lunes, 11 de octubre de 2010

¿CÓMO SALIMOS DE ÉSTA?


    Así se titula el libro de Nouriel Roubini y Stephen Mihm que acaba de publicar Destino, a mi juicio de necesaria lectura. Roubini, como se recordará, saltó a la fama por haber pronosticado esta crisis. El libro ofrece un diagnóstico sobre la enfermedad que aflige a la economía planetaria, un diagnóstico plausible, aunque incompleto, por falta de atención a los aspectos que no son puramente económicos.
   Como Stiglitz en Caída libre, Roubini y Mihm procuran ir más allá del diagnóstico, ya con una idea del tratamiento a seguir en evitación de males mayores. A los tres se les nota un loable esfuerzo por no caer en el pesimismo, pero la enfermedad seguirá su curso, pues nadie les hará el menor caso.
   A la luz de estos libros, y de lo que podemos llamar experiencia histórica, cada vez tengo más claro que, si hemos llegado hasta aquí, llegaremos a un sitio mucho peor cualquier día de estos. Los intereses financieros han prevalecido, prevalecen y prevalecerán sobre los intereses humanos y planetarios.  Media un abismo entre lo que habría que hacer y lo que se ha hecho. Y además, bien claro me queda que el problema no tiene solución si uno se limita a un enfoque puramente económico.
   Los gobiernos, y no me refiero sólo al de España, actúan como  meros criados del sistema de explotación, que se distingue por  vivir  completamente de espaldas a eso que antes se llamaba bien común. Me refiero a un sistema depredador que tiene vida propia y que ya ha demostrado fehacientemente lo poco que le importamos. Pensar que en él se esconde la solución de nuestros males, pensar que es sensible a los consejos y que es capaz de arrepentirse y de rectificar, sería propio de tarados, a juzgar por cómo se ha comportado hasta la fecha.
   Ya nos hemos hartado de oír aquello de “¡es la economía, estúpidos!”  ¡Hay que ver! Tanto genio, tanta materia gris metida a pensar en términos económicos, tanta gente puesta a hacer sumas y restas, para ir todos a caer en este lodazal… Al próximo que me venga con esa máxima, le haré ver su grosería, su falta de educación, su falta de sano juicio. No es la economía, amigo, lo principal, es el ser humano. Sólo si obramos en consecuencia, saldremos de ésta. Pero parece que necesitamos que nos desplumen para comprenderlo

No hay comentarios:

Publicar un comentario