Con
aires de superioridad e infalibilidad, el señor Joan Rossell y el Instituto de
Estudios Económicos nos acaban de trasladar la idea de no tiene sentido hacer enormes gastos en
educación, pues el éxito de los alumnos no depende de algo tan prosaico sino de
los condicionantes sociofamiliares y genéticos. ¡Acabáramos!
He aquí
un ataque en toda la regla contra la enseñanza pública y un adelanto de lo que
la CEOE se trae entre manos. A mí,
hablando con franqueza, me da náuseas, porque me sé de memoria de quiénes
vienen esas ideas tan brillantes, que en definitiva nos remiten a las legendarias
tinajas de las que Zeus extraía, al azar, almas felices y desgraciadas.
Las más lamentables teorías en materia de educación han saltado el
Atlántico. Los malintencionados narcóticos de la Fundación Heritage y del
American Enterprise se van a escanciar generosamente entre nosotros. El
falsario Burt y sus continuadores, desde Jensen y Einsenck a Murray y Herrnstein, tienen
garantizado el porvenir, porque se dará a la operación un aire muy científico.
Está
clarísimo que se pretende repetir aquí la obra de destrucción de la enseñanza
pública que tuvo lugar en los Estados Unidos. Para que se entienda lo que está
en juego y no extenderme demasiado, remito a mi artículo Apagar las Luces de la
Razón ( http://www.tintank.es/?p=145 ).
Desde
que el presidente Nixon vetó los fondos para el programa Head Start hasta la
fecha, echando mano de las mismas ideas que ahora la CEOE pretende servirnos
como novedad (un cóctel de determinismo genético y de sociología a medida), ya
sabemos adónde se quiere llegar y efectivamente se llega por ese camino: a la
trituración del proyecto ilustrado, a la oscuridad y a una sociedad clasista.
No se trata sólo de gastar menos en
educación, se trata de crear una sociedad distinta, menos preparada y, por lo
tanto, más dócil, más fácil de engañar y manipular. Afortunadamente, la CEOE
del señor Rossell ha llegado tarde, con varias décadas de atraso, y no ha podido impedir que miles de
jóvenes bien preparados anden por allí, fuera de programa y sumamente
indignados. Quede claro: si por mi fuera, la educación de los españoles jamás llegaría a estar en manos del señor Rossell y de quienes piensan como él.