viernes, 15 de octubre de 2010

ESPERANZA AGUIRRE Y EL TEA PARTY

   En Los desayunos de TVE, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha mostrado una llamativa simpatía por el Tea Party. En referencia a la señora Palin y sus seguidores, no mostró el menor distanciamiento crítico. "Sólo piden menos impuestos, menos intervención del Gobierno y más nación americana, no me parece mal".
    Por lo visto, no le parece turbador que el partido republicano derive hacia las aguas de la señora Palin y hasta da por seguro que a la izquierda ese movimiento le causa terror… Esperemos que no siga por allí, lo que sería una irresponsabilidad por su parte.
   Mal asunto que nuestra presidenta se exprese en términos tan frívolos. Contrariamente a lo que ella cree, el Tea Party le causa asco a la izquierda, no terror. Y por lo que se refiere a los observadores sensatos, tanto de izquierdas como de derechas, dicho movimiento es motivo de vergüenza ajena. Por allí anda el señor  David Harmer, socio californiano de la Palin, conciliando  el amor a la bandera con la iniciativa de abolir la enseñanza pública... ¡En la patria de Dewey! Estamos hablando de un movimiento retrógrado, que nada tiene de liberal, como acredita su devoción por el creacionismo.
   Que en Estados Unidos cunda el fundamentalismo  de la señora Palin y de sus muy paletos seguidores –tras los que se ve la mano de gentes poderosas y avispadas decididas a manipular el invento–, no es una buena noticia para los demócratas del mundo entero. Algo debe ir muy mal en aquel país. Y la pregunta es: ¿a  qué viene en España la simpatía por una cosa así? ¿Ganas de estar en la onda? ¿Ganas de provocar? ¿O ganas de importar la enfermedad, algo que por lo visto tienta al señor Berlusconi?
    Y hay una cuestión de fondo a considerar: cuando la derecha se deja abducir por movimientos emocionales y avasallantes  de ese estilo, los sistemas políticos mejor pensados acaban saltando por los aires. 

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