Educadores y educandos de todas las edades, en huelga. Esta es la
respuesta ciudadana al alevoso atropello perpetrado por el gobierno. Lo que se
está viviendo en España a manos del señor Wert es exactamente lo mismo que ha
sacado a las calles a los estudiantes en Gran Bretaña, Canadá o Chile, por
poner sólo tres ejemplos.
No
nos engañemos: la crisis no es más que el vil pretexto. Lo que está en juego es
un modelo de sociedad. Hace treinta y cinco años las oligarquías se
sublevaron contra el proyecto ilustrado, contra Wilhelm von Humboldt, contra
Fichte, decididas a devolvernos a las coordenadas de la Edad Media.
A
esas oligarquías –al famoso 1%– no le interesan las personas cultas y
preparadas. De ahí que iniciasen una feroz campaña contra la enseñanza pública,
campaña que ya ha rendido sus amargos frutos en Estados Unidos, cuya población
se encuentra hundida en el analfabetismo funcional (50%), caldo de cultivo de irracionalidades que
los aprendices de brujo utilizan a placer. Cómo no será que se ha creado allí otra burbuja muy expresiva de los tiempos que vivimos: la trampa de estudiar a crédito ha producido miles de morosos.
Que eso
haya ocurrido en la patria de Dewey nos debería haber abierto los ojos con
respecto al modelo de sociedad implícito en la sucia jugada. Pero no.
Precisamente ahora, so pretexto de la crisis, el señor Wert se lanza a fondo,
para rematar la enseñanza pública, tras un período de necia y deliberada
erosión en la línea de los intereses del 1%. Encima, al socaire de la publicitada idea de que la quiere
mejorar y garantizar su sostenibilidad, lo que ya es puro cinismo.
Estamos ante una obra de ingeniería social tramada al servicio del 1% y
manifiestamente antiilustrada, estamos ante una regresión imperdonable, estamos
en camino de una nueva edad oscura como no hubo otra igual. Aquí de lo que se trata no es de elevar el nivel de la población. Se trata de crear una sociedad jerarquizada, con el saber repartido desigualmente.
Es muy doloroso
comprobar que lo que Wert está haciendo no es más que una copia de un
proyecto extranjero surgido de mentes envilecidas. No es la primera vez que
España se hace daño por el procedimiento de importar una mercancía intelectual averiada…
cuando ya se sabe todo lo que hay que saber al respecto. Lo que nos deja
retratado al señor Wert para la posteridad.