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jueves, 15 de diciembre de 2011

JUAN ROSELL VA A POR TODAS

     El presidente de la CEOE, Juan Rosell, un ingeniero industrial sorprendente, se encuentra en fase expansiva, entregado a la comunicación. Como propagandista de la fe neoliberal  está dando el do de pecho, según una partitura por todos conocida desde hace treinta años, desde su composición en la enrarecida y elitista atmósfera de los think-tanks más reaccionarios del otro lado del Atlántico.
     Nada de lo que dice con tanta fe ha salido de  su sustancia gris, pero eso da igual. Lo único realmente nuevo y llamativo es que no cante bajito, sino a todo pulmón, como recientemente han hecho los sabios de la Fundación Everis, convencidos de que ya es hora de dejar atrás la sociedad de las personas para pasar a la triunfal sociedad de los talentos.  
    En los viejos tiempos nadie  en su sano juicio se habría atrevido a decir cierto tipo de burradas, y menos aun a hacer ostentación de ellas e incluso a  elevarlas a la consideración del  Rey. Lo que indica la gravedad del momento histórico que nos toca vivir.
     Rosell va a por todas, por no ver fuerza alguna capaz de obligarle a marcarse unos límites sensatos, ni siquiera la dura realidad de los hechos sociales, toda ella fuera de su campo de visión.  Así, se ha salido de su terreno empresarial para apadrinar visiones antiilustradas en consonancia con su fe, en el campo de la educación, haciendo pie, no en ideas propias, sino en las doctrinas de los ya mencionados think-tanks norteamericanos, a los cuales se debe la destrucción de la educación pública en el país más poderoso de la tierra.  Por lo visto, no vale la pena gastar dinero en la educación de quienes ya vienen tocados por (presuntas) razones genéticas o socioculturales. Ahora lo que interesa es el talento, la excelencia., etc. etc.
      Mucho le gustaría a Rosell imponer el copago en la educación, la sanidad y la justicia, y ahora nos sale, en consonancia con todo ello, con la vieja idea de que hay que reducir el número de funcionarios, lo viene en el lote privatizador sobre el que tanto se ha predicado desde los tiempos en que  él era alumno de los jesuitas de Barcelona.
    De seguir los consejos del señor Rosell, pasaremos en pocos meses del Estado normal al Estado mínimo, el Estado ideal según el modelo neoliberal, un Estado residual pero  intratable, con el encargo de  garantizar el orden público y  las distintas transferencias de la riqueza en sentido ascendente. No se trata de disolverlo, porque es imprescindible para  para socializar las pérdidas (y además,  tendrá que seguir pagándole a la CEOE la subvención de cuatrocientos millones de euros.)
     Y es de ver lo rápido de reflejos que anda Rosell. Hace unos días, se supo  que el FMI, el BCE y la UE, todos a una, exigen a Grecia que el salario mínimo pase de 750 euros mensuales a 450. Y ya Rossel nos canta las ventajas de los minitrabajos, a los que se remunerará con 400 euros como máximo, con la posibilidad de que usted y yo, a menos que seamos holgazanes, tomemos dos…  Y ya nos podemos imaginar cómo se representa el señor Rosell la “necesaria” reforma del mercado laboral, a empezar por una congelación salarial de larga duración y por el despido a la china, de una patada.
     Si  Rosell se sale con la suya todos los males del Tercer Mundo irrumpirán en nuestro país, llevándose por delante la cohesión social y todos los progresos que tanto costó realizar y consolidar. Y el primer problema es que Rosell, en sintonía con el FMI, el BCE y la UE, ignorante de las consecuencias políticas y humanas del programa que se trae entre manos, puede acabar por llevar a nuestra democracia más allá del límite de su resistencia. 
     Si se expresa en tales términos sin prestar la menor atención al grado de indignación ya alcanzado, parece inútil pedirle un poco de sentido de la responsabilidad histórica. Pero algo hay que decirle, pues cree que el horno está para bollos como los suyos, y  se engaña absolutamente. Es muy lamentable que personas situadas en puestos importantes, a fuerza de hacer sumas y restas,  empiecen a comportarse como pirómanos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

MERCKOZY SOCIEDAD ANÓNIMA

     Ana Flores nos pone ante la cruda evidencia de que Europa ha recortado su bienestar con la excusa del euro ( http://www.publico.es/dinero/411484/europa-recorta-su-bienestar-con-la-excusa-del-euro).  
     Lo más probable es que el euro no se salve, pero eso da igual: lo único que importa es ponernos en situación de ser  desvalijados y explotados hasta que nos quedemos en los huesos.  
     Como solución al paro Merckozy Sociedad Anónima recomienda vivamente los minisalarios de 400 euros. Es a lo que se quiere llegar: cuando el trabajador europeo cobre tanto como el trabajador chino, volverá a ser "competitivo". Esto es lo que se llama operar con sentido de futuro, con sentido de poder. Lo de aumentar la jornada laboral a 65 horas semanales fue algo más que una salida de tono, si pensamos en lo mucho que trabajan los chinos. La cosa va de mandarinatos y todo se andará.
     Una vez más debo recomendar el libro de Naomi Klein, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre. Nada hay de sorprendente en todo esto: lo único novedoso es que  esté sucediendo en Europa, hoy víctima de los mismos asaltantes que destruyeron las esperanzas del Tercer Mundo y de la Rusia  de Gorbachov.  He de decir que la primera vez que tuve un atisbo de estas cosas fue a  finales de los años setenta, cuando el plan neoliberal del ministro de la dictadura argentina Martínez de Hoz fue definido como "shock de terror económico" por un experto alemán cuyo nombre he olvidado.  Se trataba de imponer el dogma neoliberal y de doblegar a la sociedad, de las dos cosas a la vez. Hay mucha experiencia acumulada al respecto y sería necio llamarse a engaño. ¿Por qué creemos que los neoliberales no temen las reacciones sociales? Porque confían en sus expertos en márketing, en los medios policiales y parapoliciales, y en el poder debilitador de las dosis crecientes de miseria. Recuérdese que todo esto se puso a prueba en Indonesia hace una pila de años, y que no por casualidad se actúa como si nada hubiese que temer de los pueblos, cosa que a mi me parece una locura. 
    Pues bien, he aquí la triste verdad: la clase política europea ha sido abducida por los predicadores neoliberales y por los intereses correspondientes, y ahora  vemos los resultados. Se ha formado en esa escuela y en su doctrina antiilustrada, en sus viejas ideas servidas como nuevas, se ha formado en su fe en la propaganda y el márketing político, se ha formado en su desprecio por la gente, en su  sentido oligárquico del poder. Está mentalmente envenenada, físicamente comprada, carece de sentido histórico,  de sentido de la responsabilidad, no tiene piedad,  no tienen ningún plan digno de ser compartido con las personas normales, ningún proyecto digno de tal nombre; en suma, no da más de sí, y solo piensa en "la pela", sobre todo en la pela de los tiburones. 
     En lugar de servir al bien común como es su deber, esta clase política  sirve descaradamente a una elite rapaz  ya metida en la tarea de acaparar el dominio del mundo.  Merckozy es la cara europea de Carlos Menem o del odioso Fujimori. 
     En el libro Palabras para indignados. Hacia una nueva revolución humanista, Cristina García Rosales y yo hemos dado cuenta de cómo se ha llevado a cabo la revolución de los muy ricos, de la cual esta fullera  refundación de Europa publicitada el viernes forma parte como victoria, sólo asombrosa por tener lugar en el Viejo Continente. Allí ponemos a la luz la filosofía de la élite del poder que pretende llevarnos a empujones a una edad oscura como no hubo otra igual, a una sociedad  jerarquizada de corte oligárquico, a un mundo de amos y esclavos.
    Lo que se tramó en unos think-tanks ultrarreaccionarios (Heritage, Cato, Bradley American Enterprise Institute, etc.) a principios de los años setenta nos ha robado, mediante sobornos y chantajes, la entera cosecha del período inaugurado en 1945. Nótese que el pueblo norteamericano no fue a mejor con la fórmula neoliberal servida por esos think-tanks, sino claramente a peor. Hoy cuenta con 47 millones de pobres, 14 de ellos en las alcantarillas, y con una desigualdad social pasmosa. El neoliberalismo no puede ofrecer otra cosa, como acredita la devastación del Tercer Mundo y como podemos comprobar nosotros mismos en el espacio europeo, donde ya contamos, a la chita callando –antes de lo peor, que viene ahora–, con 25 millones de parados, con 40 millones de pobres y con 80 millones al borde de la miseria, como oportunamente nos acaba de recordar Ana Flores.
    Naturalmente, la legislación social europea  es/era un estorbo, una excepción molestísima, si pensamos en los usos y costumbres norteamericanos, impuestos por esa elite, y en los usos chinos, dictados por una oligarquía  no menos corrupta y totalitaria. Nada mejor  que acabar con esa singularidad europea: Se elimina una objeción a la barbarie neoliberal y se pone a disposición de la elite la posibilidad de hacer grandes negocios con la privatización de lo que quede del Estado de Servicios europeo. Ya se las promete muy felices esta gente: lo que al contribuyente le costó muchos años construir y desarrollar, le caerá en las manos a precio de saldo, con alguna ayuditas adicionales del Estado en quiebra.
    En la Edad Media se hablaba, con conmiseración, de “la pobre gente que paga impuestos”, pues obviamente no los pagaban ni la Iglesia ni los nobles. Pues eso, amigos.
    Pero esto va a acabar muy mal. Porque la  elite arrogante no tiene que vérselas con pueblos ágrafos, como ella quisiera, y a lo que apunta descaradamente con la destrucción de la enseñanza pública, el fomento de las escuelas privadas de corte religioso y el Plan Bolonia.
     Y como no somos ágrafos, estamos indignados. Hasta los niños saben hoy que se está utilizando el dinero del contribuyente para especular y para crear fondos esotéricos al servicio de la banca privada, en la seguridad de que si vienen mal dadas –cosa segura– el pobre lo pagará con la piel. Hasta los niños se han dado cuenta de que las pérdidas se socializan de la manera más frívola que quepa imaginar, lo que ya forma parte de las reglas del juego. 
    Hasta los niños se han dado cuenta de que la tijera se mete en los asuntos sociales, sin que en ningún momento se haya dicho una sola palabra sobre recortar los gastos militares y eclesiásticos, sobre poner coto a la impunidad fiscal de los ricos y de la banca, sin que se haya hablado de molestar a los usuarios de paraísos fiscales o de liquidarlos sencillamente, no sea que se fastidie el tramposo juego, que requiere anchas vías de evasión para los monstruos del momento, mafia incluida. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

EUROPA HA PERDIDO EL HABLA


     Por lo visto, se está librando en la trastienda del sistema político-económico un forcejeo del que depende la suerte del proyecto europeo. Digo “por lo visto”, porque aunque ciudadano directamente afectado por las decisiones que se tomen, carezco de información seria y contrastada. Me encuentro  mareado por las cifras, hundido hasta el cuello en un amasijo de datos, en el que se incluyen las fintas de Berlusconi, las contradicciones de Sarkozy y las admoniciones ininteligibles de la señora Merckel.  Como europeo, no recibo explicaciones serias, y me siento rodeado de una oscuridad de tipo soviético.
   Me reconozco pendiente de las gesticulaciones de nuestros líderes políticos. Y esta irritante situación me recuerda la época en que uno vivía tratando de descifrar las intenciones de El Pardo, atento a las palabras sueltas de “los enterados”. Bien entendido que estos  líderes ni siquiera tienen el carácter necesario para dirigirse a la ciudadanía en primera persona, ni para dar explicaciones ni para responsabilizarse por sus actos. Sólo son capaces de hablar entre sí.  De sobra es sabido que hasta los tiranos tienen que dar algún tipo de explicación y responder de alguna manera a las inquietudes de la gente, y que es muy mal asunto cuando no dicen ni pío.
  ¿Qué les está pasando a los líderes europeos, a los que hemos elegido y a los que se han enchufado por sí mismos? ¿Se les comió la lengua el gato? No me cabe duda de que tienen cosas importantes que decir, pero me temo han perdido el habla porque no pueden decir nada presentable, nada respetable, nada decoroso, y eso que no les faltan medios para pintar de blanco lo que es negro. Quizá no haya otro misterio, pues todo indica que, por segunda vez, se echará mano del dinero del contribuyente –del ganado y del que presuntamente gane el día de mañana– para mantener a flote el sistema bancario y financiero… sin ninguna garantía de devolución, al tiempo que se deja en los huesos el Estado de Servicios. Se entiende, pues, que no digan esta boca es mía. El presidente Roosevelt fue capaz de reconducir muchos espíritus con sus charlas radiofónicas: tenía cosas positivas que proponer. Esta es la diferencia.