No se puede pedir a quienes de suyo llevan bien apretado el cinturón que se lo aprieten más, mientras otros siguen engordando a la vista de todos. No se puede, no porque lo diga yo, sino a juzgar por la experiencia histórica. Individuos como Lenin, Mussolini o Hitler no surgieron de la nada ni por azar.
Los diseñadores de los acuerdos de Bretton Woods (1944) fueron capaces de actuar preventivamente, lo que salvó a la humanidad de repetir los errores que siguieron a la Gran Guerra. Como nadie ignora, al repartir el pastel, aunque trampearon a favor de los peces gordos, fueron capaces de crear los fundamentos económicos de la clase media, por estar más atentos a la cohesión social que a los beneficios a corto plazo de las minorías irresponsables. No es lo que hoy se lleva, y por eso la situación es de pésimo pronóstico, dado que ya sabemos adónde conduce el egoísmo de los tiburones de las finanzas.
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