He oído alguna voces que celebran la recuperación de la locomotora
norteamericana. ¿Se invierte la
tendencia catastrófica? Sí, me dicen, frotándose las manos, pues se están creado doscientos mil
puestos de trabajo por mes, lo que no es poca cosa en los tiempos que corren. Pero yo sólo veo en trance de cumplimiento la ley de la jungla, el
retorno a lo más sórdido del siglo XIX.
Hace dos años, reflexionando sobre el hecho de que la Mercedes Benz hubiese optado por montar una fábrica en Estados Unidos, escribía yo lo siguiente: “Como es
sabido, el Tercer Mundo está creciendo dentro de las sociedades antes llamadas
“opulentas”, donde, desde hace tiempo, las buenas gentes penan por el
“privilegio de ser explotadas”, como ya denunció Himkelamert. La crisis
en curso no ha hecho sino agravar el fenómeno, que más pronto o más tarde
pondrá en entredicho la legitimidad de todo el sistema político en el que
algunos viven todavía muy confortablemente. Paul Krugman ha dejado
caer que en España, no siendo posible devaluar la moneda como antaño, no nos va
a quedar más remedio que devaluar el trabajo, lo que, desgraciadamente,
añado yo, implica una devaluación de las personas que necesitan trabajar para
comer. ¿Hasta qué punto hay que llegar? Eso no lo dijo, pero está bastante
claro: Los trabajadores españoles deberíamos depreciarnos hasta
equipararnos a los trabajadores chinos… Si tal cosa se impusiese en plan
ricardiano, los señores inversores, raza estupenda, volverían a entusiasmarse
con nosotros, tan mansos, tan puntuales, tan buenecitos, tan tirados. El mundo
va lanzado por ese infame camino. Tomemos nota: Mercedes Benz ha optado
por traspasar parte de su producción a Estados Unidos, donde el crecimiento del
Tercer Mundo ha creado inmensas bolsas de trabajadores a precio de saldo… La
lógica de este sistema oligarco-coroporato-cleptocrático no perdona ni siquiera
a los ciudadanos de la potencia hegemónica, un serio aviso para caminantes.”
La cosa se las trae. Porque
ya no estamos hablando sólo de la Mercedes. Los mismos pasos han seguido, acabo
de enterarme, Toyota, Volkswagen y Electrolux… ¿Y por qué parte de Estados
Unidos se sienten atraídas estas compañías? Naturalmente, por el Sur, por la vieja tierra de los esclavistas de los algodonales. Y es que por ahí no hay
sindicatos y los salarios son un 40% inferiores a los del Norte y del Medio
Oeste. Y hacia el Sur van los que no tienen trabajo. Queda claro para qué sirve tener cuarenta y siete millones de pobres, 14 millones de personas de pensionistas en la red de alcantarillado, no se cuántos desahuciados o residentes el improvisados poblados de tiendas de campaña. Prefiero abstenerme de hacer comentarios.