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lunes, 24 de noviembre de 2014

TIEMPO DE CONSECUENCIAS

     No veo la historia con los ojos del determinismo pero entiendo muy bien lo que quería decir Churchill cuando explicó a los británicos que se encontraban en el “tiempo de las consecuencias” (1939), y creo, además, que estamos precisamente ahora en una de tales fases, en España y en Europa.
    Si uno contempla el “problema catalán”  acaba metido en lamentaciones sobre lo que se hizo y no se hizo al respecto, a la espera de la evolución de los acontecimientos, de racionalidad menguante. Lo mismo sucede cuando oye hablar de la necesidad de acabar con “el régimen de 1978”.  Se queda uno a verlas venir, con la sensación de que nunca deberíamos haber llegado a este extremo, de curso imprevisible. Pero es tiempo de consecuencias y  ya no valen las lamentaciones.
    Resulta que hay varias generaciones de demócratas españoles  que sienten asco ante lo sucedido en  el marco constitucional de 1978 y que  ya no hay posibilidad de defenderlo con los argumentos de siempre, cuyo poder de convicción se ha disipado.
     Otro tanto ocurre con respecto a Europa. El europeísta de ayer se queda sin palabras. No es que Europa nos falle, es que ya falló, metida en un proyecto contra sus habitantes que viene de lejos. Lo que sigue es el Acuerdo de Libre Comercio e Inversiones EEUU/UE, cuya botadura, lo veo venir, coincidirá, oh casualidad, con el fin del austericidio (para mejor imponer la  falsa impresión de que ese tratado es el gran remedio a todos nuestros males). Los secuestradores de la vieja Europa y han demostrado cierta maestría en la administración de palos y pequeñas zanahorias, por no hablar de su adicción al terrorismo económico.
     La crisis provocada por unos tiburones que especulaban con más basura que ladrillos ha sido aprovechada para laminar el Estado de Servicios y convertirlo en coto de caza de inversores para nada comprometidos con sus fines originales. Ya se dio marcha atrás a los derechos del trabajador, se benefició a las empresas transnacionales, a los banqueros y los especuladores. Expolio y destrucción de la clase media, inaudita prostitución de la soberanía nacional y, en definitiva,  un sostenido avance hacia una sociedad clasista decimonónica (peor, por tratarse de una regresión traumática).
     En este inmundo negocio compadrean los populares y los socialistas europeos desde hace años, tantos años que ha llegado a ser una consecuencia necesaria el surgimiento de un movimiento generalizado de oposición, un movimiento bifronte, en el que encontramos, por el lado izquierdo, a Syriza y Podemos, y por el lado derecho, al Frente Nacional de la señora Le Pen, por poner solo tres ejemplos de fuerzas opuestas que aspiran a representar a las víctimas del atropello. La farsa europea no podrá continuar impunemente.
    Es tiempo de consecuencias, pues. La confrontación promete ser durísima. Ya me parecía raro que Europa se fuese a dejar desplumar como los países tercermundistas que ya han padecido tan horrible tratamiento. Al final, aunque tarde, cuando grandes masas humanas han tomado conciencia de lo que está pasando, se ha producido una reacción que hará historia.
    Como la escalada neoliberal pretende continuar como si nada pasase, como ya sabemos que no se atiene a principios morales, el movimiento de oposición a sus fines no tiene vuelta atrás e irá necesariamente en aumento. Se masca, pues, un cambio de época, con muy pocas posibilidades de regresar a los consensos originales.  Lo dicho, es tiempo de consecuencias, con las consiguientes pruebas de fuego para la democracia española y europea.

domingo, 9 de septiembre de 2012

MONTI Y VAN ROMPUY CONTRA EL “POPULISMO”


     A la salida de foro Ambrosetti, celebrado en la ciudad italiana de Cernobbio, Monti y Van Rompuy se han mostrado decididos a emprender una campaña de altos vuelos contra “el populismo”, entendido como un peligro para la Europa que ellos nos quieren imponer.
    Como es sabido, apelar a los peligros del “populismo” está de moda en los cenáculos neoliberales. No hace mucho José María Aznar realizó una campaña contra el populismo en tierras de Hispanoamérica, sin pensar ni poco ni mucho en que su partido por algo se llama “popular”.  Esa campaña figuraba, desde luego, en el guión neoliberal, ahora recuperado por el foro Ambrosetti con la vista puesta en la desventurada Europa. Se sobreentiende que populista es Hugo Chávez, y que es algo horrible, irracional, con una incomprensible pulsión nacionalista.  Monti y Van Rompuy se quieren curar en salud. 
     Una de dos: o no entienden la oposición de los europeos a la operación destructiva que ellos se traen entre manos, o la entienden pero han optado por desacreditarla por el procedimiento de escupirle encima la palabra “populista”. En el primer caso, estarían fuera de la realidad y en el segundo serían unos malvados. 
    Lo único claro es que la clase dirigente europea va a su bola, pendiente de sus patrocinadores y de espaldas a la gente. De ahí que no se haya oído un solo mea culpa procedente de las altas esferas, de ahí que no se haya hecho el más mínimo gesto de querer dialogar, de ahí la manera dictatorial de la que hacen gala sistemáticamente los máximos dirigentes europeos. Que nuestra Europa nada tiene que ver con su Europa elitista es obvio, por lo que su campaña antipopulista será digna de verse. Imagino a sus expertos en mercadotecnia tratando de vendernos su modelo oligárquico y no sé si reír o llorar. Es muy difícil que el populismo se cargue a Europa, por no decir imposible: ya se la han cargado ellos.
      

lunes, 23 de julio de 2012

COLAPSO ECONÓMICO Y RESPONSABILIDADES POLÍTICAS


    Ahora resulta que las arcas del Estado están vacías y que lo único que se puede hacer es implorar ayuda al BCE...  ¡A qué gentes inteligentísimas hemos fiado nuestro destino! ¡Qué habilidosos tecnócratas, qué gurús! ¡Qué sapientísimos economistas!
   Así es como termina una época, la época iniciada con la Transición. No sabemos lo que nos espera, porque este final es ignominioso y caótico, y porque el contexto internacional, a diferencia de lo ocurrido en los años setenta, no nos va a dar facilidades. Se ha impuesto la ley de la jungla y la presente crisis es una máquina de destruir sistemas políticos y de revivir viejos fantasmas. Lo único seguro es que nuestros dos partidos hegemónicos se han cavado ellos solitos su propia fosa.
    El PP le echa toda la culpa al PSOE, a la herencia recibida, sin percatarse de que cada vez hay menos gente despistada en disposición de contentarse con tan burdo mensaje.  No nos engañemos: lo ocurrido representa un golpe durísimo contra la credulidad de los votantes de ambos partidos, y por ello contra el modelo bipartidista imperfecto en que hemos vivido hasta la fecha. Lo de “ni PSOE ni PP” que se ha oído en nuestras calles lo dice todo. La indecente e imbécil reforma constitucional que ambos pactaron a nuestras espaldas para darle el gusto a los mercados los ha dejado retratados para la historia. Aparte de que hay una perfecta continuidad entre la "cultura del pelotazo" y las indecencias de la Comunidad Valenciana y de Bankia. Como todo el mundo sabe.
    ¿Qué hizo Rajoy durante los ocho años de gobierno de Zapatero? Continuar la campaña electoral, sacando todos los temas de quicio. Los cuatro años consagrados a proyectar sobre Zapatero una morbosa sospecha en relación a la autoría del salvaje atentado de Madrid (para encubrir de paso las consecuencias más obvias de la foto de las Azores),  se vieron seguidos por otros cuatro dedicados a echarle la culpa de la crisis económica, con la consiguiente obnubilación de las conciencias. No sé de nadie que, oídos los dicterios del PP, haya refinado su puntos de vista; en cambio, conozco a muchas personas que por tomárselos en serio durante tanto tiempo presentan claros síntomas de intoxicación y serios problemas cognitivos, empezando por la confusión entre la situación de 1996 y la del 2007 y siguiendo por la genialidad de Rato, hoy puesta en su sitio por el escándalo Bankia.
   El PP se desentendió de sus obligaciones como primer partido de la oposición.  Sólo puso interés ganar las próximas elecciones, al precio que fuese. El sistema político, la democracia, la herencia de la Transición, todo esto fue sacrificado a mayor gloria de un manualillo de mercadotecnia política. Y hasta fingió ser de centro y nos ofreció un programa electoral para ganar esas elecciones, a sabiendas de que era de imposible cumplimiento. Y las ganó, claro, para quedar en evidencia a continuación, cuando todos los problemas de verdad le pillaron de nuevas, sin otra hoja de ruta que el manualillo neoliberal, como si todavía viviéramos en los tiempos de la Thatcher. Por lo tanto, el PP no tiene autoridad moral alguna para echarle la culpa de todo al PSOE. Nos hizo perder el tiempo, confundió todos los problemas, dio lugar a una campaña de confrontación cuyos malignos efectos nos alcanzan ahora de pleno, en el peor momento.
   Y eso no es todo, porque es obligatorio recordar que durante años el PP participó con entusiasmo y dedicación en el  sucio y antidemocrático tejemaneje neoliberal que puso a Europa en manos de los tiburones. El mecanismo que ahora nos hunde en la miseria fue, en efecto, un asunto del Partido Popular Europeo y no algo caído del cielo  o salido de los infiernos. Durao Barroso y Angela Merckel son los estupendos correligionarios de Mariano Rajoy. La Europa  de los tiburones no se formó en un día, es cosa muy bien pensada. ¿O por qué creemos que se llega a esta situación en ausencia de una carta social europea digna de tal nombre?
    En realidad aquí lo único que no está claro es la proporción de falta de luces y de desprecio por el bien común que  llevó a hacer oídos sordos a las voces de alarma y a optar por la huida hacia adelante. Lo cierto es que nuestro “bipartidismo imperfecto” ha naufragado. Y esto quiere decir que del buen hacer del resto de los partidos depende la salvación de nuestra democracia, un salvamento que tendrán que hacer en condiciones francamente difíciles, con una ley electoral que todavía sigue allí…  
    En la nueva fase histórica en que nos vemos metidos por culpa del tándem PSOE-PP habrá poco lugar para los equívocos y los sofismas habituales. O con la Bestia neoliberal o contra ella. El PSOE verá lo que hace con su complicidad con dicha Bestia, y el PP tendrá ocasión de comprobar una verdad: no por adorarla dejará de ser devorado por ella. 

lunes, 18 de junio de 2012

ELECCIONES EN GRECIA


   La euforia de la Europa pudiente ante la victoria del conservador Samaras debe ser motivo de conmiseración. ¡Hay que ver la suerte que ha tenido Tsiparas! Un poco más, y gana, y entonces habría caído sobre él todo el enjambre, toda la basura mediática.
    Lo único que tiene que hacer el líder de Syriza es esperar sentado el previsible e ignominioso final del tándem Samaras-Venizelos, dos pecios políticos desde el punto hora en que tragaron con el chantaje en sustitución del deshuesado Papandreu.  Si logran formar lo que pomposamente se llama un “gobierno de unidad nacional” para mejor servir a “los mercados”, peor para ellos. El problema es el sufrimiento de los griegos, y desde luego,  algo que debería también mover a hacer algo serio: de seguir Europa por este camino, dará la razón  a personas verdaderamente extremistas, a las que ya me parece estar oyendo afilar las espadas. Lo de Amanecer Dorado no es una pequeñez. 
    A  todo esto, la formidable pirámide de Ponzi sigue viniéndose abajo a cámara lenta, y seguirá, hagan lo que hagan Samaras-Venizelos. 

viernes, 1 de junio de 2012

NO A UN GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN


   Tres  profesores, Jesús Fernández Valverde, Luis Garicano y Tano Santos ( Universidad de Pennsylvania, London School of Economics y Universidad de Columbia respectivamente),  acaban de publicar en El País un artículo titulado “No queremos volver a la España de los 50”.  
   El diagnóstico que nos ofrecen es digno de reflexión, pero  la solución que se les ha ocurrido me parece una locura. Escriben: “España debe decir un claro sí a Europa, que es lo único que nos protege del peronismo empobrecedor [sic!], y que estamos dispuestos a pagar el precio que esto acarrea. Para ello, necesitamos urgentemente un nuevo gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes y técnicos intachables con amplios conocimientos de su cartera.” Me parece una locura, aunque Felipe González nos haya prescrito el mismo remedio. Rechazo de plano un gobierno de concentración precisamente porque no quiero volver a los años 50. .
   Para empezar, me parece muy significativo que estos tres profesores, no por casualidad de Economía, nos vean a punto de sucumbir ante un “peronismo empobrecedor”. ¿Chocante, no? Al parecer, pretenden descalificar de antemano a cualquier intento de poner coto al capitalismo salvaje por el simple procedimiento de llamarlo “peronismo empobrecedor”.  De paso, alzando la bandera de Europa, nos dan a entender que debemos entender por Europa exactamente lo que entienden ellos y el señor Mario Draghi.
    Naturalmente, nos están proponiendo un gobierno de tecnócratas, pero, como se deduce de todo ello, los tres vienen cargados de ideología, bien que disimuladamente, como acostumbran ciertos economistas orgánicos.
   Nuestros tres profesores no tienen el necesario recuerdo de lo que pasó en este país cuando ciertos políticos inexpertos se  volvieron locos con la idea de un gobierno de concentración. Con la obsesión  de descabalgar a Adolfo Suárez a punto estuvieron de cargarse la democracia. No señor, nada de gobierno de concentración. En este punto prefiero guiarme por el criterio de Manuel Fraga Iribarne, el único peso pesado que no entró en el juego suicida de aquellos tiempos.
   Los españoles han elegido a Mariano Rajoy, y si éste no está a la altura de las circunstancias, habrá que llamarlos a las urnas otra vez. Que esto tiene sus riesgos, ya lo sabemos, pero, por favor, no ignoremos los riesgos, mucho mayores, de meternos en pasteleos margen de la legalidad democrática. Ahora le toca a Rajoy, lo haga así o asá. Lo que no se puede es pervertir a capricho el sistema que nos dimos en 1978. Si lo que les interesa es imponernos un Monti, que lo digan. Yo no lo quiero. No nos hemos dado una democracia para volver a los tiempos de López Rodó. Si la legislatura no llega a término, elecciones generales.
   El caso es que los tres profesores, no sabemos si por ingenuidad o con segundas intenciones,  dan por seguro que a los españoles nos inspira una gran confianza un equipo formado por supervivientes del proyecto de Rajoy y supervivientes de los equipos anteriores, con algún elemento fósil de gran prestancia. Creen que, si nos fuera dado contemplar lo bien que van del brazo González y Aznar,  Solchaga y Rato, Leire Pajín y Dolores de Cospedal, íbamos  a juntar filas con entusiasmo, decididos al sacrificio. Ojo, señores, mucho ojo: Ya se ha oído eso de “ni PSOE ni PP”, no se les olvide, porque un combinado así sería mortal de necesidad para nuestra democracia.

jueves, 17 de mayo de 2012

LA CACEROLADA DEL 15 M


     Se equivocan totalmente quienes minimizan estas caceroladas por el procedimiento de contar si eran tantos o cuantos los protagonistas.
    El fenómeno irá en aumento, y es inevitable recordar el caso argentino, la famosa cacerolada que puso fuera de combate al ministro de Economía, al presidente De la Rúa y a quienes trataron de sucederle. El mensaje fue: “¡Que se vayan todos!”
   Aunque a algunos les cueste creerlo, en las calles habita un poder, un poder que ningún gobernante en su sano juicio ha despreciado jamás.  O nuestros gobernantes hacen algo serio para contener y hacer retroceder a la bestia neoliberal, o esto se va a poner muy feo.
    Porque resulta que ya todo el mundo sabe que operan al servicio del 1%, como todo el mundo sabe que nos han metido en una formidable pirámide de Ponzi, como todo el mundo sabe por medio de qué sencillos trucos se desvalija a los pueblos en beneficio de una insaciable minoría cleptocrática. 
    Ya no nos hace ninguna gracia que el BCE preste dinero a bajo interés a los bancos para que estos se lo presten a los Estados a un interés mayor y creciente, negociejo que no sabemos a qué  malvado se le ocurrió y qué clase de gentuza puso en práctica sin consultarnos, como si viviésemos en un mandarinato. Ya no soportamos un minuto más que se nos tenga enganchados a la adicción bursátil de unos mangantes de altos vuelos, ni que se nos obligue a seguir metidos en una espiral crediticia tramada por esos listillos.
     No se puede desvalijar a los pueblos impunemente, poniendo cara de idiota o cara seria.  Y no estamos de humor para que con el dinero del contribuyente, el que gana y el que se supone que ganará con el sudor de su frente, se nutra el 1% local y el mundial también. Ya no estamos de humor para tolerar que un señor genio que ha embarrancado un banco se lleve al bolsillo en un año lo que al ciudadano de a pie le costaría ganar dos siglos y un poco más. ¡Pero en qué cabeza cabe!
    ¿Qué piensan hacer nuestros gobernantes, los de aquí, los de Bruselas y los que siguen riéndole las gracias a Wall Street, donde se urdió la mayor estafa  de todos los tiempos? ¿Seguir igual? ¿Ahora que todo el tinglado está a la vista? ¿Ahora que sabemos lo geniales que son con los números?
    Pues que sepan que se están cargando el buen rollo, que se están cargando al país, que se están cargando a Europa, que se están cargando la cohesión social y, por lo tanto, la convivencia.  Que sepan que, en adelante, no habrá mentira que sea pasada por alto, que no habrá brote verde ni luz a la salida del túnel que engañe a nadie. Que sepan que, para seguir igual, tendrán que recurrir a medios sucios y violentos, al repertorio de los peores canallas que figuran en los anales de la humanidad. Y que sepan que, si siguen así, se cargarán (usemos un lenguaje rudo) la gallina de los huevos de oro.
   Quizá sea oportuno señalar que ni siquiera hace falta que se vuelvan buenos y sensibles quienes no lo son. El presidente Roosevelt no era bueno ni sensible. Simplemente, comprendió que así no se podía seguir. Era inteligente, astuto, y sabía que no se podía tomar a broma las protestas, las huelgas y la desesperación. Por eso ha pasado a la historia como un gran hombre, como un benefactor de la humanidad e incluso como el salvador del capitalismo. Tomen nota las personas inteligentes y con carácter que pueda haber en las altas esferas. Antes de que sea tarde. Por  algo han sonado las cacerolas.

domingo, 19 de febrero de 2012

LA REFORMA LABORAL COMO VICTORIA

      Duele decirlo, pero la infame reforma laboral que nos acaba se ser impuesta es una gran victoria, entre otras pasadas e inmediatamente venideras, de la revolución de los muy ricos, iniciada a principios de los años setenta. La siguiente cota a alcanzar es la laminación del derecho de huelga, a juzgar por los globos sonda.
     El Comité del Dolor (integrado por banqueros, financieros y grandes empresarios) se ha salido con la suya, como era de prever. La Comunidad Europea hace tiempo que abdicó de su razón de ser y de los valores sociales en que habíamos depositado nuestras esperanzas. Hemos regresado al siglo XIX, a las coordenadas de Ricardo, Malthus y Spencer, revelándose la crisis como lo que es, un simple pretexto para acabar con el compromiso con el bien común. Como ya he dicho en este blog, volveremos a ser apetitosos cuando no valgamos nada, cuando nos vean arrastrarnos por el barro en pos de un euro o un dólar.
     Y no son sólo los derechos del trabajador los que se acaban de ir por el sumidero de la historia.  Sépase que la reforma nos hará daño en el alma y en el cuerpo, no sólo en el bolsillo. Y sépase que hará un daño irreparable al sistema político, pues por el mismo agujero se va ese bien precioso llamado legitimidad.  Cuando el poder se vuelve contra el bien común, el resultado es inevitablemente catastrófico.  
    Los defensores de esta reforma se dividen en dos clases de personas, las malvadas, que apuntan desvergonzadamente a una sociedad dividida entre ricos y pobres, entre tiburones y sardinas, y las memas, gentes que ni siquiera adivinan las consecuencias humanas y políticas de semejante retroceso, gentes que no saben una palabra de historia, gentes que han llegado a detentar “puestos de mando”  por su ignorancia y su servilismo, gentes propensas a creerse sus propias mentiras y, por tanto, no menos peligrosas que las malvadas.
      El nuestro es un pueblo de elevado sentido cívico, no exento de memoria histórica, un pueblo experimentado, poco dado a las aventuras por venir escarmentado. Pero ha tenido que salir nuevamente a la calle, para rechazar este trágala. No entra dentro del guión que el Comité del Dolor se inmute por ello, como tampoco el gobierno, que ahora tiene a gala presumir de gran firmeza,  lo que me  impone negros presentimientos.  Primero se agota la legitimidad, luego la paciencia. Es regla fatal.
       Aprovechándose del desfallecimiento del PSOE, consumido por la fase precedente, la señora Cospedal no duda  en afirmar que el PP es el partido de la clase trabajadora. ¿Pero se va a alguna parte con bizarras declaraciones de este tipo, como la que ha venido a definir esta reforma –en plan semiblíblico– como "buena, justa y necesaria"?  Yo no lo creo, como tampoco creo que nadie se vaya a conmover por los topes salariales impuestos a ciertos ejecutivos que, en todo caso, seguirán ganando cien veces, e incluso seiscientas veces más, que el trabajador de a pie.  Se demanda de nosotros un enorme sacrificio sin ninguna contrapartida, con algunas promesas de imposible cumplimiento a juzgar por la jugada. Churchill pudo excitar la fibra heroica de sus compatriotas desde la verdad, porque se jugaban la libertad y la dignidad ante los nazis. Por eso surtió efecto su "sangre, sudor y lágrimas". Pedir no sé que espíritu de sacrificio para darle el gusto a unos timadores y a unos rufianes no tiene ningún sentido, salvo que se trate de irritar a la gente.
      Hasta ayer mismo, las lamentaciones venían sólo del campo socialista, y ahora las oigo también en el campo vecino… Votantes del PP, ayer arrogantes, empiezan a asustarse y a hacerme partícipe de inquietudes personales de lo más comprensibles. E incluso me ha sido dicho que da náuseas el genuflexo comportamiento de la derecha española ante el señor Rehn y otras autoridades foráneas, una especie de giro sarcástico de la historia.  En fin, ya he  escrito que, si ayer le tocó al PSOE, ahora le toca al PP. El programa del Comité del Dolor parece diseñado a propósito para destruir partidos y sistemas políticos enteros.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LOS SOLLOZOS DE ELSA FORNERO



    Sentada a la vera de Mario Monti, Elsa Fornero, ministra de Trabajo, se ha echado a llorar, incapaz de exponer los planes  que su jefe  tiene para los italianos.  Yo la comprendo, y le digo que sus lágrimas la honran.
   Lo único que no entiendo es que, con su sensibilidad, haya tomado plaza en ese gabinete surgido de un golpe de mano de los mercados contra la democracia italiana y, por extensión, contra la de todos nosotros. ¿Qué se podía esperar del señor Monti, el hombre de Goldman Sachs, salvo  una sucesión de salvajadas? No es que Europa corra peligro, es que ya se ha ido al carajo.
    Y motivos para llorar hay muchos.  Y no sólo para llorar de tristeza, sino también de rabia. Después de muchos años de soportar aquello de “¡la economía, estúpidos!”, después de oír que sólo los magos de la economía saben de qué va la cosa, resulta que nos han conducido hasta aquí, de donde sólo se pude “salir”con rumbo al infierno. Y resulta que esto mismo ya ha ocurrido en otras latitudes, y que no cabe ver en ello ninguna novedad. Lo único novedoso es que esto suceda en Europa, que de pronto pide auxilio al FMI, como si no se supiera a qué se dedica desde hace décadas.
    Ahora resulta que hasta el euro está en peligro. Me viene a la memoria que a Sadam Hussein le costó muy caro hablar de transferir sus divisas de dólares a euros, y recuerdo, como de pasada, que no fue una buena idea por parte de Gadafi la ilusión de crear una moneda africana sólidamente  anclada en el oro. No vaya a ser que los historiadores de mañana, si llega a haberlos, se vean obligados a contemplar la hipótesis de que  la basura financiera de la víspera, que todavía sigue dando vueltas, haya sido algo más que una locura y una colosal estafa.
    Por lo demás, doy por sentado que nos están empujando brutalmente hacia lo peor del siglo XIX,  hacia el capitalismo salvaje. Ya  va cobrando forma ante nuestros ojos, donde esperábamos cohesión social y progreso, una sociedad jerárquica, absolutamente retrógrada, de tipo medieval pero peor, por estar basada no  en la nobleza sino  en dinero –real o ficticio– y por estar caracterizada por no tener ni el menor asomo de lo que antes se llamaba temor de Dios. Aquí no hay ni justicia ni caridad, como cualquiera comprobar, y estamos ante el poder más cutre y mezquino de todos los tiempos.
    Y por eso son tan significativas las lágrimas de Elsa Fornero. Se acabaron las bromas. Ya sabemos adónde apuntan las deliberaciones a puerta cerrada, los actos extraparlamentarios, ya sabemos por qué se toman decisiones en domingo, por qué se escalonan las medidas, a todas luces indefinidas y siempre INSUFICIENTES. Y es que la lógica de los chantajes es esa precisamente.
    Todo está claro, la  estafa, el fraude, los embustes, todo. Y esto va muy rápido:  es obvio que Monti y los suyos –que los hay en todas partes– ya no tienen tiempo de maquillar sus salvajadas. Y es que la cosa se les ha ido de las manos, lo que es típico de los aprendices de brujo, de los déspotas y de los desequilibrados. De hecho, ya están dando lo que se dice un espectáculo. Y no lo digo por las lágrimas de Elsa Fornero: Si las personas decentes que ocupan cargos en Europa llorasen cuando se tiene que llorar, en lugar de sonreír neciamente, quizá estaríamos a tiempo para hacer algo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

MARIO MONTI COMO DESGRACIA

   Ya es oficial: tras la dimisión de Berlusconi, llega Mario Monti, por lo que no tiene ningún sentido celebrar la caída del Cavaliere. Entiendo que la llegada de Monti al poder es una desgracia para Italia y para Europa. Porque a este señor no lo han elegido los italianos sino el mismísimo Comité del Dolor integrado por banqueros, financieros y grandes empresarios. Queda claro que este Comité   se ha apoderado del destino de Europa a mayor gloria de sus particulares intereses.
    Increíble pero cierto: Monti  ha declarado que pretende agotar la legislatura, y mantenerse en el poder, al frente de un gobierno de unidad, hasta el año 2013…  Los buenos europeos, que somos demócratas hasta los tuétanos, tenemos la obligación de denunciar este golpe de Estado de los mercados, el segundo, después del griego. Celebrarlo le convertiría  a uno en un colaboracionista, en un cómplice de la dictadura neoliberal. Así de claro.
     Ya no estamos ante un problema meramente económico, sino ante un drama político y moral.  Porque el  señor Monti, director europeo de la Comisión Trilateral, directivo del Club Bildelberg, asesor de la multinacional Coca-Cola, ha figurado hasta ayer mismo entre los altos ejecutivos de Goldman Sachs, el banco de inversión involucrado en el loco y tenebroso asunto de las hipotecas suprime. Pintarlo como simple tecnócrata es algo más que un abuso de confianza. 

jueves, 10 de noviembre de 2011

PAPADEMOS, MONTI Y LOS QUE VENGAN: ¡QUÉ VERGÜENZA!

    Ahora resulta que al infortunado Papandreu, elegido democráticamente por los griegos, le viene a sustituir  un tal  Papademos, un tecnócrata, un secuaz de lo que Krugman ha llamado el Comité del Dolor (integrado por banqueros, grandes empresarios y tiburones de las finanzas).
    Presenciamos, en primera fila, la quiebra de la democracia griega, en la línea de lo que yo me temía.  Es mismamente como si aquí padeciésemos la súbita ascensión de  Boyer, Rato,  Pizarro  o a Zutano a la jefatura de un  pomposo gobierno de salvación nacional encaminado a satisfacer las exigencias del Comité.
     La operación de desplumar al pueblo griego que el señor Papandreu no pudo llevar a su término satisfactoriamente pasa a ser encomendada a un tecnócrata, el cual, por no deberse a dicho pueblo en ningún sentido, es de suponer que no se detendrá ante nada. (Es de suponer, porque no se va muy lejos cuando la legitimidad del sistema se ha quedado a cero.)
    Y ya Goldman Sachs pide para Italia la misma fórmula. El secuaz elegido para sustituir a Berlusconi será, al parecer, el señor Mario Monti, otro tecnócrata, de quien se espera que haga lo que Berlusconi, pendiente de sus electores, dijo que haría –desplumar  a los italianos– pero que hizo sólo un poquito, consciente de que hacerlo de verdad sería como suicidarse.
     No es que yo simpatice con  Berlusconi, pero no estoy dispuesto a dejarme manipular: los italianos lo eligieron, lo que no es el caso del señor Monti. La jugada es demasiado fea, demasiado antidemocrática, y la sola idea de que se repita merece una repulsa general.
    Claro que esto no importa, porque aquí  lo que se necesita es un individuo con las manos libres, sin compromisos con el pueblo, decidido a aplicar la tijera, el rodillo y hasta el hacha. Y conste que la promesa de futuras elecciones no tiene ningún valor, pues si no se hiciese estaríamos hablando golpes de   Estado convencionales. Claro que un  golpe de Estado de los Mercados es cualquier cosa menos convencional.
    Ya nos habíamos indignado ante el hecho de que la clase política europea no se comporte como tal. Ya nos habíamos percatado  de que Papandreu y Berlusconi, como otros, han sido esclavizados por el Comité del Dolor. Y ahora resulta que no eran esclavos suficientemente dóciles sino gentes con tiquis miquis muy molestos.  De ahí que el control pase directamente a los secuaces de dicho Comité. Para vomitar.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

GRECIA E ITALIA RUMBO A LO DESCONOCIDO


    El infortunado Papandreu quemó su último cartucho al anunciar la convocatoria de un referéndum. Pretendía que el pueblo griego se pronunciase a favor o en contra del plan de rescate que lo dejará entrampado para los restos. De paso, pretendía  presionar un poco al cerco de chantajistas, o al menos ganar tiempo, y también reducir su responsabilidad personal.  Las Autoridades Supremas no le permitieron seguir por ese camino a pesar de que el buen hombre no diese la menor prueba de trabajar a favor de una respuesta negativa. ¿Y si lo perdía, y si ganaba el no? ¡Con lo sensibles a la incertidumbre que son los mercados!
    Papandreu acaba de tirar la toalla y se constituirá un “gobierno de unidad”, un “gobierno de coalición”. En lugar de irse directamente a su casa, Papandreu negocia el invento con su rival  Antoni Samaras, el líder de Nueva Democracia, hasta hace poco resistente al chantaje financiero que padece su país.  El resultado de todo esto –lo veo venir– es la trituración del sistema democrático griego. El partido socialista griego y el partido de Samaras se irán juntitos por el sumidero de la historia.
     Y es que ahora lo único que importa es imponer las reformas canallas, dar seguridades al poder financiero global,  en el loco supuesto de que será posible torear indefinidamente a los pueblos.
     Por su parte,  el señor Berlusconi  pretende dejar su dimisión “para después”.  Antes de irse, nos dice, "tiene" que aplicar el plan de reformas canallas que le han dictado. A primera vista, sólo pretende salvar sus propios muebles y ganar tiempo, en la seguridad de que sus rivales, enclenques y mal avenidos, no sabrán qué hacer. Pero la cosa es más compleja, y va más allá de Berlusconi.
    El citado plan, flagrantemente contrario al bien común, centrado en dar una satisfacción creciente a una minoría rapaz e insaciable, tiene, entre otras particularidades, la de consumir políticos y sistemas políticos enteros, y la de ir de menos a más.  Los que mueven los hilos proceden por etapas,  alternando las promesas con las violencias, en plan usurero clásico, en plan proxeneta.  Y se trata de un viaje  a lo desconocido.
    El plan canalla carece de límite: su lógica, que no es otra que la de un chantaje, no lo tiene. Aquí, Zapatero ha acabado en los huesos, pero igual acabará su sucesor. Unos años más, y tendremos un formidable plantel de espectros políticos en un paisaje desolado.  Lo único sano es la indignación que todo esto nos produce.