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lunes, 25 de junio de 2012

EL CONTUBERNIO DE MÚNICH (LECCIONES ACTUALIZADAS)


 Conmemoramos aquel “contubernio” de hace medio siglo, entendido como antecedente necesario de la Transición, lo que me invita a ir en busca de las enseñanzas de nuestros mayores.
     Como es sabido, el régimen del general Franco estaba empeñado en entrar en Europa, como antes había entrado en la ONU, propósito que se vio frustrado por la movilización general de la oposición, que se dio cita en el hotel Regina de Múnich bajo el patrocinio del Movimiento Europeo. 
    Personalidades diversas (republicanos, monárquicos, socialistas, socialdemócratas, liberales, democristianos) del interior y del exilio se unieron por encima de sus diferencias y rivalidades: sólo una España democrática podía tener cabida en Europa. El acuerdo, con el abrazo de Madariaga y de Gil-Robles, vino a simbolizar una formal ruptura con la lógica  fratricida de 1936. “¡Los de Múnich, a la horca!” se oyó en la plaza de Oriente.
    Creo que la fórmula magistral del Contubernio debe ser recuperada. Entonces el enemigo a batir era el régimen dictatorial del general Franco. Hoy el enemigo a batir es la Bestia neoliberal, la dictadura de los mercados o dictadura de los muy ricos.
    A los de Múnich, algunos de los cuales tuvieron que cruzar clandestinamente la frontera o utilizar un pasaporte falso, les llegó el momento de lucidez y de valor, y ya no pudieron ser frenados por el miedo. Por eso se atrevieron a rubricar, a cara descubierta, el acuerdo democratizador. Hay que aprender de ellos, tomando nota de que en la lista de los asistentes hubo muchos que, de haberlo querido, habrían podido medrar a satisfacción en las entretelas de ese régimen que, como la citada Bestia, tan bien sabía administrar los premios y los castigos.
    Lo más devastador para los intereses de Franco fue la variedad de las personas que habían desafiado su  poder. Ni eran sólo cuatro gatos ni eran todos comunistas. En el hotel Regina había gentes procedentes de su propio bando… indicación segura de que los tiempos habían cambiado, pues estas personas preferían entenderse con sus enemigos de ayer a seguir en las mismas.  Y es que  habían encontrado una base sentimental y racional para superar el drama de las dos Españas, lo que venía arruinarle el negocio y a ponerlos fuera de su control.
   Los de Múnich tuvieron el mérito de decir basta, tuvieron el mérito de unirse, de encontrar una causa común en la lucha contra la dictadura y en la promoción del ideal democrático. Y es que a veces hay que decir basta. No se llegó al cónclave de Múnich sin recorrer un camino, pero se recorrió.
    Y yo tengo por seguro que ya somos muchos los que sabemos que  es una inmoralidad y una locura seguir riéndole las gracias a la Bestia neoliberal. Que esta se empeñará en seguir adelante, hasta la total devastación de nuestro país y del planeta entero, eso lo sabemos, pero cabe la esperanza de que personas de diversa filiación política, de diversa edad, e incluso antiguos servidores suyos, se unan con la finalidad de cerrarle el paso. Es lo que nos toca. Los de Múnich se envolvieron en la bandera de la democracia. A nosotros nos toca envolvernos en la del bien común. De manera inequívoca.

jueves, 17 de mayo de 2012

LA CACEROLADA DEL 15 M


     Se equivocan totalmente quienes minimizan estas caceroladas por el procedimiento de contar si eran tantos o cuantos los protagonistas.
    El fenómeno irá en aumento, y es inevitable recordar el caso argentino, la famosa cacerolada que puso fuera de combate al ministro de Economía, al presidente De la Rúa y a quienes trataron de sucederle. El mensaje fue: “¡Que se vayan todos!”
   Aunque a algunos les cueste creerlo, en las calles habita un poder, un poder que ningún gobernante en su sano juicio ha despreciado jamás.  O nuestros gobernantes hacen algo serio para contener y hacer retroceder a la bestia neoliberal, o esto se va a poner muy feo.
    Porque resulta que ya todo el mundo sabe que operan al servicio del 1%, como todo el mundo sabe que nos han metido en una formidable pirámide de Ponzi, como todo el mundo sabe por medio de qué sencillos trucos se desvalija a los pueblos en beneficio de una insaciable minoría cleptocrática. 
    Ya no nos hace ninguna gracia que el BCE preste dinero a bajo interés a los bancos para que estos se lo presten a los Estados a un interés mayor y creciente, negociejo que no sabemos a qué  malvado se le ocurrió y qué clase de gentuza puso en práctica sin consultarnos, como si viviésemos en un mandarinato. Ya no soportamos un minuto más que se nos tenga enganchados a la adicción bursátil de unos mangantes de altos vuelos, ni que se nos obligue a seguir metidos en una espiral crediticia tramada por esos listillos.
     No se puede desvalijar a los pueblos impunemente, poniendo cara de idiota o cara seria.  Y no estamos de humor para que con el dinero del contribuyente, el que gana y el que se supone que ganará con el sudor de su frente, se nutra el 1% local y el mundial también. Ya no estamos de humor para tolerar que un señor genio que ha embarrancado un banco se lleve al bolsillo en un año lo que al ciudadano de a pie le costaría ganar dos siglos y un poco más. ¡Pero en qué cabeza cabe!
    ¿Qué piensan hacer nuestros gobernantes, los de aquí, los de Bruselas y los que siguen riéndole las gracias a Wall Street, donde se urdió la mayor estafa  de todos los tiempos? ¿Seguir igual? ¿Ahora que todo el tinglado está a la vista? ¿Ahora que sabemos lo geniales que son con los números?
    Pues que sepan que se están cargando el buen rollo, que se están cargando al país, que se están cargando a Europa, que se están cargando la cohesión social y, por lo tanto, la convivencia.  Que sepan que, en adelante, no habrá mentira que sea pasada por alto, que no habrá brote verde ni luz a la salida del túnel que engañe a nadie. Que sepan que, para seguir igual, tendrán que recurrir a medios sucios y violentos, al repertorio de los peores canallas que figuran en los anales de la humanidad. Y que sepan que, si siguen así, se cargarán (usemos un lenguaje rudo) la gallina de los huevos de oro.
   Quizá sea oportuno señalar que ni siquiera hace falta que se vuelvan buenos y sensibles quienes no lo son. El presidente Roosevelt no era bueno ni sensible. Simplemente, comprendió que así no se podía seguir. Era inteligente, astuto, y sabía que no se podía tomar a broma las protestas, las huelgas y la desesperación. Por eso ha pasado a la historia como un gran hombre, como un benefactor de la humanidad e incluso como el salvador del capitalismo. Tomen nota las personas inteligentes y con carácter que pueda haber en las altas esferas. Antes de que sea tarde. Por  algo han sonado las cacerolas.

martes, 15 de noviembre de 2011

DE LA CRISIS AL DESASTRE


    Vivimos, como es sabido, en la era del dinero fiduciario, basado todo él en la confianza, y precisamente es  confianza lo que no hay ni puede haber en las actuales circunstancias.
   De ahí que haya servido de tan poco que las altas autoridades europeas hayan creado un fondo de un billón de euros para tapar agujeros, esto es, para tranquilizar a los bancos, a las grandes empresas y, en general, a los magos de las finanzas globales.  No es de extrañar:  ya no se sabe muy bien qué es lo que demonios hay dentro de ese fondo, con la particularidad de que los sujetos a tranquilizar saben mejor nadie que no es oro todo lo que reluce. 
    Se está haciendo un esfuerzo supremo para impedir que se venga abajo el sistema. Nos encontramos ante un pirámide de Ponzi y no hace falta ser un genio para predecir un desastre mil veces peor que el del año 29, con un coste político y humano que será, como mínimo, el de entonces, espantoso, aunque se llegue a él a cámara lenta. 
    Me quedan pocas esperanzas de que los mismos personajes sapientísimos que nos han conducido a este desfiladero sean capaces de rectificar. No lo han hecho, luego no lo harán. Les pasa como a los adictos a la heroína que, una vez enganchados, la prefieren a cualquier otra cosa, al punto de parecer estúpidos y de arruinarse a sí mismos y a sus familias, como ellos están arruinando a sus pueblos, ebrios de ortodoxia neoliberal.
     No tiene ninguna gracia pensar que estamos en manos de gentes así. ¿Cuándo entrarán en razón? ¿Cuando vean convertidos los billetes, los valores y  los malditos bonos en papeluchos? Para  entonces, el sistema político europeo habrá sido triturado. Nótese que Monti ha venido a rematar la obra iniciada por Berlusconi, como Papademos ha venido a rematar la obra de Papandreu, sin que nadie, ni los tontos, hayan recuperado la confianza, ese bien perdido, a todas luces incompatible con la acción de desplumar a los pueblos. EL BCE y Bruselas, ya metidos de lleno en esta acción demencial, deberían ir entonando un mea culpa, porque mañana será demasiado tarde, y cosa que digan será tenida por tramposa, malvada y antidemocrática. 

miércoles, 26 de octubre de 2011

EUROPA HA PERDIDO EL HABLA


     Por lo visto, se está librando en la trastienda del sistema político-económico un forcejeo del que depende la suerte del proyecto europeo. Digo “por lo visto”, porque aunque ciudadano directamente afectado por las decisiones que se tomen, carezco de información seria y contrastada. Me encuentro  mareado por las cifras, hundido hasta el cuello en un amasijo de datos, en el que se incluyen las fintas de Berlusconi, las contradicciones de Sarkozy y las admoniciones ininteligibles de la señora Merckel.  Como europeo, no recibo explicaciones serias, y me siento rodeado de una oscuridad de tipo soviético.
   Me reconozco pendiente de las gesticulaciones de nuestros líderes políticos. Y esta irritante situación me recuerda la época en que uno vivía tratando de descifrar las intenciones de El Pardo, atento a las palabras sueltas de “los enterados”. Bien entendido que estos  líderes ni siquiera tienen el carácter necesario para dirigirse a la ciudadanía en primera persona, ni para dar explicaciones ni para responsabilizarse por sus actos. Sólo son capaces de hablar entre sí.  De sobra es sabido que hasta los tiranos tienen que dar algún tipo de explicación y responder de alguna manera a las inquietudes de la gente, y que es muy mal asunto cuando no dicen ni pío.
  ¿Qué les está pasando a los líderes europeos, a los que hemos elegido y a los que se han enchufado por sí mismos? ¿Se les comió la lengua el gato? No me cabe duda de que tienen cosas importantes que decir, pero me temo han perdido el habla porque no pueden decir nada presentable, nada respetable, nada decoroso, y eso que no les faltan medios para pintar de blanco lo que es negro. Quizá no haya otro misterio, pues todo indica que, por segunda vez, se echará mano del dinero del contribuyente –del ganado y del que presuntamente gane el día de mañana– para mantener a flote el sistema bancario y financiero… sin ninguna garantía de devolución, al tiempo que se deja en los huesos el Estado de Servicios. Se entiende, pues, que no digan esta boca es mía. El presidente Roosevelt fue capaz de reconducir muchos espíritus con sus charlas radiofónicas: tenía cosas positivas que proponer. Esta es la diferencia.