La acción emprendida contra
Pedro Sánchez es de género tenebroso, una acción propia de serpientes,
antidemocrática y cloacal, de esas que rara vez ocurren a la vista de todos.
Cuando el poder actúa así, tan a las claras, no solo apunta a un fin concreto,
en este caso a acabar con Sánchez, porque apunta también a fijar un mensaje en
el fondo de las conciencias, un aviso para caminantes, un recuerda lo que te
puede pasar.
Aquí están en juego
intereses que para nada tienen que ver con la vigorización del PSOE ni con la
estabilización de nuestro sistema de partidos. En este golpe contra Sánchez han
primado los mismos intereses a los cuales fue sacrificado el desventurado
PASOK. El único pecado de Sánchez
ha sido resistirse como gato panza arriba a ser nuestro Venizelos, razón más
que suficiente, como se ve, para segarle la hierba bajo los pies.
Hay quien se empeña en reducir la crisis del PSOE a una pelea entre
Pedro Sánchez y Susana Díaz, a un problema de egos desmedidos, una forma como
tal otra de cerrar los ojos ante las amargas realidades subyacentes. En una
situación en la que nadie habla claro para no quedar en evidencia ante los
poderes supremos, en la que es norma no mostrar las propias cartas, en que no
se pasa de las frases a medias y las expresiones oraculares, resulta hasta
cómodo hablar de problemas personales.
En cuanto a Susana Díaz no sé, pero en lo que respecta a Pedro Sánchez
tengo la certeza de que, de haberse plegado a los genios de la caverna, tenía la
poltrona asegurada por toda la eternidad. Y no seré yo quien pase por alto que
no se dejase sobornar por tan simple y común procedimiento. Esto le honra.
Ahora bien, es de hacer notar que Pedro
Sánchez, todavía atrapado por la dialéctica de los silencios y las frases a
medias, no ha podido pasar del no a Rajoy. En vista de que ese “no” era ya demasiado, se comprenderá que
yo me haga una idea muy negativa sobre esta manera de hacer política.
Es el colmo, pero los enemigos de Sánchez pretenden descabalgarlo sin
más (por mentiroso, insensato, irresponsable), sin confesar que les mueve el
común deseo de allanarle el camino a Rajoy y que no por otra razón se han
metido en este indecente fregado. Madina, uno de los conspiradores, se acaba de
lucir en ese sentido, insinuando que ni siquiera sabe qué decidiría.
Al final se llegado a un punto en que solo esta claro que
Sánchez le dijo no a Rajoy. Así, pues, los bandos, se dividen en función de tal
simpleza, y de cuestiones personales de orden práctico o directamente psicoanalítico. Los propios
militantes socialistas no cuentan con más elementos de juicio. En función del
no a Rajoy, queda Sánchez a la izquierda, en situación de ser defendido o
atacado por ello. Pero, ¡cuántas palabras y cuánto contenido se echan en falta!
No es extraño que desde la calle la cosa tenga aires de quilombo.
No
sé si Pedro Sánchez va a tener ahora alguna opción de quitarse de encima a los
santones de la acomodación. Aprovechando la salvajada que acaban de cometer,
podría dar unos cuantos pasos de gigante, quizá salvar al PSOE in extremis.
Pero tengo por seguro que no irá a ninguna parte con medias palabras, de las
que la gente está más que harta. En resumidas cuentas, la verdadera alternativa
es acomodación o socialismo democrático.