El Club
Bilderberg sólo parece suscitar algunas curiosidades morbosas sobre la combinación de los reunidos y todo lo relativo a su
seguridad, su alimentación y su esparcimiento, todo de pasada, por absoluta ausencia de contenido. Me imagino a Donald Runsfeld
alternando distraídamente con Solbes y con la reina, y me digo, vaya, vaya, qué pequeño es el mundo, pero,
sinceramente, celebro que no trascienda nada de nada.
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