La encuesta de mayo del CIS en lo que se refiere al apartado de identidad ideológica es un documento al
que convendría volver estos días. Con perspicacia o sin ella, con bondad o
malicia, uno atribuye a los distintos partidos tales o cuales rasgos
ideológicos, para toparse luego con estudios como este, que le descubren que su
particular apreciación no coincide con el punto de vista de la calle, el cual tampoco se ajusta a lo que los partidos son en realidad. La
imaginación política juega un importante papel en nuestros asuntos electorales. La
encuesta, que ahora alcanza su pleno significado, no tiene desperdicio. Me
limitaré a algunas observaciones.
Destaca el mayoritario acuerdo sobre la definición del PP, la más
inequívoca. A juzgar por sus electores se trata de un partido conservador y
demócrata cristiano, con mínimas trazas de ecologismo, feminismo, nacionalismo
y progresismo. El sostenido ataque de este partido contra el orden de cosas
existente, su ejecutoria nada conservadora, esencialmente contraria a la
esencia de la democracia cristiana, no parece haber llamado la atención. Y esa
ha sido la fórmula del éxito electoral.
Yo habría imaginado
que tanto el PSOE como Unidos Podemos, detalles más o menos, compartían una
posición socialdemócrata en la apreciación de la gente. Y no. Se atribuye al
PSOE cierto contenido
socialdemócrata, pero no en grado dominante. Lo dominante en su caso sería el
contenido socialista, así, a secas. Una minoría atribuye rasgos
socialdemócratas al PP, un grupo notable se los atribuye a Ciudadanos, un grupo
no mayor que el los que proyectan
este ideario sobre el Unidos Podemos, mayoritariamente comunista a juzgar por
esta encuesta.
Deduzco que en el
imaginario colectivo hay una clara incompatibilidad teórica entre UP y el PSOE.
Y mucho me temo que el propio
término socialdemocracia no sea del agrado de muchos, en lo que cualquiera
puede ver un gravísimo empobrecimiento intelectual. Solo a la luz de esta
encuesta consigo entender que a Pablo Iglesias se le haya reprochado que enarbolase la bandera de la socialdemocracia
y que por ello fuese tildado de tramposo. Al parecer, en su momento el PSOE,
queriendo ir de revolucionario, no hizo lo que debía para ilustrar a la gente
sobre la razón de ser de la socialdemocracia. Y esta lo ha hecho tan arteramente
en la práctica que ya no merece el menor entusiasmo, ni respeto siquiera. Me
parece triste. ¿Acaso por la izquierda solo hay dos tremendas fuerzas, una
socialista a secas y otra comunista? ¡Menuda alucinación!
Otro
aspecto interesantísimo se refiere a la percepción del liberalismo. Según la calle,
resulta que, en cuanto a liberalismo se refiere, el PP, el PSOE, Ciudadanos y
Podemos están más o menos empatados, con poco contenido todos. Habría que poner
la poquedad de nuestro liberalismo en relación con la brutalidad de nuestros
diálogos y, por supuesto, con nuestra historia. Ya sea por un poso franquista,
ya sea por el daño ocasionado por la variante neoliberal, el caso es que
liberalismo suena tan mal como socialdemocracia. Me resulta angustioso; la
poquedad del liberalismo solo puede conducir al absolutismo.
También es interesante esta encuesta de mayo porque soslaya el
neoliberalismo, como si aquí no hubiera partidos de este signo. Pregunta por el
liberalismo, no por el neoliberalismo. ¡Parece mentira!