Ollanta Humala acaba de alzarse con
la presidencia de Perú, dejando maltrechos los sueños de Keiko Fujimori. A
pesar del masivo apoyo del capital
a la hija del caudillo neoliberal Fujimori (el hombre que subastó los bienes de Perú en beneficio de los
tiburones de las finanzas y de sus propias apetencias), el pueblo se ha
decantado, claramente, por el “indigenista” Humala. Y es que el neoliberalismo
no tiene porvenir en aquel subcontinente hasta ayer mismo entregado de pies y
manos a derechistas y vendepatrias ebrios de narcóticos neoliberales. A pesar del triunfo del ricachón
Piñeira en Chile, la tendencia general está clara.
Hay grandes diferencias
entre la señora Kirchner y Hugo Chávez, como las habrá entre Humala y Dilma
Roussef, pero América Latina se ha escorado hacia la izquierda. No por casualidad, sino por experiencia. Allí prevalecen las personas que ya
saben a qué atenerse en lo tocante al neoliberalismo económico y buscan otras fórmulas.
Comparados con los latinoamericanos,
los europeos estamos, a estas horas, completamente en la luna. El caso portugués
es interesantísimo. Unos socialistas que de tales sólo tienen el nombre han
sido barridos en las urnas por un partido que tiene la desvergüenza de llamarse
“socialdemócrata” sin serlo en absoluto.
Si no fuesen tan arrogantes, los políticos europeos aprovecharían las lecciones latinoamericanas, en
previsión de males mayores, dejarían para otro momentos los turnos, los juegos entre azules y colorados; y los pueblos, harían algo mejor que votar a personajes como Blair o Berlusconi.
Cuando los que no representan a sus pueblos sino a los amos de las finanzas y a
las minorías satisfechas agoten su ciclo, cuando la gente se harte de los
Zapateros, los Sócrates y los Papandreu
y simultáneamente de los Sarkozy y los Cameron, tan vendidos al capital como los Carlos Andres Pérez y los Carlos Menem, ¿qué creemos que va a
pasar?
Puede que no esté lejos el día en que nos toque lamentar la ausencia, por estos lares, de personajes como Evo Morales, Dilma Rousseff o Ollanta Humala, esos líderes latinoamericanos que cargan con el aborrecimiento de nuestros traficantes de ilusiones. El juego de no ser de derechas ni de izquierdas no va a durar mucho, lo presiento, y vaya por adelantado que estoy mucho más cerca de Evo Morales que de Marine Le Pen.
Puede que no esté lejos el día en que nos toque lamentar la ausencia, por estos lares, de personajes como Evo Morales, Dilma Rousseff o Ollanta Humala, esos líderes latinoamericanos que cargan con el aborrecimiento de nuestros traficantes de ilusiones. El juego de no ser de derechas ni de izquierdas no va a durar mucho, lo presiento, y vaya por adelantado que estoy mucho más cerca de Evo Morales que de Marine Le Pen.
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