Nada se hizo para poner orden en las finanzas mundiales, y así nos
va. No hay a la
vista ningún acuerdo sensato a lo Bretton Woods, y se concluye que los asuntos
humanos están en manos de unos dementes. A lo más que se llega es imponer recortes de menos a más, como acredita el caso italiano, a tapar unas noticias malas con otras peores y a dar largas a todos los problemas. Las autoridades planetarias, tanto las económicas como las políticas, están dando un penoso espectáculo.
El único que parece haber recapacitado es el presidente de Filipinas,
Benigno Aquino. Nos enteramos de que, con gran dolor, ha renunciado a su Porsche de segunda mano, ya convertido en un símbolo de su arrogancia. La señora Lagarde, nueva presidenta del
FMI, mujer de sólidos principios atlánticos, próxima a los intereses del
complejo científico-militar-industrial norteamericano, amiga de Condi Rice y de Dick Chenney no parece haberse
enterado de que hay cosas que sientan mal: lo primero que hizo fue subirse el
sueldo. Juega en otra división y, lejos de ocultarlo, nos lo hace notar.
Lo que se lleva es más de lo mismo. Nada
de irritar a los beneficiarios de la pirámide de Ponzi planetaria. La sola idea
de compartir sacrificios con el común de los mortales pone fuera de sí a
quienes se creen por encima del bien y del mal.
El
presidente Obama se encuentra entre la espada y la pared por su pretensión de
subir un poquito los impuestos a los muy ricos y a las empresas petroleras. Cargar el
montante de la juerga universal sobre lo que antes se llamaba “el pueblo llano”
es una forma de dar por liquidado el contrato social. Obama lo sabe, todos lo
sabemos, pero los juerguistas, lejos de llorar sus culpas, se han
envalentonado, llegando al colmo de actuar contra sus propios intereses (parece mentira, pero están dispuestos a
matar a la gallina de los huevos de oro).
No
sabemos qué cara pondrán los chinos a primeros de agosto si los norteamericanos
no hacen honor a sus compromisos, pero no deberíamos olvidar jamás que nos
encontramos en la era del dinero fiduciario, basado todo él en la confianza, ya
prácticamente agotada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario