El doctor Javier Rodríguez, nada
menos que consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha quedado retratado
ante la opinión pública. Ha declarado que la responsabilidad por el contagio
del Ébola recae en la auxiliar de enfermería Teresa Romero; de paso, ha insinuando que es una mentirosa, como
si hubiese falseado los datos relativos a su fiebre.
Con tal declaración, el personaje, que presume de “bien comidito” y de tener “la vida resuelta”, me ha indignado por su inhumanidad y por su obvia intención de exonerar a un gobierno que, tras haber desmontado centro especializado del hospital Carlos III, estuvo a punto de meter al primer sacerdote rescatado en La Paz (¡horror!), incurriendo luego en sucesión de chapuzas temerarias que si no ocasiona más víctimas será por milagro. A mí me parece una locura que sea el personal sanitario de cuidados intensivos de La Paz el encargado de las tareas más delicadas en el Carlos III. ¿A quién se le ha ocurrido? ¿Acaso son más temibles los gastos en personal que el maldito virus?
Con tal declaración, el personaje, que presume de “bien comidito” y de tener “la vida resuelta”, me ha indignado por su inhumanidad y por su obvia intención de exonerar a un gobierno que, tras haber desmontado centro especializado del hospital Carlos III, estuvo a punto de meter al primer sacerdote rescatado en La Paz (¡horror!), incurriendo luego en sucesión de chapuzas temerarias que si no ocasiona más víctimas será por milagro. A mí me parece una locura que sea el personal sanitario de cuidados intensivos de La Paz el encargado de las tareas más delicadas en el Carlos III. ¿A quién se le ha ocurrido? ¿Acaso son más temibles los gastos en personal que el maldito virus?
Caspa
y prepotencia elevada al cubo. Los sacrificios y las incomodidades para la
plebe. Nulo sentido de la propia responsabilidad. Claro que el problema no es
el doctor Rodríguez, sino el tipo humano que representa. En manos de gente así
el país está perdido. Y no me acostumbro. En cuanto topan con la realidad,
estos personajes se comportan como si fuésemos imbéciles, con un tonillo
caciquil que revuelve las tripas. Van a lo suyo, y al diablo la realidad, al
diablo la verdad, al diablo la
humanidad. ¡Qué personajes! ¡Qué peligro!
El viejo caciquismo y los modales del señorito de antaño reaparecen
potenciados al máximo por el cóctel neoliberal, elitista y despiadado. Ingenuo de mí, creí que
habíamos progresado. Como si el “que se jodan” de la señora Fabra en sede
parlamentaria no hubiera sido suficiente. Por lo visto, los de arriba son
estupendos y los de abajo somos torpes y mentirosos. No es que estemos
expuestos a acabar en una sociedad clasista de la peor especie, es que ya
estamos metidos en ella. O nadie osaría expresarse así.
El
doctor Rodríguez no está solo: ahora mismo varios medios de comunicación y
diversos periodistas orgánicos jalean su miserable justificación del primer caso de
contagio del Ébola en Europa. ¡La culpa es de la enfermera! Para el caso de que
enferme también el médico que la atendió en el hospital de Alcorcón, ya nos ha
explicado Rodríguez que si el traje de protección le quedaba corto de mangas,
la culpa no sería de las autoridades sanitarias, sino exclusivamente suya, por
ser de elevada estatura. Y claro
que ni una palabra sobre el bajo nivel de protección que ofrecía de por sí
dicho traje, ni de cómo fueron pillados por sorpresa en Alcorcón, un detallito
sin importancia, como el hecho de que los expertos europeos acaben de
sentenciar que el Carlos III carece de la infraestructura necesaria para tratar
a las víctimas del Ébola de forma segura. ¡Adelante con los faroles!
Vivimos en la época de la mentira y la cutrez. Si esto se atreven a propalar el doctor Rodríguez y sus corifeos a propósito de un tema como el Ébola, ante un pueblo que algo sabe de contagios, mejor no pensar en lo que pasa cuando el tema va de brujería económica. No nos extrañe que se siga hablando de raíces vigorosas, a ver si cuela. Me gustaría pensar que el poder atontado a esta gente. Pero, qué le voy a hacer, se me impone la hipótesis del cinismo absoluto.
Vivimos en la época de la mentira y la cutrez. Si esto se atreven a propalar el doctor Rodríguez y sus corifeos a propósito de un tema como el Ébola, ante un pueblo que algo sabe de contagios, mejor no pensar en lo que pasa cuando el tema va de brujería económica. No nos extrañe que se siga hablando de raíces vigorosas, a ver si cuela. Me gustaría pensar que el poder atontado a esta gente. Pero, qué le voy a hacer, se me impone la hipótesis del cinismo absoluto.
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