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viernes, 11 de mayo de 2012

¡BRUSELAS EXIGE MÁS RECORTES!


     Tras la palmadita en el hombro, nuevas exigencias de los chantajistas de Bruselas, como viene siendo norma. ¡Hacen falta más recortes!  Sucede esto cuando el gobierno ha resuelto meter 30.000 millones de euros de las arcas públicas en el agujero negro de la banca insana, de cuya robustez oímos presumir no hace mucho tiempo.
     Leo una carta al director publicada por Pablo Fernández Lorenzo en El País, con un una frase digna de ser enmarcada: “Dime dónde recortas y te diré a quién sirves.” Fernández Lorenzo pone el dedo en la llaga al recordarnos que los recortes se han cebado en la parte más débil, de forma descarada, sin que se haya detectado la menor intención de repartir el dolor.
     Ya está totalmente claro que los que recortan no nos sirven a nosotros.  Para ellos, mucho más importante que mejorar nuestra situación, es aprovechar la crisis para dejarnos en los huesos, con el espinazo doblado. Estamos ante una obra maestra de ingeniería social encaminada a devolvernos a la ley de la jungla, ejecutada a mayor gloria de una minoría, que puede contar con una soberbia asistencia en caso de tener algún problemilla.
   Quiere esto decir que la legitimidad democrática está siendo dilapidada a la vista de todos, que está siendo usada contra nosotros. Es irónico, porque hasta un dictador se lo pensaría dos veces antes de proceder de forma tan bárbara y descarada contra el bien común. 
    Los de Bruselas y sus asociados locales, quislings y colaboracionistas entusiastas de la peor especie,  necesitan recibir por la vista y por el oído la enorme indignación que su comportamiento nos produce.
    De ahí la importancia de la manifestación del próximo sábado. Me complace que sea mundial y ahí estaré. Con la humanidad. Contra la Bestia.

miércoles, 12 de octubre de 2011

EL SÁBADO 15 SALGO A LA CALLE

  Saldré, sí, a manifestarme pacífica y seriamente, en unión con todos los indignados.
   Lo haré porque estoy indignado, por  solidaridad con mi gente y también porque creo todavía en la posibilidad de conseguir un mundo mejor, convencido –además, sensación terrible– de que el tiempo se agota y de que la partida se está decidiendo precisamente ahora.
    Y saldré a la calle porque la clase gobernante española, europea y mundial necesita un severo toque de atención para recapacitar sobre las consecuencias de desplumar a la humanidad en beneficio de una minoría de egoístas locos y feroces.  Que se sepa que les hemos visto las cartas, que se acabaron los juegos trileros con la verdad y con los números. 
   Si me quedara en casa me sentiría un colaboracionista, un lacayo de esa minoría totalitaria, un cómplice, y en el mejor de los casos un tonto útil,  un imbécil.