lunes, 10 de enero de 2011

LA SALVAJADA DE TUCSON

   La senadora demócrata Gabrielle Giffords se debate entre la vida y la muerte. Recibió un tiro en la cabeza. Seis muertos hubo en el atentado contra ella, y dieciocho heridos.  El autor de los disparos ha sido un joven de 22 años,  Jared Lee Laugher.  Y resulta que la extrema derecha norteamericana se había permitido dibujar una diana sobre la senadora.
    Gabrielle Giffords figuraba, en efecto, en la lista de las personas progresistas “a eliminar”. Ahora esta derecha se distancia, como es natural, del loco que se tomó en serio sus “metáforas”. Lo que no obsta para que cualquier observador se vea obligado a señalar que, con ese lenguaje, algo malo tenía que pasar, tarde o temprano.  Y una de dos: o la salvajada de Tucson trae como consecuencia una moderación en el lenguaje, cosa de la que dudo, o habrá más. Por imitación,  por resonancia, por odio y por la evaporación del principio de tolerancia sin el cual ninguna  sociedad plural puede sobrevivir. Y encima, no hay quien encuentre en la carrera política de la senadora ninguna señal de extremismo izquierdista. Siempre se ha definido como de centro. Muy mal debe andar aquel país para que se odie de esa forma a personas tan moderadas...

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