El proyecto para Europa de Yanis Varoufakis se ha concretado en el
movimiento DiEM25. Se trata de conseguir de aquí al 2025 la completa
democratización del sistema político y económico europeo. Se parte de la
evidencia de que en la actualidad la Unión Europea no es democrática.
Recuerda
Varoufakis, para decirlo todo con una sola frase, lo que le dijo cierta
autoridad de triste memoria, aquello de que unas “elecciones democráticas no pueden
modificar la política económica”. ¡Acabáramos!
Los
parlamentos nacionales operan en el vacío al igual que el parlamento europeo,
sometidos todos a autoridades no electas insensibles a los requerimientos de la
ciudadanía, dadas al secreteo, pringadas en negocios extraños y claramente
compinchadas con los mandamases de las finanzas. Y Varoufakis da por descontado
que, si nada se hace para remediarlo, en el 2025 a más tardar, tan loco y
antidemocrático procedimiento conducirá a la desintegración de la Unión
Europea, con consecuencias catastróficas para sus pobladores. DiEM25 se propone
salir al paso de esta eventualidad y refundar el proyecto europeo antes de que
sea tarde.
Completamente harto de los usos hipócritas, gangsteriles e inhumanos de
la Europa que padecemos, apoyo a Varoufakis y a DiEM25. Y me complace saber que
hasta el papa es partidario de la refundación. Esto no puede seguir así.
Me gusta, como ya dije en un post anterior, que el llamamiento de
Varoufakis se dirija a personas de distintas sensibilidades políticas de todas
las nacionalidades, pues estoy convencido de que los males europeos no podrán
ser remediados por acciones en solitario, de un partido o de un solo país. Para
hacer frente a los graves problemas que nos afligen, desde el austericidio al
drama de los emigrados, pasando por el TTIP el TiSA y lo demás, necesitamos una plataforma potente, como espera
ser el DiEM25, de ámbito internacional y profundas raíces sociales, como
instrumento de expresión y presión, y también como instrumento de conocimiento,
esto es, de defensa contra las manipulaciones en curso.
Celebro en especial la voluntad democratizadora de DiEM25. Puede que a
algunos les sepa a poco, por no fiarse ya del potencial de la democracia en
orden al establecimiento de la justicia. Y precisamente porque tal creencia
empieza a difundirse a ras de tierra,
la aparición de DiEM25 no puede más oportuna. Por un lado, porque nos
permite reafirmarnos colectivamente como demócratas sin pecar de estúpidos; por
el otro, porque los publicistas y los intelectuales orgánicos que sirven al
establishment neoliberal se están arrogando el grotesco privilegio de
monopolizar los términos democracia y libertad, dando por sentado que toda
fuerza progresista es totalitaria y liberticida. No fue ninguna broma que
Andoni Samaras metiera miedo en el cuerpo del electorado con la amenaza de que
Tsipras convertiría a Grecia en una especie de Corea del Norte. Los de por
aquí, en la misma línea, siembran la especie de que Pablo Iglesias y los suyos
son de la estirpe de Fidel Castro, unos enemigos de la democracia, unos tipos
deseosos de conquistar las instituciones para cargárselas. ¡Y ya está bien de sofismas!
Considero la aparición de DiEM25 una nueva señal de que la era neoliberal y antihumana se acerca a su fin. Como claras son al respecto las apariciones de Jeremy Corbyn y de Bernard Sanders, que no habrían podido levantar cabeza hace unos años y que hoy cuentan con el apoyo millones de personas del mundo entero, entre las que me cuento. Y es que el neoliberalismo ya no tiene nada que ofrecer, nada de nada, salvo dolor, manipulación y represión. Véase a Rajoy, callado, a la espera de que el poder recaiga en sus manos. No tiene nada que decir, salvo dárselas de optimista al antiguo modo de Milton Friedman y sus secuaces.
Considero la aparición de DiEM25 una nueva señal de que la era neoliberal y antihumana se acerca a su fin. Como claras son al respecto las apariciones de Jeremy Corbyn y de Bernard Sanders, que no habrían podido levantar cabeza hace unos años y que hoy cuentan con el apoyo millones de personas del mundo entero, entre las que me cuento. Y es que el neoliberalismo ya no tiene nada que ofrecer, nada de nada, salvo dolor, manipulación y represión. Véase a Rajoy, callado, a la espera de que el poder recaiga en sus manos. No tiene nada que decir, salvo dárselas de optimista al antiguo modo de Milton Friedman y sus secuaces.