Urnas a la vista, el votante de derechas solo tiene que elegir entre dos opciones. O se inclina por
el PP o por Ciudadanos, por la
opción jurásica o por la emergente.
El
votante de izquierdas, en cambio, no lo tiene tan fácil. ¿A quién debe confiar
su representación? En este campo el panorama es complejo. Solo está claro que aquí y ahora de lo que se trata es de hacer frente
a la a Bestia neoliberal, antes de que sea tarde, antes de que termine de
retrotraernos al siglo XIX.
Y
como esto sí que está claro, por ser cuestión de supervivencia, es inevitable
que la visión de las urnas le cause a este votante una sensación rara y hasta
de enojo con sus pares. Debería estar ilusionado, lo estuvo hasta hace poco, y
ahora anda cejijunto.
Es
una pésima idea entrar en el
futuro con las fuerzas divididas por personalismos, rencillas de familia y
cálculos esotéricos. Donde ya debería
haber formado un frente amplio, resulta que no lo hay. Es muy de lamentar
precisamente ahora, por estar la mencionada Bestia en un apuro. Es de género
tonto no ver y no aprovechar la oportunidad, sobre todo si se piensa en su temible
capacidad de reacción y en el odioso y semioculto programa que se trae
entre manos. En fin, con división interna o sin ella, el cometido de la
izquierda es ese.
Y siendo así, con pena o sin
ella, el votante de izquierdas se ve ante la desagradable evidencia de que, a
juzgar por su ejecutoria, el PSOE no es de fiar. Ha servido a la Bestia, ha
traicionado a sus votantes, y hasta la fecha no ha ofrecido ninguna prueba de
que no vaya a repetirlo. Es más, dada su hipersensibilidad a los chantajes
oligárquicos, dada su habituación al arte del acomodo, está cantado que volverá
a las andadas en cuanto se le pase el sofocón.
Ahora como siempre, el PSOE va de
“izquierda responsable”, tildando de idiota a cualquiera que no se comporte
como un oso de feria. Y esto vale por una declaración de intenciones. Mucho le
habrá dolido que el 15-M lo metiese con el PP en el mismo saco, pero méritos sí
que hizo, como sabe cualquier votante de izquierdas que se precie, haya votado
o no al PSOE en el pasado.
¿Está Pedro Sánchez decidido a eliminar el maldito artículo 135 que Zapatero
urdió a escondidas con el PP? ¿Decidido denunciar los aspectos siniestros del
acuerdo de Comercio e Inversiones EE UU/UE? ¿Decidido a poner en su sitio a la
casta extractiva? ¿Decidido a apoyar a Grecia en los altos foros
internacionales? ¿Decidido a dar
cuenta en el Congreso del chantaje de turno, lo que debió hacer Zapatero y no
hizo, decidido a dimitir antes de entregarnos? ¡A saber!
Aquí y ahora, el votante de
izquierdas que realmente esté convencido de que hay que pararle los pies a la
Bestia, no pudiendo fiarse del PSOE, tendrá que elegir entre Podemos, Izquierda
Unida y sus asociados, Ganemos y los suyos… y reclamarles que lleguen a un entendimiento sincero y práctico lo
antes posible, porque sin él serán triturados de uno en uno o de un solo golpe todos sin que la
gente que les apoya tenga la menor oportunidad de hacerse valer como lo que es,
un conjunto humano numeroso y poderoso, indignado ante el curso de los
acontecimientos.