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domingo, 9 de abril de 2017

SIRIA: 59 MISILES TOMAHAWK

    ¿La andanada de misiles lanzados contra la base siria de Shairat  debe entenderse como una acción puntual o como el principio de una escalada? En el actual estado de podredumbre generalizada  puede suceder cualquier cosa. Téngase en cuenta que Siria, como Irak o Libia, era una de las piezas a cobrar, como no se puede olvidar que al atacar a Siria Estados Unidos está jugando con fuego bajo las barbas de Putin.
    Confieso que estos días he llegado a tener el alma en vilo. Curiosamente, la sangre me volvió al cuerpo gracias a uno de los mensajitos del señor Trump. Obligado a dar cuenta del hecho de que los misiles no habían dañado la pista de la base enemiga, el gran hombre explica que no valía la pena destruirla, por ser barata y fácil de reconstruir.
    A partir de este mensajito presidencial cobraron cierto sentido otras noticias poco divulgadas. Por lo visto, no pasó nada irreparable porque Trump avisó a Putin del ataque. La base fue desalojada a tiempo; los sistemas antimisiles rusos fueron desconectados. De los 59 misiles, solo dieron en el blanco 23… Todo muy raro, muy teatral, muy inútil y peligroso, aparte de inmoral si pensamos en las leyes vulneradas y en las “víctimas colaterales” de las que nadie habla.
    Me asquea, una vez más,  la cobardía de las cancillerías occidentales, capaces de apoyar unánimemente el lanzamiento de los susodichos misiles, una acción “proporcionada”, nos dicen sin ruborizarse, al ataque con gas sarín que se abatió sobre el pueblo sirio de Jan Shijún.
    Dichas cancillerías dan por bueno, para mi pasmo, que el presidente Trump lance sus misiles sin pruebas sólidas, sin consultar al Congreso y sin recabar la autorización de la ONU.  Por lo visto, a estas alturas el derecho internacional no vale el papel en que ha sido escrito. Estados Unidos puede atacar a un país soberano cuando le apetezca. Y la política de la represalia indiscriminada ya ha echado sus criminales raíces en la mentalidad de millones de mis contemporáneos. Que paguen justos por pecadores se considera normal. Lo que es una manera de proteger a los auténticos criminales y de dar lecciones de inmoralidad urbi et orbi.
    Sobre lo acaecido en Jan Shijún nada sabemos a ciencia cierta, lo que trae a la memoria pésimos recuerdos. Se diría que lo de menos es aclarar los hechos y encontrar a los culpables. Se habla de 87  víctimas del gas sarín, entre ellas 20 niños. Lo que se lleva es jugar con el horror, echarle la culpa a Bashar al-Asad, dar por no oída la versión de los rusos y clamar justicia al Gendarme Mundial, de cuya limpieza de corazón sería un crimen dudar. Bashar al-Asad y Putin habrían engañado al mundo, fingiendo la destrucción del arsenal químico sirio hace un par de años. La prueba, en Jan Shijún.
     Nuestros primates y los grandes medios de comunicación occidentales no dirán una sola palabra sobre el frecuente empleo de gases venenosos por parte de los yihadistas, ya documentado a finales del año pasado,  no preguntarán quién se los dio, no harán el más mínimo esfuerzo por poner en negro sobre blanco la complicidad de Occidente con los enemigos de Bashar al-Asad, algunos ciertamente infames, ni entrarán a valorar la coincidencia de lo sucedido en Jan Shijún con una ronda de negociaciones encaminadas a solucionar el drama sirio, ni menos aun se preguntarán si el gaseado de la población tuvo algo que ver con el oscuro propósito de obligar a Trump a retomar la agenda militarista de la señora Clinton. Sobre estas cosas, mejor no hablar.
     No sé gran cosa sobre Bashar al-Asad, pero no creo que sea tan tonto como para usar gases venenosos, como creo que hay gente capaz de usarlos con la exclusiva finalidad de demonizarle. Por lo que leo y oigo, el señor Trump ha recobrado su vigor. Ahora le aplauden hasta sus adversarios políticos. Noam Chomsky ha llegado a decir que, en cuanto deje de funcionarle el truco de culpar a los emigrantes, lo ve perfectamente capaz de inventarse un buen atentado. También podría ocurrir que intente cubrir todas las vergüenzas de su país y de su personal ineptitud a golpes de tomahawk. No sería el primero.