La benemérita organización Save the Children ha puesto sobre la mesa del G8 la situación de millones de niños condenados a una muerte prematura por motivos de salud indignos del siglo XXI. Con nuestros usos y costumbres, dejamos morir, todos los años, a más de nueve millones de niños.
No es la primera vez que que Save the Children reclama que se preste la debida atención al drama de la gente menuda. Sólo durante los tres días de la cumbre de L'Aquila (Italia) fallecerán 75.000 niños.
Si los dirigentes del G8 son capaces de salvar a banqueros y financieros en crisis, ¿por qué no van a ser capaces de hacer algo por la infancia sufriente? A fin de cuentas, sólo se les pide un milagro muy pequeño en comparación.
¿Acaso harán algo al respecto los máximos dirigentes del planeta? No lo creo, francamente, y eso que dejar morir y asesinar es lo mismo cuando se tienen las estadísticas a la vista.
Pero de algo estoy seguro: si no se hace nada por acabar de inmediato con el sufrimiento de los niños de este planeta, se puede dar por perdida la batalla contra el cambio climático y todas las demás batallas de las que depende la suerte de la humanidad. Tiempo al tiempo. Con almas de basalto a los mandos de la globalización, todos estamos perdidos, tan perdidos como esos niños.
De acuerdo, pero la responsabilidad de la dejación de los gobiernos africanos respecto a sus poblaciones, ¿es también responsabilidad del G8? Con estas llamadas genéricas a la responsabilidad de Occidente, ¿no estaremos incentivando a los gobiernos africanos a que descuiden la suya, que es mucho más importante?
ResponderEliminarEnhorabuena por tu blog, Manolo. Un fuerte abrazo