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miércoles, 7 de diciembre de 2011

TIMOTHY GEITHNER & MARIO DRAGHI



     Mis amigos bienpensantes creen que, ahora sí, que Europa sentará las bases de su recuperación gracias al cónclave del viernes, que interpretan esperanzadamente en sentido positivo.
    El antidemocrático nombramiento de los señores Monti y Papademos  les causa placer, y no se ponen de color gris al considerar la participación del Fondo Monetario Internacional en los asuntos europeos más delicados.
   Mis amigos bienpensantes tienen una gran confianza en la dinámica señora Lagarde.  Celebran incluso el encuentro de Mariano Rajoy con el sheriff Geithner, del que esperan misteriosos resultados. Aunque no le conozcan, tienen en alta estima al señor  Mario Draghi, presidente del BCE. Además, confían en que del genio combinado de Sarkozy y de la señora Merckel salga algo positivo, y ya ven a España saliendo del rincón para ocupar un puesto de primera fila.  Y se enfadan conmigo, por considerarme un pájaro de  mal agüero.
    Si dejamos aparte las banderías políticas, creo que nos dividimos en dos grandes clases, la de los bienpensantes y la de los malpensados, en la cual me incluyo. Me gustaría muchísimo poder confiar, pero no puedo. Ya sé que da miedo contemplar el panorama europeo y mundial con los ojos abiertos, pero la cosa está demasiado clara como para hacerse el sueco.
   Yo veo a Europa sometida al poder más cutre de todos los tiempos, y no me fío un pelo de las intenciones de ciertos personajes a quienes no hemos tenido el privilegio de elegir y a quienes nuestros representantes electos han sido incapaces de parar los pies.
    Que Obama pusiese el Tesoro en manos de Timothy Geithner  fue una indicación precisa acerca del signo de los tiempos. No estamos ante un problema exclusivamente  europeo, claro que no. Estamos ante un asunto de poder, ante un descarado asunto de poder, de poder cutre como acabo de decir, desprovisto de cualquier consideración que vaya más allá de la pela, del gran negocio.
    Acusado de eludir al fisco –ocultándole unos dineros recibidos del FMI–, perfectamente al día de las trapisondas de Wall Street, que incluyen tomarle al pelo  al Congreso, maquillar las cifras y arramblar con el dinero del contribuyente a las claras y por la puerta de atrás,  el sheriff Geithner no  está en condiciones de dar lecciones a nadie. Si queremos saber lo que nos espera, sus víctimas brasileñas, mexicanas, indonesias, coreanas y tailandesas ya han pasado por la experiencia. Sépase al menos que por su formación es tributario de Kissinger y de Nitze, dos halcones más interesados en el dominio del mundo que en el bienestar de sus habitantes. El señor Draghi, de fulgurante carrera en tiempos de Berlusconi, es un personaje de Goldman Sachs. La dinámica señora Lagarde, buena amiga de Condolezza Rice, sirve a intereses atlantistas que nada tienen que ver con la finalidad original del FMI. Y no sigo porque no tiene sentido.