Ya es oficial: tras la dimisión de Berlusconi, llega Mario Monti, por lo
que no tiene ningún sentido celebrar la caída del Cavaliere. Entiendo que la llegada de Monti al poder es una desgracia para Italia y para Europa. Porque a este
señor no lo han elegido los italianos sino el mismísimo Comité del Dolor
integrado por banqueros, financieros y grandes empresarios. Queda claro que este Comité se ha apoderado
del destino de Europa a mayor gloria de sus particulares intereses.
Increíble pero cierto: Monti ha declarado que pretende agotar la legislatura, y mantenerse
en el poder, al frente de un gobierno de unidad, hasta el año 2013… Los buenos europeos, que somos demócratas hasta los tuétanos,
tenemos la obligación de denunciar este golpe de Estado de los mercados, el
segundo, después del griego. Celebrarlo le convertiría a uno en
un colaboracionista, en un cómplice de la dictadura neoliberal. Así de claro.
Ya no estamos ante un problema meramente económico, sino ante un drama político y moral. Porque el señor Monti, director europeo de la Comisión Trilateral, directivo del Club Bildelberg, asesor de la multinacional Coca-Cola, ha figurado hasta ayer mismo entre los altos ejecutivos de Goldman Sachs, el banco de inversión involucrado en el loco y tenebroso asunto de las hipotecas suprime. Pintarlo como simple tecnócrata es algo más que un abuso de confianza.
Ya no estamos ante un problema meramente económico, sino ante un drama político y moral. Porque el señor Monti, director europeo de la Comisión Trilateral, directivo del Club Bildelberg, asesor de la multinacional Coca-Cola, ha figurado hasta ayer mismo entre los altos ejecutivos de Goldman Sachs, el banco de inversión involucrado en el loco y tenebroso asunto de las hipotecas suprime. Pintarlo como simple tecnócrata es algo más que un abuso de confianza.