Por lo visto no soy el único
que tiene esta impresión en el campo de quienes no somos afectos ni al PSOE ni
a Ciudadanos. Íñigo Sáenz de
Ugarte reprocha a Podemos su “maximalismo”. El profesor Juan Torres López, coautor
del borrador de un posible programa económico de Podemos, ha dejado una bien
razonada constancia de su incomodidad. El fiscal Villarejo se ha dado
directamente de baja del partido, en señal de protesta.
Iglesias y Errejón anuncian ahora
que tienen –que siempre han tenido…– la “mano tendida", pero que yo sepa, la política
del patadón y la mano tendida nunca ha funcionado. Y no le va a funcionar a
Podemos, como tampoco a Rajoy, que acaba de anunciar, como gran cosa, que “esta
semana” tendrá a bien llamar a Sánchez, como si aquí no hubiera pasado nada.
Por el lado izquierdo no se suelen
tomar en consideración dos hechos de la mayor relevancia. El primero es que el entendimiento entre
Sánchez y Rivera comporta la
exclusión de Mariano Rajoy y, de últimas, su jubilación. Este no era el guión de la Gran
Coalición. Estamos ante una novedad que merece ser alentada en la medida de lo
posible, no vaya a ser que el rajoyato se prolongue de una forma u otra como
consecuencia del desdén de la izquierda.
Otra novedad es, desde luego, el texto del acuerdo firmado por los
líderes del PSOE y Ciudadanos. Si estos no han querido bailar como osos en la
feria monotemática del PP, es evidente que sí han querido ganarse la aprobación
de los parlamentarios de la izquierda. De hecho, el documento que firmaron
tiene tantos mimbres socialdemócratas que con toda razón el señor Rajoy puede
decir que su política económica se iría al carajo en caso de aplicarse.
Por descontado que ese documento no colma las aspiraciones de la
izquierda, pero algo es algo, un indicio significativo, no el único, de que los
tiempos están cambiado y de que los viejos mantras neoliberales ya no
funcionan, admisión que por venir de partidos del mismísimo establishment merece interés y aliento,
no desdén.
Por descontado que Ciudadanos no ha cambiado de piel. Por descontado que
el PSOE tendrá que hacer muchas cosas más para reintegrarse a la órbita de una
izquierda seria, pero, ¿qué se gana desdeñando la propuesta? ¡Solo dañar a los
líderes de Ciudadanos y del PSOE, dejarlos a los pies de las facciones más
cerriles de sus respectivas formaciones y darle el gusto al IBEX y a los
chantajistas de Bruselas! No
tiene gracia.
Para colmo, ya puesta a desdeñar ese acuerdo y a
confundirlo con los gustos de la Gran Coalición, la izquierda se expone
tontamente a que la tilden de intransigente e insaciable, de proceder
maquiavélicamente, de jugar al cuanto peor mejor, y otras cosas por el estilo,
encima sin ningún beneficio conocido.
A quienes verdaderamente beneficia el desdén de la propuesta de
Ciudadanos y el PSOE es a quienes desean continuar la galopada neoliberal a
cara descubierta. Y me parece muy mal rechazar que otro gobierne en base a ese
acuerdo habida cuenta de que la izquierda propiamente dicha carece la fuerza
necesaria para gobernar por sí misma en estos momentos (lo que quizá sea una
suerte, desde luego que nada fácil de reconocer como tal). El horno no está para bollos. Y hasta
podría ocurrir que, obligada a gobernar antes de tiempo, esta izquierda acabase pergeñando un
programa de gobierno más o menos similar al que nos ha sido propuesto.