El primer encuentro formal de estos dos líderes políticos me producía,
seré sincero, cierta inquietud. ¿Y si a la hora de la verdad Iglesias le ponía
las cosas fáciles a Sánchez, por tales o cuales motivos, por una responsabilidad
de Estado mal entendida, por ejemplo?
Ya estoy tranquilo. Iglesias no me ha defraudado. Lo que él propone a
Sánchez es una “coalición de progreso” PSOE-Podemos-Confluencias-Unidad
Popular-IU, incompatible con fuerzas
de la derecha. De modo que si Sánchez quiere negociar a derechas con
Ciudadanos, debe olvidarse de Podemos. Más claro, agua. ¡Y menos mal!
Iglesias todavía se declara esperanzado, quizá Sánchez opte por Podemos... Hasta le pareció proclive a ello. Sin embargo, el líder socialista ya salió por
peteneras, decidido a seguir negociando con Ciudadanos, que a su vez le pide
que negocie también con el PP. Las líneas rojas de unos otros están claras
gracias a las precisiones de Iglesias, y esto es muy de agradecer. Me alegra
que el líder de Podemos haya arrojado lejos de sí la tentación del gatopardismo, afirmándose como un líder de
izquierdas hecho y derecho. En este lance está jugando sus cartas con acierto.
La
posibilidad de que Sánchez se avenga a formar un “gobierno de progreso” con
Podemos y sus afines no entra en mis previsiones. Sánchez apunta a un “gobierno moderado y reformista”, cosa muy distinta. Sin embargo, hay que agradecerle que se
haya reunido con Iglesias en un clima de cordialidad. Hay que agradecérselo, aunque para ello no haya corrido ningún riesgo. Tengamos en cuenta que al establishment
le gustaría que Sánchez fuera capaz de seducir y embridar a Podemos, algo imposible sin “dialogar”, el verbo de moda. Lo ideal
para el establishment sería abducirlo ya, con suavidad, antes de que se erija
en una molestia tipo Syriza.
Sobre el papel, es mucho lo que se juega Sánchez tras el órdago de
Iglesias. Durante su breve ejercicio de liderazgo, ha intentado reverdecer la
titulación socialista de su partido, ha intentado ir de progresista, sea por su
propio impulso, por entender que el PSOE acabará como el PASOK si sigue en las
mismas o por ambas cosas a la vez. Pero cuesta creer que pueda mantener el
rumbo, habida cuenta de que su partido ya está enviciado con la acomodación.
Ahora mismo, por ejemplo, sus pares europeos se encuentran en complaciente
sintonía con sus homólogos del PP, metidos hasta el cuello en la turbia
negociación del TTIP y el TiSA. De ahí que en ciertos labios las palabras
progresistas suenen a hueco, en el mejor de los casos a fantasías personales.
Entiendo que lo mejor que le puede pasar a Podemos es no pringarse en el
débil gobierno que resulte de las negociaciones en curso. Lo primero que
ocurrirá cuando ese gobierno se concrete se ve venir: una nueva vuelta de
tuerca del garrote neoliberal. Lo que a la izquierda le conviene es que la
culpa recaiga en los culpables, directa
e íntegramente. Las elecciones del 20-D demostraron que mucha gente sabe
ya de qué va esto, pero no la suficiente. Paciencia. El respaldo a la izquierda
aumentará, el tiempo corre a su favor. De aquí a poco, la Bestia neoliberal ya
no podrá engañar a nadie, ni aquí ni en Europa.
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