Papandreu es un síntoma de la época que nos toca vivir, caracterizada
por una posmoderna e interesada confusión entre la derecha y la izquierda, y
por un miedo reverencial a las altas autoridades económicas del planeta,
portavoces del poder financiero y de nada más. Si uno piensa en la salud del sistema político y no en
cuestiones meramente partidistas o económicas, mucho me temo que, para seguir
siendo socialista, el señor Papandreu debería dimitir antes de que sea tarde.
Entiendo sus razones para mantenerse firme en el puesto, pero no son
saludables. Obligado a jugar por la derecha, privará al sistema griego de una referencia socialista
sensata. ¿Quién va a defender a las víctimas del ajuste? ¿La derecha griega, en
parte responsable de lo ocurrido y feliz de que los socialistas paguen el pato
político y desmonten ellos mismos el Estado de bienestar? ¡Nadie las va a defender! En cuanto las víctimas
del atropello se sientan privadas de representantes políticos serios, mal
asunto. Europa ya debería saber lo que pasa cuando una democracia deja de ser
percibida como la mejor defensa de los intereses de la gente corriente.
jueves, 6 de mayo de 2010
PAPANDREU COMO SÍNTOMA
Le
ha tocado al socialista Papandreu, recién elegido, hacerse cargo de una
situación económica desastrosa. Lo vemos imponiendo a sus compatriotas un duro
plan de ajuste bajo la férula de la Comunidad Europea y del Fondo Monetario
Internacional. He oído alabar su realismo y su elevado sentido de
la responsabilidad. Las alabanzas se ven acompañadas por una demonización de
los huelguistas, unos holgazanes
de la peor especie, unos egoístas contumaces, quedando claro que, con Papandreu
a la cabeza, los griegos deben pasar por el aro de los “recortes” sin chistar.
El espectáculo no es agradable, al menos para quienes ya hemos puesto las
barbas en remojo.
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