El
acuerdo sobre las pensiones ha dado lugar a comentarios francamente irritantes.
Así, nos ha sido presentado como un “gran pacto social”. Se nos da a entender
que tanto el gobierno como los sindicatos han hecho lo que tenían que hacer,
muy responsablemente. Todo esto,
así como la palabra flexibilidad,
forma parte del maquillaje, de un
juego de mercadotecnia y relaciones públicas al que no termino de
acostumbrarme. Aquí lo único claro es que los derechos del trabajador han sido
recortados de forma alevosa y con cargo a la ancianidad, y no a mayor gloria de
la sostenibilidad del sistema de pensiones sino a mayor gloria de los amos de
las finanzas. Como está claro que se ha llegado a esa chapuza sin ningún “pacto
social” digno de tal nombre. El acuerdo forma parte de una regresión
imperdonable.
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