Es para
celebrarlo, desde luego, pero ahora empieza la parte más difícil, la
Transición a la democracia. Con la salud tocada, a edad avanzada, Mubarak ya no
daba más de sí, y esto lo sabían sus valedores, que ahora se esmerarán por
controlar todo el proceso, desde el principio hasta el final. Si tenemos en
cuenta que hasta la Internacional Socialista figuraba entre los valedores del
tirano defenestrado, podremos hacernos una idea aproximada del reto que espera
al pueblo egipcio. Los poderes fácticos siempre han sido muy habilidosos en
este tipo de situaciones, y la Transición egipcia no cuenta, como ocurrió en el
caso de la española, con viento a favor. El miedo al fundamentalismo islámico
se presta a todo tipo de manipulaciones, los intereses creados son duros de
roer, los recursos del capitalismo global, asfixiantes, en tanto que la situación
geoestratégica del país tiene con el alma en vilo a gentes temibles. El mundo libre ganará mucho si vencen los
demócratas egipcios; si pierden, mejor no pensarlo.
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