nada se hace para remediarlo, en el 2025 a más tardar, tan loco y antidemocrático procedimiento conducirá a la desintegración de la Unión Europea, con consecuencias catastróficas para sus pobladores. DiEM25 se propone salir al paso de esta eventualidad y refundar el proyecto europeo antes de que sea tarde.
    Completamente harto de los usos hipócritas, gangsteriles e inhumanos de la Europa que padecemos, apoyo a Varoufakis y a DiEM25. Y me complace saber que hasta el papa es partidario de la refundación. Esto no puede seguir así.
     Me gusta, como ya dije en un post anterior, que el llamamiento de Varoufakis se dirija a personas de distintas sensibilidades políticas de todas las nacionalidades, pues estoy convencido de que los males europeos no podrán ser remediados por acciones en solitario, de un partido o de un solo país. Para hacer frente a los graves problemas que nos afligen, desde el austericidio al drama de los emigrados, pasando por el TTIP el TiSA  y lo demás, necesitamos una plataforma potente, como espera ser el DiEM25, de ámbito internacional y profundas raíces sociales, como instrumento de expresión y presión, y también como instrumento de conocimiento, esto es, de defensa contra las manipulaciones en curso.
    Celebro en especial la voluntad democratizadora de DiEM25. Puede que a algunos les sepa a poco, por no fiarse ya del potencial de la democracia en orden al establecimiento de la justicia. Y precisamente porque tal creencia empieza a difundirse a ras de tierra,  la aparición de DiEM25 no puede más oportuna. Por un lado, porque nos permite reafirmarnos colectivamente como demócratas sin pecar de estúpidos; por el otro, porque los publicistas y los intelectuales orgánicos que sirven al establishment neoliberal se están arrogando el grotesco privilegio de monopolizar los términos democracia y libertad, dando por sentado que toda fuerza progresista es totalitaria y liberticida. No fue ninguna broma que Andoni Samaras metiera miedo en el cuerpo del electorado con la amenaza de que Tsipras convertiría a Grecia en una especie de Corea del Norte. Los de por aquí, en la misma línea, siembran la especie de que Pablo Iglesias y los suyos son de la estirpe de Fidel Castro, unos enemigos de la democracia, unos tipos deseosos de conquistar las instituciones para cargárselas.  ¡Y ya está bien de sofismas! 
     Considero la aparición de DiEM25  una nueva señal de que la era neoliberal y antihumana se acerca a su fin. Como claras son al respecto las apariciones de Jeremy Corbyn y de Bernard Sanders, que no habrían podido levantar cabeza hace unos años y que hoy cuentan con el apoyo millones de personas del mundo entero, entre las que me cuento. Y es que el neoliberalismo ya no tiene nada que ofrecer, nada de nada, salvo dolor, manipulación y represión. Véase a Rajoy, callado, a la espera de que el poder recaiga en sus manos. No tiene nada que decir, salvo dárselas de optimista al antiguo modo de Milton Friedman y sus secuaces.

jueves, 18 de febrero de 2016

A VUELTAS CON LOS PACTOS IMPOSIBLES

    Corre el tiempo y nada cierto se puede decir sobre los pactos que se trae entre manos Pedro Sánchez, ya emplazado a jugarse la investidura el 3 de marzo. Las así llamadas “negociaciones” parecen encaminadas a ninguna parte, esto es, a nuevas elecciones, y empiezan a irritar. 
    Todo porque el 20-D no ganó nadie, aunque todos cantasen victoria. Nadie se libró de sufrir pérdidas cuantiosas. Podemos no logró “conquistar el cielo”, Ciudadanos se quedó por debajo de sus expectativas, el PSOE sufrió un tremendo bajón, poco faltó para que Unidad Popular-Izquierda Unida desapareciese, el PP perdió su mayoría absoluta y quedó a merced de aquellos con quienes no sabe o no puede comunicarse.
     Tomados los resultados del 20-D en conjunto, se puede concluir que el electorado sigue más o menos donde estaba, ligeramente inclinado hacia el centro izquierda, como en tiempos de Adolfo Suárez. La suma de las fuerzas de signo progresista ha aventajado a las de signo conservador, pero por muy poco. Lo que quiere decir que hay mucha gente en este país que, por inercia,  por miedo a lo desconocido, por sufrir el síndrome de Estocolmo, por autoengaño o lo que sea, ha encajado los recortes y los chantajes sin sublevarse contra los principales responsables de lo sucedido.
      Con ser numerosas las fuerzas que demandan un gobierno de progreso, no son suficientes. No me parece un dato menor que Podemos lograse encaramarse al tercer puesto jugando como partido atrápalo-todo, jugando a la centralidad, a no ser ni de izquierdas ni de derechas. Y es muy significativo que Unidad Popular-Izquierda Unida, un partido que se ha distinguido por su claridad, quedase cruelmente descolgado, al filo del desastre.
    Todo eso indica que el electorado todavía no está en disposición de respaldar una opción clara de ruptura con las políticas que nos han empujado al presente desfiladero. Por algo será. La derecha conservadora ha recibido un aviso, pero también la izquierda, obligada a reconocer que, tomadas en su conjunto, las buenas gentes no quieren que sus representantes políticos echen a correr en plan vanguardia desatinada. Y como la posibilidad de hacer frente a los chantajistas de aquí y de allá depende de que las fuerzas progresistas cuenten con un amplio y generalizado respaldo social, harán bien en no ir por libre ni con prisa.
      En definitiva, creo que más nos vale contar con una oposición fuerte a las políticas austericidas que entrar a formar parte de un gobierno confuso y de corta duración. Los recortes, los desahucios y demás prácticas neoliberales se pueden combatir a pie firme desde la oposición, sin el peligro de quedar pringado en las soluciones a medias  o cosméticas que a no dudar se plantearán. De un recto, sensato y creativo ejercicio de oposición solo cabe esperar un aumento del  atractivo y del poder de convicción de la verdadera izquierda, sobre todo porque se ven venir nuevos y más terribles motivos de indignación por parte de quienes nos quieren imponer, paso a pasito, un modelo de sociedad hobbesiano, malthusiano y demencial. Quizá sea el momento de celebrar que ciertos pactos sean imposibles…

miércoles, 10 de febrero de 2016

CASO TITIRITEROS: ESTO NO HA TERMINADO

    Por fin, al cabo de cinco días, nada menos,  el juez ha excarcelado a nuestros dos titiriteros… Pero, ay, con una justificación que demuestra que seguimos metidos en un bucle de lo más inquietante. Se nos hace saber que ya no representan ningún peligro para la sociedad, no habiendo riesgo de fuga, no habiendo riesgo de “reiteración delictiva […] en razón de que ha sido incautado judicialmente todo el material”.
    Increíble pero cierto: el teatrillo y los monigotes se encuentran en poder de las autoridades. Si ya es fuerte imaginar a la bruja,  a don Cristóbal y demás títeres en el espacio reservado a bombas de relojería y quién sabe qué mecanismos peligrosos, me estremece imaginar cómo se encuentran los artistas, privados de su por definición simpatiquísimo e inofensivo medio de expresarse.
    La señora Carmena acaba de declarar que es una “buenísima noticia” que los artistas, por fin conocidos por sus nombres, Alonso Lázaro de Lafuente y Raúl García, hayan sido excarcelados. También para mí lo es. Se diría que la alcaldesa y yo temimos que no hubiera nada que hacer dada la magnitud de los cargos y la implacabilidad kafkiana del mecanismo. 
    Ahora bien, atención, porque libres en el sentido que he demandado en mi apunte anterior no lo son en absoluto. No solo se ven privados de sus monigotes y de su teatrillo; también de sus pasaportes. Todos los días tendrán que acudir a la comisaría, y los cargos (“enaltecimiento del terrorismo”,  “incitación al odio”, etc.), no han sido retirados. Les espera a lo que parece un calvario burocrático, a saber con qué final desgraciado en forma de multa o de enchironamiento, de acuerdo con la modalidad represiva que se encuentra en pleno rodaje.
     Como el lector ya habrá advertido, llamo artistas a Alonso Lázaro y Raúl García. Lo son y como tales deben ser tratados y defendidos, sin merma ni limitación. Merecen, por lo tanto, el respaldo de nuestros artistas e intelectuales, que en un asunto que les compete tan directamente no deberían verse obnubilados por cuestiones secundarias como el horario de la función, la falta de renombre de la compañía Títeres desde Abajo o sus proclividades anarquistas. La mema presunción de que la cosa no va con uno es de lo peor, y prefiero no poner ejemplos históricos. 

lunes, 8 de febrero de 2016

¡TITIRITEROS, LIBERTAD!

    Ahora resulta que dos titiriteros han sido pasaportados del guiñol al trullo, cual criminales pillados con las manos en la masa en algún sangriento negocio. Me parece de pésimo pronóstico que tal cosa pueda ocurrir en nuestro país con el aplauso de no pocos opinantes de  peso.
     Veo en ello un síntoma claro de que aquí todavía abundan las personas que no se han enterado de qué cosa es la libertad de expresión. Asistimos, de hecho, a un creciente ataque contra ella al socaire de intereses que nada tienen que ver con la salud de una sociedad abierta digna de tal nombre. Raspas un poco y resulta que bajo una fina capa de liberalismo subyace el organismo verdadero, todo él intolerante hasta  la médula.  O nos tomamos en serio la libertad de expresión y la defendemos con uñas y dientes (nos guste o no lo expresado), o estamos fritos.
     Me será dicho que los titiriteros del grupo Títeres desde Abajo han incurrido en el delito de “enaltecimiento del terrorismo”con su obra La bruja y don Cristóbal.  Es lo que dice el ministro del ramo y lo  que por lo visto piensa el juez que los mandó a la cárcel. Y núblase la conciencia, como antaño ante palabras como “masón”, “comunista” o “fascista”.
    El concepto de “enaltecimiento del terrorismo” se amplía o encoge como un acordeón. No parece lejano el día en que cualquier expresión o comportamiento crítico aparezca en ese rubro. Sin ir más lejos, los dos titiriteros presos sufren en su piel una de esas licencias que se toma el sistema  a partir del impreciso concepto.
    Oigo protestas airadas contra el Ayuntamiento, por haber programado la obrilla con motivo de las fiestas de carnaval. Dichas protestas no son lo más significativo (la historia de las representaciones teatrales que acabaron mal ocuparía varios volúmenes). Lo significativo fue que se llamase a la policía, metida de súbito en un problema molestísimo.
    ¿Acaso le corresponde a la policía juzgar sobre la marcha el contenido de una obra ya empezada, se le puede pedir? A partir de esa  llamada teléfono  (¿y cómo no iba a actuar la policía al oír la voz “terrorismo" con el agravante de comportamiento escandaloso ante los niños?), se produjo la escalada de despropósitos, dejándonos ver el mecanismo represor en toda su crudeza. Como no será que el propio Ayuntamiento ha demandado a los titiriteros, una manera de abandonarlos a su suerte y de darse por engañado. Un mal rollo. En los viejos tiempos la función habría contado con un delegado gubernativo, con poderes para detenerla, y el texto habría pasado por las manos de un censor. ¿Es a eso a lo que queremos volver? ¡A cuatro años de cárcel se exponen los titiriteros!
    Las primeras noticias que recibí de este “escándalo”  hacían referencia a una exaltación de la ETA, a una monja violada y a una serie de asesinatos (todo de pésimo gusto). Cuando por fin pude encontrar un resumen del argumento, me sorprendí al no encontrar ninguna monja violada ni tampoco “enaltecimiento del terrorismo”.  No se trata de una obra para niños pequeños,  ni fue concebida como tal. El error fue no advertir a los padres de lo que se les venía encima.
       Ahora bien, a juzgar por el resumen, el mensaje de La bruja y don Cristóbal es, oh ironía,  de género moralizante,  clásico además, mil veces recreado en todos los formatos artísticos: la injusticia, con sus valedores habituales,  genera una sucesión de desgracias. Un buen tema de conversación para padres e hijos.
     Claro que alguien dirá que lo grave aquí es que la bruja se sobreponga a los sucesivos ataques de las autoridades, siendo lo bastante bruja como para conseguir que el juez se ahorque en su lugar. ¿Es a esto a lo que hoy se llama enaltecimiento del terrorismo? En fin, amigos, lo dicho. Me sumo a quienes piden la libertad de los titiriteros, por una cuestión de principios en primer lugar. ¿O es que aquí hace falta ser brujo para ganarle la partida a don Cristóbal?

viernes, 5 de febrero de 2016

LA PROPUESTA DE IGLESIAS A SÁNCHEZ

     El primer encuentro formal de estos dos líderes políticos me producía, seré sincero, cierta inquietud. ¿Y si a la hora de la verdad Iglesias le ponía las cosas fáciles a Sánchez, por tales o cuales motivos, por una responsabilidad de Estado mal entendida, por ejemplo?
     Ya estoy tranquilo. Iglesias no me ha defraudado. Lo que él propone a Sánchez es una “coalición de progreso” PSOE-Podemos-Confluencias-Unidad Popular-IU, incompatible con fuerzas de la derecha. De modo que si Sánchez quiere negociar a derechas con Ciudadanos, debe olvidarse de Podemos. Más claro, agua. ¡Y menos mal!
    Iglesias todavía se declara esperanzado, quizá Sánchez opte por Podemos... Hasta le pareció proclive a ello. Sin embargo, el líder socialista ya salió por peteneras, decidido a seguir negociando con Ciudadanos, que a su vez le pide que negocie también con el PP. Las líneas rojas de unos otros están claras gracias a las precisiones de Iglesias, y esto es muy de agradecer. Me alegra que el líder de Podemos haya arrojado lejos de sí  la tentación del gatopardismo, afirmándose como un líder de izquierdas hecho y derecho. En este lance está jugando sus cartas con acierto.
    La posibilidad de que Sánchez se avenga a formar un “gobierno de progreso” con Podemos y sus afines no entra en mis previsiones.  Sánchez apunta a un “gobierno moderado y  reformista”,  cosa muy distinta. Sin embargo, hay que agradecerle que se haya reunido con Iglesias en un clima de cordialidad. Hay que agradecérselo, aunque para ello no haya corrido ningún riesgo. Tengamos en cuenta que al  establishment le gustaría que Sánchez fuera capaz de seducir y embridar a Podemos, algo imposible sin  “dialogar”, el verbo de moda. Lo ideal para el establishment sería abducirlo ya, con suavidad, antes de que se erija en una molestia tipo Syriza.
     Sobre el papel, es mucho lo que se juega Sánchez tras el órdago de Iglesias. Durante su breve ejercicio de liderazgo, ha intentado reverdecer la titulación socialista de su partido, ha intentado ir de progresista, sea por su propio impulso, por entender que el PSOE acabará como el PASOK si sigue en las mismas o por ambas cosas a la vez. Pero cuesta creer que pueda mantener el rumbo, habida cuenta de que su partido ya está enviciado con la acomodación. Ahora mismo, por ejemplo, sus pares europeos se encuentran en complaciente sintonía con sus homólogos del PP, metidos hasta el cuello en la turbia negociación del TTIP y el TiSA. De ahí que en ciertos labios las palabras progresistas suenen a hueco, en el mejor de los casos a fantasías personales.
     Entiendo que lo mejor que le puede pasar a Podemos es no pringarse en el débil gobierno que resulte de las negociaciones en curso. Lo primero que ocurrirá cuando ese gobierno se concrete se ve venir: una nueva vuelta de tuerca del garrote neoliberal. Lo que a la izquierda le conviene es que la culpa recaiga en los culpables, directa  e íntegramente. Las elecciones del 20-D demostraron que mucha gente sabe ya de qué va esto, pero no la suficiente. Paciencia. El respaldo a la izquierda aumentará, el tiempo corre a su favor. De aquí a poco, la Bestia neoliberal ya no podrá engañar a nadie, ni aquí ni en Europa.

lunes, 1 de febrero de 2016

¿Y PARA QUÉ SIRVE EL PARLAMENTO?

    Mucho se ha perorado últimamente sobre la “regeneración democrática” y la “transparencia”, y ahora resulta que todo  lo relativo a la tarea de formar gobierno se opera en la trastienda del sistema, como en tiempos de Franco mismamente.
     Los votantes del 20-D nos tenemos que contentar con una sucesión de ceremoniosas  escenas en Palacio y con declaraciones a la prensa de los diversos líderes políticos, ya sea equívocas o beligerantes, todavía en tonillo electoral y todas informales,  nada informativas, polisémicas, con segundas intenciones y, por ende, sofísticas. Es lamentable, ¿no creen?
     Como demócrata que soy, no se me puede pedir que me tome a la ligera este modus operandi extraparlamentario. Me parece anormal, sospechoso, insano, oscurantista, nada democrático,  franquistoide, y también una forma de retrasar sine die la obligación de que unos y otros muestren sus cartas.
     ¿No es el colmo que los señores parlamentarios electos del PSOE no se basten a sí mismos para tomar decisiones inaplazables, siendo considerado normal que se vean presionados por elementos no electos de pasadas épocas? ¿No es el colmo que el candidato a la presidencia del PP pase por alto la obligación de exponer sus propósitos en sede parlamentaria, para ganar o para perder apoyos  con luz y taquígrafos, como es debido?
     Si el Parlamento estuviera operativo, puestas ya las cartas sobre la mesa, ya sabríamos a qué atenernos. Tendríamos ya presidente, o sabríamos ya la fecha de la nueva cita con las urnas, con una ventaja añadida: tendríamos, además, los elementos de juicio necesarios para ratificar o enmendar el voto del 20-D. Tal como están las cosas, en este clima de secreteo y navajeo extraparlamentario, si hay nuevas elecciones, iremos a las urnas como si en el ínterin hubiéramos estado en la luna de Valencia.