Casi al mismo tiempo, José Bono y Dolores de Cospedal se han referido al
subsidio a los parados en un lenguaje común, dándonos a entender que debe ser controlado
y revisado a la baja. La convergencia entre el supuesto socialista y la exultante dirigente popular forma parte, salta a la vista, de la larga y sinuosa campaña
contra los logros de la clase trabajadora.
Desde
hace tiempo, oímos insinuaciones
repulsivas, en forma de
frases equívocas, globos sonda y lapsus. Se nos da a entender que la cobertura
a los parados es excesiva, que hay abusos, que no faltan los holgazanes, que la
economía no levantará vuelo si no se toman medidas para “dinamizar” el mercado
de trabajo.
Y esto se nos da a
entender cuando ya estamos indignados, sin pensar ni por un momento en lo feo
que es que personas bien situadas, con las espaldas bien cubiertas, se refieran
en tales términos a personas mal situadas y con graves apuros de supervivencia.
Todavía ni unos ni otros se atreven a proponer que se supriman los subsidios,
pero mucho cuidado, porque vivimos en un mundo extraño, en el que se perfila
una minoría esclavista y una mayoría esclavizada. Uno de los logros de pasadas épocas fue que los ricos dejaran de comportarse arrogantemente ante quienes no lo son, lo que permitió suavizar el clima social y político por ambas partes, sobre bases constructivas. A fuerza de torpezas y groserías, el clima va a acabar completamente agriado.
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