El
jueves en el Club Siglo XXI María Dolores de Cospedal ha impartido una lección
de ortodoxia atlantista que no se puede pasar por alto sin más ni más. La
ministra nos hizo saber que es preciso duplicar
los gastos en defensa durante los próximos siete años. Así, como suena. Se le
oyó decir con entusiasmo que lo armamentístico es un negocio ventajoso, “de
riesgo cero”…
Su mención a los gastos en sanidad, educación y pensiones no tuvo
desperdicio. A creer a la ministra, solo un ingenuo podría decir que no ha
lugar a tan espectacular gasto en defensa habida cuenta la necesidad cubrir estos rubros sociales con un
mínimo de solvencia. Porque solo un ingenuo puede ignorar que, sin un “escudo
protector”, seremos víctimas del terrorismo islamista radical. Se deduce que
estamos completamente indefensos por no haber gastado lo suficiente.
He aquí la película, totalmente paranoica: Ya arrasados por dicho
terrorismo islamista radical, fin de la sanidad, de la educación, de las
pensiones y de la libertad. De modo que la salvaguarda de estos bienes pasa, en
primer término y lógicamente, por duplicar el gasto en defensa, ya mismo, antes
de que sea tarde. Los asistentes al acto se vieron invitados a la magna tarea de “convencer a la ciudadanía” de que es
cuestión de vida o muerte. Ignoro si aplaudieron o no.
Lo
de menos es la grotesca palabrería. Lo tremendo es el proyecto y la escala de
valores subyacente. Si indignante es la sola idea de volver a sangrar las arcas
públicas no lo es menos el hecho de que nuestro país, de suyo hipotecado, se vea aherrojado a intereses tan oscuros
y obtusos. Trump ordena a los europeos que aumenten el gasto militar,
Bruselas vacila, la señora De
Cospedal se apresura a halagarle
los oídos… Y solo es, me lo temo, un pequeño adelanto de lo que vendrá.