¿Hasta cuándo esta crisis?
Me lo han preguntado, con angustia, y me quedé sin habla. Ahora se me
acalambran los dedos. Es
indignante, pero esta crisis, de no mediar un milagro, de no verse nuestros dirigentes obligados a
recapacitar, durará hasta que los estándares sociales europeos hayan sido
reducidos a la mínima expresión, hasta que cosas y personas valgan tan poco que
de gusto comprarlas por poca plata. Entonces y sólo entonces volveremos a ser
atractivos y competitivos.
Los
poderes globales se están aprovechando de la misma crisis que ellos causaron,
con esa oscura finalidad. Así, Estados Unidos, teatro de estafas monstruosas,
cargado de deudas, se escuda en la crisis europea para ocultar los problemas
que, por la misma razón, sus
capitostes económicos no tienen ni la menor intención de resolver, al tiempo
que, dentro del espacio europeo, se transfieren las culpas a los más débiles,
cuyos ciudadanos son los más expuestos a volverse interesantes en el futuro próximo,
como mano de obra barata y ejemplarmente quebrantada. Razonando no se puede conseguir que la
gente lo acepte, mediante el chantaje económico sí que se puede.
La
misma jugada que se hizo contra los intereses del pueblo norteamericano a mayor
gloria de una minoría, se está perpetrando en Europa, y el resultado será
igualmente espantoso.
Mientras
montar una fábrica cueste el doble en España que en China, no tiene sentido
hacer números, como los genios de la deslocalización han sido los primeros en
saber. Si los obreros chinos no
cuestan nada, mientras se los pueda contratar o despedir de un puntapié, no
podemos pedir que nadie se interese por nuestra mano de obra. No hay más
misterio, en lo tocante a nuestros cinco millones de parados.
Esto se
veía venir, dígase lo que se diga, desde hace tiempo, desde que la secta
neoliberal echó raíces de este lado del Atlántico. ¿Creemos que fue casual que se encomendase la redacción de
la Carta Magna europea al neoliberal y atlantista Valery Giscard d’Estaing?
¿Creemos que este buen amigo del sanguinario Bokassa nos iba a proponer algo
aceptable? ¿Creemos que sólo por dejadez se ha traspapelado la Carta Social? Desde hace tiempo, el Tercer Mundo está
creciendo en el espacio de los privilegiados. Y esto promete dolor, mucho
dolor, siendo inútil buscar en todo ello el menor vestigio de moralidad. Y como no hay moralidad, como no hay un solo ideal decente a exponer, sólo se hablará de que hay que hacer sumas y restas, sobre todo restas.
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