El
referéndum griego del domingo se saldó con un no rotundo, de los que hacen
época. Es más, si sopeso los motivos de los griegos que optaron por el sí y el
de los que se quedaron en casa, si resto el sí de la clase pudiente, sospecho
que deben haber sido muy pocos los que se plegaron libremente ante las exigencias de la Troika. Me basta con tener en
cuenta la enorme dosis de miedo que se inoculó al país.
Si
se planteasen sendos referéndums de idéntica o parecida factura en otros
países, la Troika se llevaría una sucesión de varapalos. Por eso no quiere
saber nada de tales consultas. Prefiere los arreglos a puerta cerrada, como el
que llevó al PSOE y el PP ha prostituir nuestra Constitución (artículo 135). Y
es que hay una clara incompatibilidad entre sus propósitos y la democracia, que solo le interesa a
título ornamental, es decir, por una inmoral razón de conveniencia.
Gracias a la valentía de Tsipras y del
pueblo griego la Troika ha topado con el primer no, con la primera patada, con
el primer rechazo político frontal. Y esto con motivo de la primera oportunidad
que se ofreció en términos de una democrática consulta, pues hasta la fecha y
desde que empezó la crisis aquí solo ha habido pasteleos y engaños.
¿El
futuro? Solo sé que los chantajistas se van a emplear a fondo para que la
situación no se les vaya de las manos. Todos ellos son neoliberales fanáticos, indiferentes ante la suerte de las personas
y los pueblos. Ya embarcados en el Gran Plan del TTIP y del TiSA, ¿van a entrar
en razón por el no de los griegos? Lo dudo. ¿Van a preocuparse, de pronto, por
la suerte de los pensionistas, de los enfermos y de los empobrecidos
trabajadores griegos? ¿Van a renunciar a los bienes que atesora el país? Lo
dudo. Si se ha llegado al presente estado de cosas es porque carecen de
escrúpulos y van como sobre raíles. Nótese
que no han tenido ningún inconveniente en burlarse de las razones humanitarias invocadas por Tsipras. Les importan un carajo.
Y esto se trasluce descaradamente en sus discursos y en los decires de sus
intelectuales orgánicos. Queda clara la catadura moral de la Europa en curso.
Vistas
las cosas desde España, sobrecoge el sometimiento del gobierno al rollo
inhumano y brutal de la Troika y sus asociados. Y sobrecoge porque comporta la
suposición idiota de que “si
España se porta bien”, será salva.
Da la casualidad de que en la patria del buen alumno y lacayo, la deuda es también impagable, como da la casualidad de que también aquí hay gente que pasa hambre y frío y que ya no puede mirar el futuro con esperanza. Da la casualidad de que aquí, para ir tirando, se echa mano de la hucha de las pensiones, etcétera. Aquí también se está gestando un no como una casa y llegará el momento que nuestros primates descubrirán que sus actuales patrones no derramarán una lágrima por ellos, como no la derramaron por los señores Papandreu, Venizelos y Samaras. El neoliberalismo es una máquina de destruir siervos, no siervos y enteros sistemas políticos.
Da la casualidad de que en la patria del buen alumno y lacayo, la deuda es también impagable, como da la casualidad de que también aquí hay gente que pasa hambre y frío y que ya no puede mirar el futuro con esperanza. Da la casualidad de que aquí, para ir tirando, se echa mano de la hucha de las pensiones, etcétera. Aquí también se está gestando un no como una casa y llegará el momento que nuestros primates descubrirán que sus actuales patrones no derramarán una lágrima por ellos, como no la derramaron por los señores Papandreu, Venizelos y Samaras. El neoliberalismo es una máquina de destruir siervos, no siervos y enteros sistemas políticos.
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