Como era de prever, el PSOE, Ciudadanos y Podemos han sido incapaces de
entenderse. Ahora parece que Pablo Iglesias consultará a las bases de Podemos
para que sean ellas las que decidan si se debe o no dar vía libre al proyecto del PSOE y Ciudadanos. Que nadie desee ser considerado responsable de que se vaya a nuevas elecciones no es estímulo suficiente para que unas negociaciones de este tipo lleguen a buen puerto. Los señores negociadores deberían renunciar a esta modalidad política de avestruces, sacar las cabezas de sus respectivos montículos y reconocer de una vez que no van a entenderse nunca con movimientos del trasero que ya empiezan irritar a los bienpensantes y a los indignados por igual.
Yo opino que Podemos debería allanar el camino a un gobierno
PSOE-Ciudadanos basado en el acuerdo programático suscrito por estas dos
fuerzas. Mas vale pájaro en mano que ciento volando.
Es cierto que ni siquiera sobre el papel se puede considerar estupendo ese acuerdo. Como ha sido pergeñado para no perder votos, entre una cita
electoral catastrófica y una posible repetición de las elecciones, como se
redactó con la vista puesta en atraer a Podemos, no es lo que se dice de fiar. Si se llegase a un gobierno
PSOE/Ciudadanos, lo más probable es que sea pulido hasta la desfiguración. Ahora bien, no por ello es
completamente despreciable en estos momentos: contiene ingredientes mejores que
el tremendo más de lo mismo que nos espera si Sánchez se estrella.
En su pacto con Ciudadanos, el PSOE ha dejado ver hasta dónde es capaz de
llegar. Quiere moverse dentro del terreno de juego convencional, sin saltarse
ningún límite, y eludiendo cualquier confrontación directa con los amos del
cotarro, tratando, al mismo tiempo de recuperar apoyo electoral entre las
numerosas víctimas de estos, escondiendo, de cualquier manera y con muchas sonrisas, lo contradictorio de ambos propósitos. Pedirle que se comporte como una izquierda seria
es pedir peras al olmo y, además, así está en su papel, para felicidad del grueso de sus votantes.
Ya es mucho que Sánchez haya preferido ir del brazo de Rivera y rechazar
Rajoy (como es mucho que Rivera haya preferido a Sánchez). Y visto lo visto,
¿qué sentido tiene forzar a esta pareja a ir más allá de sus posibilidades? Yo
no le veo ninguno, como no le veo ventaja alguna a los insultos oportunistas,
que están envenenando la atmósfera del público espectador.
En cambio, le veo el sentido y la gracia
a dejar que el PSOE y Ciudadanos se muestren como lo que son. Que expongan de paso a la vista de todos la
futilidad de cualquier oposición blandengue contra el orden de cosas establecido. Eso, que jueguen el juego de la acomodación que tan bien conocen.
Si Podemos diese vía libre al tándem PSOE/Ciudadanos no solo conseguiría
desalojar al PP del poder. Porque también ampliaría el campo de la izquierda
propiamente dicha, única beneficiaria política de los palos que
se avecinan. ¿Acaso le conviene pringarse en un gobierno débil obligado a
vender como deliciosos los recortes que figuran en la agenda de Bruselas? Yo
creo que no, francamente. Si uno
piensa en los desafíos que se nos vienen encima, sería muy de agradecer contar,
por lo menos, con una oposición seria, bien organizada, coherente, libre de compromisos
incompatibles con su esencia, capaz de decir verdades como puños y, por lo tanto, en situación de ser creída, perfectamente diferenciada de lo que se ha dado en llamar "la vieja política". A buen entendedor pocas palabras: “más vale
retroceder un palmo que avanzar un milímetro”. Es una cuestión de estrategia.
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