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lunes, 26 de marzo de 2012

UNA CENITA CON MR. CAMERON


    Acaba de saltar a la luz una modalidad de participación activa en la conciencia del premier británico. Resulta que por “sólo 250.000” se puede cenar con él en Downing Street, se diría que a la luz de las velas, y contar además con la presencia de George Osborne, el ministro de Finanzas. Siempre, claro es, con la disculpa de que el dinerillo se destinará a la financiación del partido conservador.
     La noticia es escandalosa, pero no de tipo sorprendente, porque hace tiempo que el sistema nervioso de la democracia ha sufrido un cortocircuito, siendo lo demás, estas cenitas y la bajada de impuestos a los ricos, la consecuencia inevitable.
    Aunque trate de hacerse el distraído para no respirar el mal olor y para hacerse cargo de los imperativos de la supervivencia, el ciudadano normal recibe todos los días, en la cara, abundante información sobre las enormes sumas de dinero contante y sonante que circulan y se intercambian alegremente por encima de su cabeza. Cameron saldrá del paso de cualquier manera, con ayuda de sus sofistas de cabecera, y el caso acabará naturalmente en nada. Ahora bien, es inevitable que uno se pregunte cuánto tiempo más se podrán seguir manteniendo las apariencias. Nuestros primates no experimentan el menor escrúpulo de conciencia, y ningún reparo estético tampoco, y se dedican, sin más, a chulear al ciudadano normal. Me parece una irresponsabilidad por su parte. Y me parece trágico, si tenemos en cuenta lo mucho que costó atemperar los odios de clase, si tenemos en cuenta la cantidad de ruedas de molino que nos hemos tragado a espera de que dichos primates recapaciten.