martes, 27 de abril de 2010

KANT, INTERNET Y LA OPINIÓN PÚBLICA

     El viejo Kant nos propuso una curiosa fórmula para andar sobre seguro por el camino del progreso. Nos dijo que, como funcionarios, soldados, sacerdotes o lo que sea, todos tenemos la más estricta obligación de cumplir con nuestro deber, en cualquier circunstancia. En esto del deber era conservador hasta la obcecación. Pero añadía que, si se practicaba simultáneamente la libertad de expresión, se podría progresar de manera no traumática.  Pensaba que si el obediente ciudadano ejercía el inalienable derecho de  hacer públicas sus críticas al poder, éste se vería obligado –tarde o temprano– a tenerlas en cuenta, con lo que todos saldrían ganando, también la justicia. 
    Viene esto a cuento de que Internet, con sus redes sociales, pone a nuestra disposición herramienta para hacer oír nuestras críticas de manera nunca vista ni soñada. En rigor, eso que se llama “opinión pública” podría convertirse en algo serio y nada fácil de manipular por el poder establecido. A condición, claro es, de que tengamos en cuenta nuestra responsabilidad en el uso de tan  impresionante medio de comunicación. Hasta ahora, elecciones y plebiscitos han venido siempre de arriba. Podrían venir de abajo. Hasta la fecha, los partidos políticos han podido dormitar y marear la perdiz interminablemente, pero no tendría por qué ser necesariamente así.
   Ya sé que es mucho pedir que esto de Internet se use para devolver el pulso y la probidad a nuestra actividad política, y mucho me temo que, en la era de la comunicación, seguiremos luchando por meter papeletas en unos sobres cada cuatro años. Pero, si nos tomamos en serio la herramienta, el poder establecido, tendrá que vérselas con redes de opinión ante las cuales no podrá seguir haciéndose el bobo. Puede que la fe de Kant en la libertad de expresión fuese ingenua, pero quizá la pongamos a prueba con fe o sin ella, al menos mientras dure.

jueves, 22 de abril de 2010

NAJWA MALHA, VÍCTIMA DE UN ATROPELLO

    Estoy incondicionalmente de parte de esta alumna y en contra de lo dispuesto por el Instituto Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón, que no la deja ir a clase con el pañuelo islámico, o hiyab. Me parece increíble que a principios del siglo XXI se puedan atropellar los derechos de una muchacha de forma tan mezquina.
    Los responsables de dicho centro docente, así como los que aplauden su reglamento, no son liberales y si pretenden hacerse pasar por tales los consideraré unos  sujetos carentes de preparación alguna. Es probable que ellos no lo sepan, de puro ignorantes: Son unos absolutistas, incapaces de practicar y menos aun de enseñar lo que es el liberalismo. ¿Se les llenará después la boca con bonitas palabras sobre la tolerancia y sobre el respeto que nos debemos los unos a los otros? No sería de extrañar. Lo grave es que tengan que ser personas así quienes explique a los muchachos por qué la Declaración Universal de los Derechos Humanos ampara la libertad de creencias. 

domingo, 18 de abril de 2010

EL CASO DE ALEXA GONZÁLEZ

  Ya me referí al caso de Alexa, una niña de 13 años que fue arrestada, esposada y conducida a la comisaría por el espantoso delito de haber dejado constancia en su pupitre, con rotulador lavable, de su afecto por dos  compañeras de clase. No sé qué se consideró peor, el atentado contra el pupitre o la frase “y love Pepita and Menganita”. La niña, tras  dos horas en comisaría, se pasó dos días seguidos vomitando, lo que figura en la demanda que su madre ha interpuesto contra la policía de Nueva York y contra los responsables de Educación, por daños y perjuicios.  Así nos enteramos de que este no ha sido el único caso. Estoy incondicionalmente de parte de Alexa y a duras penas puedo contener el asco que me inspiran los partidarios, cada vez más numerosos aquí como allá, de apelar a la “mano dura” para encubrir los problemas de la gente menuda.Seguiré informando.

miércoles, 14 de abril de 2010

LA POLÍTICA DEL JUZGADO

   No me parece normal que el debate político se traslade a los juzgados. ¿No será este un pequeño anticipo de la política del futuro? Esperemos que no. Lo que está claro es que, si se meten bajo la alfombra ciertas responsabilidades históricas, acaba por ser necesaria la intervención de un juez como Garzón. Pero ahora resulta que lo acusan, a pesar de los matices de su auto, de prevaricación, y que corre el peligro de ser inhabilitado por veinte años. De ahí pasamos, sin posible remedio, a que sus acusadores se vean asimismo acusados de prevaricación. La cosa va para largo, como el Estatuto catalán, no por casualidad atascado en el Tribunal Constitucional. Si las cosas se hubieran hecho bien, no habría llegado allí y el alto tribunal no se vería forzado a tomar decisiones políticas.
   Ya estamos todos  pendientes, con esquinada mentalidad de leguleyo, de tal o cual frase, sin el menor avance político, como si aquí siempre hiciera falta una autoridad superior, encargada de establecer la blancura o la negrura de asuntos que a todos nos compete. En lo tocante a la trama Gürtel, por ejemplo, vivimos pendientes del sumario, cada vez más gordo, a la espera de la sentencia, ya que no de de unas consecuencias políticas  lógicas e inteligibles.
    Y por encima, un lenguaje tremendo: una manifestación de apoyo a Garzón se convierte en un golpe de Estado contra la democracia, en guerracivilismo; el  fascismo está alojado en el Tribunal Supremo, se responde; lo de Gürtel se convierte en una conjura policial contra el PP, nos dice Alvarez Cascos, como si la cosa tuviera ramificaciones judiciales mucho más complicadas... Si se menta el Estatuto catalán, se oyen cosas tremendas también: que España se rompe o que  o Cataluña sufre una asfixia intolerable.  Yo no lo veo normal. 

lunes, 12 de abril de 2010

¿QUIÉN PAGARÁ EL PATO?

  Estamos metidos en una crisis de pésimo pronóstico, por lo que, más que nunca, los ciudadanos del montón debemos estar en guardia, ante la eventualidad de que el “sindicato de intereses” (banqueros, financieros, burbujistas, etc.)  nos obligue a pagar el pato mediante una sucesión de chantajes mucho peores que los padecidos hasta la fecha.
    Las llamadas a la austeridad y las predicaciones a favor de la flexibilización del mercado laboral, las rebajas salariales y los recortes del Estado de bienestar, aunque ya clásicas, están de moda. Se trata, se masca en el aire, de preparativos para una acción encaminada a que paguemos  el pato sin chistar.  
   Nótese que ni por descuido se habla de meter mano a las arcas de los acaudalados (por ejemplo a las misteriosas Sicav). Tampoco se habla de limitar los gastos militares, ya comprometidos, ni menos de poner fin a la escalada de gastos suntuarios o futbolísticos.  Aquí, nos dicen, el problema es el Estado de bienestar, acerca de cuyo consensuado raquitismo no se considera oportuno decir ni pío.
   Por lo visto, aquí nadie ha traficado ni traficará con el sudor ajeno y nadie, salvo nosotros,  ha hecho el loco y merece castigo. De donde resulta que los mileuristas, los pensionistas y los parados, tanto los que tienen esperanza de trabajar como los que no, se verán racionalmente forzados a apretarse el cinturón…  Ante todo, la sostenibilidad del Sistema y dar aire los “creadores de riqueza”, campeones de la justicia social.
   Se pueden decir muchas tonterías, pero no nos llamemos a engaño: lo que está en juego es la propia salud del sistema democrático en que habitamos, pues si éste se limita a servir al sindicato de intereses,  veremos evaporarse su legitimidad de la noche a la mañana. Es de lamentar que los que nos hablaron del fin de la historia se hayan creído su propio cuento. 

viernes, 9 de abril de 2010

GUANTÁNAMO COMO ACUSACIÓN

   El grado de civilización alcanzado o perdido se revela en el trato que se dispensa a los inocentes. Y como era de temer, resulta que la mayor parte de las personas que fueron a parar a Guantánamo pertenecían a esta categoría.  Estamos hablando de cientos de personas,  menores de edad incluidos, llegadas hasta este campo de concentración tras haber sido compradas a razón de cinco mil dólares por cabeza. Encima, la administración Bush sabía que eran inocentes, como acaba de revelar Tim Reid, en The Times (http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/us_and_americas/article7092435.ece). Tenemos que vérnoslas con una monstruosidad, en cuya materialización la Europa de las libertades y de los derechos humanos ha tenido su parte, como ya nos hizo saber Dick Marty. Si de lo que se trataba era de neutralizar a los terroristas de verdad, la chapuza no ha podido ser mayor; ahora bien, si de lo que se perseguía era burlarse de la ley a la vista del mundo entero, aterrorizarlo y dar razones de peso al odio y la venganza, la operación tenebrosa ha sido un "éxito". 
    Si  tenemos en cuenta que Guantánamo ha sido  una especie de escaparate, mejor no pensar en lo que ha podido suceder en las cárceles secretas de Polonia y Rumania. Viene a la memoria el recuerdo de Dachau, campo que los nazis tenían a bien abrir a las visitas, para que las camas bien hechas tranquilizaran la estuporosa conciencia  moral del mundo civilizado. 
    Y viene también a la memoria lo que  confesó el comunista Mikoian cuando se reconoció, en 1955, la inocencia de los perseguidos por Stalin: era “políticamente imposible” declararlos  inocentes  y obrar en consecuencia, porque eso hubiera sido tanto como revelar ante propios y extraños que –cito textualmente– “el país no estaba conducido por un gobierno legítimo sino por una banda de gángsters”. 
   
   

EL PRECIO POLÍTICO DE LA CORRUPCIÓN

   ¿Es el votante de hoy menos sensible que el de ayer  ante el problema de la corrupción? Las urnas nos darán muy pronto la respuesta. 
   Para que nos hagamos una idea: en tiempos de la República, Alejandro Lerroux, a quien los estafadores Strauss y Pearl (inventores del estraperlo) regalaron un caro reloj, fue castigado con dureza en las elecciones de febrero de 1936: de tener ochenta diputados, su Partido Radical pasó a tener sólo ocho.  En tiempos más recientes, el predicamento ético de los socialistas de Felipe González  se vio arruinado no sólo por el GAL sino también por las corruptelas, y lo pagaron en las urnas.
    En teoría,  admitiendo que cierto grado de corrupción acompaña al ejercicio del poder, se considera demostrado que una democracia se encuentra mejor protegida contra este mal que una dictadura, por definición incapaz de liberarse periódicamente de sus parásitos.  Pero me intriga el veredicto de las urnas en lo tocante a la trama Gürtel y a las actividades del señor Matas. Si a la hora de la verdad, la Gürtel no pasa factura al PP, tendremos motivos para  exigir una revisión a fondo de los mecanismos de autopurificación de nuestro sistema político, cuyo saneamiento, en contra de lo que creen algunos miopes y ciertos oportunistas, no puede estar únicamente en manos de la policía y de los jueces.