Estoy
hartísimo de los discursitos habituales, harto de los políticos que, en lugar
de personas, parecen marionetas. Sí, estoy harto de oírles hablar mal, harto de los latiguillos
que les eximen de razonar, harto de que nos tomen por tontos.
Los expertos en
marketing se han enseñoreado sobre la conciencia de los representantes políticos de la humanidad. Y esto no sólo porque les encanten las recetas de Karl Rove. Porque la cosa se las trae: para ser intelectualmente decentes tendrían que hablar en términos de poder que darían náuseas a las gentes de bien... Es la hora de los hipócritas y de los cínicos: asistimos a la revolución de los muy ricos, con la consiguiente
explotación de grandes masas humanas y con la consiguiente sucesión de acciones
de guerra encaminadas a acaparar los recursos menguantes. He aquí, para
vergüenza de nuestra civilización, a una galopada nihilista en toda la regla.
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