La publicidad impuso la absurda creencia
de que vivimos en el único orden posible, de que todo aquel que no ponga por
encima el dinero es un estúpido, de que lo primero es y debe ser la economía,
el saber de los únicos sabios que merecen ser oídos. La Bestia neoliberal es,
por definición, una perversidad económica, cosa de economistas sin entrañas asociados
a los intereses del 1%.
Los presuntos genios de la
economía, se han pasado cuarenta
años vendiendo humo (una sociedad de propietarios, capitalismo popular…) y
operando seria y metódicamente a favor de ese 1%. Los resultados, a la vista.
Ya estamos todos metidos en una pirámide de Ponzi planetaria. La humanidad ha
sido desplumada, EEUU es la sombra de lo que era, Europa es un pecio político,
España un país arruinado, endeudado hasta las cejas. El contrato social, roto.
La legitimidad democrática, usada para grandes robos de guante blanco…
Nos espera más propaganda (de los
“brotes verdes”, pasamos al “crecimiento”), más reformas aprobadas en verano,
anunciadas en vísperas de vacaciones, más noticias administradas con elevado
sentido de la psicología de masas (se empieza diciendo que Bankia necesita
4.500 millones de euros, para llegar, a saltos, a 23.000 millones). Sí, nos espera
más propaganda, parte de ella envasada como noticia. Y nos espera el cultivo de
toda clase de irracionalidades, incluidas las religiosas.
Y
desgraciadamente, nos espera más violencia, de diverso tipo. Violencia sutil,
con modificación de leyes, con chantajes, con multas por protestar, con vigilancia de unos y de otros, con
demonizaciones, con maniobras de distracción –guerras periféricas incluidas–, y
–por último– brutalidad a gran escala aquí mismo. Lo que no quiere decir que la
Bestia neoliberal se vaya a salir con la suya. Cuando se llega a este punto,
comienza la cuenta atrás. Como a Hitler, a la Bestia neoliberal le llegará su
hora. Y es que ahora todos sabemos a qué atenernos, hasta los crédulos y los
tontainas que le rieron las gracias.