martes, 26 de julio de 2011

BEHRING BREIVIK

Un loco, es lo primero que piensa uno. Pero este Breivik es algo más que un simple desequilibrado. La salvajada que cometió en Oslo y en la isla de Utoya nos pone ante uno de los enigmas más odiosos de la posmodernidad: la fría aniquilación de personas con segundas intenciones, como resultado de un cálculo, de un plan. No es la primera vez que ocurre, y mucho me temo que no será la última.
     La desvalorización de la vida humana ha llegado a extremos inauditos. Es inevitable ver tan horrible característica de nuestro tiempo en los bombardeos de ciudades, en la indiferencia con que contemplamos a millones de hambrientos, y en este tipo de actos. 

    En los viejos tiempos, el terrorista apuntaba contra los responsables reales o presuntos de tales o cuales injusticias. Ahora lo que se lleva es poner bombas en la calle y disparar contra cualquiera. Esta moda empezó, creo recordar, con la matanza de Peteano, o con la bomba de la sala de espera de la estación de Bolonia. Los locos y los no locos son capaces de las mismas salvajadas.

    En este caso, se ve a las claras el alto precio que se acaba pagando por la retórica del odio al diferente, pues el tal Breivik la tenía tomada contra los musulmanes y contra el multiculturalismo, hasta el punto de disparar contra sus propios compatriotas, supuestos culpables de condescendencia.
    Tenga o no cómplices directos, Breivik no está solo en su odio. Hay mucha gente –intelectuales de pago incluidos– que se dedica a atizar el odio contra los “extraños”. El viejo racismo hitleriano ha sido convenientemente reciclado, y el sueño de la “raza pura” ha sido sustituido por el no menos insensato y criminal de la “comunidad pura”, una invitación a la “limpieza étnica”. Que a estas alturas de la historia tengamos que  vérnoslas con este tipo de cosas es un indicio claro de que ésta, en lugar de progresar, retrocede… Que el señor Breivik tenga una empanada mental no sirve de consuelo: no es el único que la tiene. 
    Y una última cuestión: ¿es tolerable que ciertas gentes se lucren vendiendo ametralladoras y balas dum-dum a particulares? 

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