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jueves, 7 de junio de 2012

DOS PREGUNTAS A JORDI SEVILLA Y JOSEP PIQUÉ


  Acabo de leer el  artículo  “Juntos, mejor”, aparecido en El País (6 de junio). Es de agradecer que, por fin, dos políticos de distinto signo, uno del PSOE y otro del PP, sean capaces de firmar tan llanamente un texto común, con la mirada puesta en problemas muy reales.
    De agradecer porque hemos padecido, una legislatura tras otra, una forma  suicida de hacer política, basada en la dialéctica del amigo y el enemigo, en el navajeo parlamentario y en los sofismas de los expertos en mercadotecnia política.  De donde resultó que ni las tareas de gobierno ni las tareas de la oposición fueron cumplidas dignamente, con el correspondiente desgaste del sistema democrático que asumimos en 1978, con el correspondiente aumento exponencial de la desconfianza en la clase política, sobre el que tan oportunamente ustedes llaman la atención. Y es que una clase política no puede vivir sistemáticamente de espaldas a la verdad, de espaldas a la gente, y haciendo de sus peleas intestinas un espectáculo… sin chamuscarse.
   Me parece bien el lema “juntos, mejor”, porque en plan riña de gatos podemos acabar todos en el infierno. Es cierto, además, que aquí hace falta un “plan estratégico” y sin duda también un “pacto de Estado” encaminado a su cumplimiento. Entiendo que ustedes traigan  a colación los  Pactos de la Moncloa, a modo de nostálgico motivo de inspiración.
   La política de ir poniendo parches es ruinosa, los ponga quien los ponga. Es el colmo, por otra parte, que todavía no exista dicho plan estratégico y que estemos viviendo, con crisis o sin ella, a lo que salga, consumiendo bienes materiales e inmateriales a tontas y a locas. Por no hablar de la manera insensata en que se está dilapidando el talento de las jóvenes generaciones.
    Es el colmo también que, a lo largo de los años, no se haya hecho otra cosa que ir por la línea del menor esfuerzo en pos de beneficios rápidos, que  se haya jugado en todo momento a favor del 1% y en contra del 99%, que no se haya parido una sola idea original, como si en este país sólo fuésemos capaces de copiar toscos argumentarios inspirados en folletos servidos por think-tanks de allende los mares.
    Ahora bien, echo en falta dos cosas en  el artículo, por lo que pido aclaraciones. El “juntos, mejor” me parece saludable a condición de que ustedes conserven sus respectivas señas de identidad política. Como hicieron los signatarios de los Pactos de la Moncloa. Si por juntos  se entiende confundidos y revueltos,  la cosa no me haría ninguna gracia, por insana y perversa.
    Habiendo hecho ustedes  un  uso ostensible de la "puerta giratoria" que lleva de la política activa a las altas esferas del empresariado, no vaya a ser que se hayan juntado por haberle tomado el gusto a estar en lo mismo.
    También podría ser que ustedes se hayan  tomado en serio eso de que la derecha y la izquierda son cosas del pasado, o el espejismo de que Sarkozy era un hombre de izquierdas, o el mito del fin de la historia, o el mito de los tecnócratas.  En tal caso, mal, muy mal. Su artículo pretende ser pedagógico, pero, cuidado, porque mezclar las identidades políticas conduce al caos y al descrédito de los mezclados. Les  hago notar que la calle ya ha dicho “ni PSOE ni PP”: ha visto que, más allá de las trifulcas para la galería, sirven a los mismos intereses corporativos. Y esto no se perdona.
   En segundo lugar, echo en falta en este artículo un pronunciamiento claro y distinto a favor de la gente. Esto me inquieta, no vaya a ser que estemos pensando en planes estratégicos completamente distintos, enfocados hacia metas opuestas.  Les pido, pues, una aclaración. ¿Están ustedes reclamando un plan estratégico y un pacto de Estado a favor del 1% o a favor del 99%? La respuesta no me resulta obvia, por eso solicito una aclaración.
    Y la respuesta no me resulta obvia porque he oído últimamente varias llamadas, todas sospechosísimas, a la unidad, a superar los enfoques partidistas, a arrimar todos el hombro, e incluso a dar paso a un “gobierno de concentración”… sin que en ningún momento se haya hablado de poner coto por las bravas –todos a una– al festín que se está dando a nuestra costa la Bestia neoliberal, lo que invita a pensar en que, por el contrario, se trata de seguir engordándola, en plan sacrificio colectivo. ¿Debo o no inscribir su  artículo en esta línea? Espero que esta pregunta algo ruda no me sea tomada a mal, porque es ineludible.
    Ya he escrito en alguna parte que hacen falta todas las personas de buena voluntad, también por supuesto los políticos  que la tengan, para hacer frente a la citada Bestia, antes de que nos mate. Por eso suscribo su “juntos, mejor”, pero sólo con esa finalidad superior. Si la clase política juntase filas simplemente para seguir en las mismas, mal asunto (lo digo con el corazón en la mano).