viernes, 5 de junio de 2009

ELECCIONES EUROPEAS


   Nunca he militado en las filas del euroescepticismo, pero a ratos experimento la tentación, muy rara en mí, de quedarme en casa, como si las urnas pudiesen esperar, como si la abstención fuese una buena manera de dejar constancia de mi irritación ante el curso de los acontecimientos.  Pero iré a votar el domingo.

   Quedarme en casa sería tanto como dar alas a los euroescépticos y a los antidemócratas, y por supuesto una manera de dar facilidades a la compleja marea antiprogresista.

   Aunque de poderes sospechosamente limitados, el Parlamento Europeo es el depositario de las esencias del sueño europeo. De no haber sido por él, por ejemplo, los pasteleros que propusieron la semana de sesenta y cinco horas se habrían salido con la suya. De modo que, aunque esté un poco cansado, tengo que ir a votar.  

1 comentario:

  1. Yo también iré a votar...a pesar de un cierto escepticismo que me invade creo que siempre es mejor participar.

    ResponderEliminar