La
terrible foto ha desaparecido, no soy capaz de encontrarla, pero no me la puedo
quitar de la mente. En ella se ve a un afgano barbudo ante un soldado que le
apunta con una cámara; otro soldado, con dos dedos, le está abriendo bien un
ojo, pues de lo que se trata es de fotografiarle el iris. Me parece estarlo
viendo. Me duele. No es que le estén haciendo daño: se procede con él como con
un niño pequeño al que hay que ponerle una inyección. La foto es en colores,
pero me trae a la mente fotos de
pesadilla, en blanco y negro, en las que se veía a unos tipos siniestros
midiendo cabezas y estudiando rasgos faciales de personas tratadas como cosas. Deberíamos
avergonzarnos.
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