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sábado, 8 de junio de 2013

NUEVO HACHAZO A LAS PENSIONES


    Un así llamado “grupo de expertos” acaba de ofrecer la esperada cobertura tecnocrática al próximo hachazo a las pensiones que prepara el gobierno.  Ni siquiera ha faltado la firma de un sindicalista orgánico. El nuevo atropello, francamente letal, será perpetrado en aras de la “sostenibilidad” del sistema de pensiones, como si no hubiera otras maneras de sostenerlo, como si lo primero de todo no fuese sostener la sociedad de la que forma parte.
   Como he dicho reiteradamente en este mismo blog, al socaire de la crisis asistimos a una jugada de largo alcance encaminada a devolvernos al siglo XIX. Sirva de prueba irrefutable el hachazo que se prepara, largamente anunciado por los voceros del sistema, desde hace tiempo empeñados en que nos saquemos todos un plan privado de pensiones, como si tal cosa estuviera al alcance de cualquiera y como si los bancos mereciesen más confianza que el antiguo Estado.
    Como el comité que gestiona los intereses oligárquicos no cuenta con un Pinochet, cuyo  sistema de pensiones es una referencia obligada para los adoradores de Friedman, se operará  por etapas, de menos a más, como si las sucias intenciones se pudieran disimular.
     No serán los pensionistas y los trabajadores españoles los primeros en verse atropellados, de la misma manera, con la misma sarta de pretextos.
    Después de haber vendido amistosamente las empresas públicas, después de haber transferido los dineros del contribuyente hacia arriba siguiendo consignas misteriosas, después de haberse metido en créditos asombrosos a costa de la pobre gente que paga impuestos, ya con el hábito de manejar con soltura los dineros públicos y después de haber modificado la Constitución –si hay algo en caja, será para pagar a los tiburones y no para alimentar a los españoles necesitados–,  la oligarquía y sus agentes se aprestan a dar  un paso más,  ya de camino a lo irremediable. Y es que ello forma parte del abecé del capitalismo salvaje. Lo único sorprendente es que el partido gobernante y su sedicente opositor actúen como quien está seguro de que se va ir de rositas.
   Me da arcadas cuando oigo decir que, “como vivimos más, hay que trabajar más años”, donde esos “más años” no serán como los de antes, ni por lo que respecta al sujeto que envejece, se enferma o se accidenta, ni a su entorno. Y me da arcadas porque si vivimos más se lo debemos al Estado de Servicios  y a la legislación social aprobada en los viejos tiempos, se lo debemos, mire usted por dónde, precisamente a lo que  esta oligarquía vendepatrias desea destruir.  
   Si se estrangula a los jóvenes, si se tiene en vilo a las personas de más edad, si se deja al trabajador al albur del empresario, si se tolera la esclavitud, si se mete miedo a la gente, si se pone a los ancianos a pan y agua, si se obliga a miles de personas a revolver en los cubos de la basura, si se desprecia al débil y al enfermo, la “esperanza de vida”  caerá en picado, hasta los  niveles del siglo XIX, prácticamente de la noche a la mañana.  Los "expertos"orgánicos son lo que son. La complicidad con los que pagan explica sobradamente su traición al bien común.

miércoles, 18 de julio de 2012

EL ALCANCE DE LAS PROTESTAS


    El ministro Soria no ha cedido ni un milímetro ante las protestas de los mineros, protestas realmente serias y justificadas. Es más, aparte de decirles que no hay dinero para hacer honor a los compromisos que el Estado contrajo con ellos, los amenazó con nuevos recortes.
    La señora Cifuentes lleva contabilizadas 1.400 manifestaciones de protesta desde enero, sólo en Madrid… Ahora se manifiestan los funcionarios, los parados, los directamente afectados por los recortes y aquellos a los que nada se les puede recortar, y también las víctimas directas de las tropelías bancarias que son de público conocimiento. El número de indignados de todas las edades y condiciones es impresionante y creciente, incluyendo hasta a los militares, sin que el gobierno sepa hacer otra cosa que apelar a la policía, asimismo afectada por los recortes. Planteadas así las cosas, indignadas millones de personas, muchas de ellas sin salir de casa, incapaz el gobierno de calmar los ánimos por estar metido ya en una espiral de recortes y manipulaciones de corte neoliberal, incapaz de hablar, por no tener nada que decir salvo echarle la culpa a Zapatero, la situación no puede ser más grave e imprevisible.
     Ya no bastan los pequeños gestos para la galería, como reducción a deshora de los ingresos anuales del Rey, del príncipe o de los señores ministros, por cuanto aquí el problema es que hay demasiada gente con el agua al cuello a la que más le irrita saber lo que ganan con recorte o sin él.  Ya no bastan las llamadas repentinas a la solidaridad, e incluso a la generosidad de los empresarios. Suenan todas a hueco. Tampoco va a bastar lo que acaba de saberse, también a destiempo no se sabe si por torpeza o por astucia: los funcionarios que ganen menos 962 euros mensuales recibirán la paga de Navidad. Aunque sea de agradecer, no es como para echar las campanas al vuelo, pues lo que parece todo un gesto se queda en un gestito: sólo el 0,57 por ciento de los funcionarios se beneficiará… El gobierno habla de 15.000 beneficiarios de la excepción, pero, como suele ocurrir, lo que suena bien lleva algún doblez. Hechos los cálculos, un representante del CSIF ha calculado que los afortunados no pasarán de mil (en un colectivo de 2.600.000 personas).  Hay, en definitiva, indignación para rato, mientras se ve venir una sucesión de hachazos y escándalos que la llevarán no se sabe adónde.
     Hemos ido a parar a un estado de anormalidad.  He aquí, pienso, las dramáticas consecuencias del déficit democrático (ahora se gobierna por decreto y la Moncloa lleva camino de parecerse a El Pardo) y de la insensata dilapidación de ese bien precioso llamado legitimidad. ¿Qué pasará? Nadie lo sabe, pero tengo la impresión de que asistimos al final de una época y de que los historiadores del mañana trazarán una línea justamente por aquí, para separar el período que siguió a la Transición de lo que viene ahora.
    Si el gobierno del PP, con su mayoría absoluta, se empeña imponernos su trasnochado y funesto modelo de sociedad neoliberal-neocón, sea por gusto, por rendir pleitesía a los magos de Bruselas, por no tener otra cosa en la cabeza, por no poder resistir la tentación que le ofrece esta crisis o por no haberse percatado de que la gente, vista la propia experiencia y la de otros países, lo aborrece, nos veo entrando en una fase histórica de lo más accidentada. Porque ese modelo importado sólo se puede imponer en nuestro país  por las malas, por las muy malas.

martes, 10 de julio de 2012

CON LOS MINEROS ASTURIANOS, AL 100%


    Llega a Madrid la Marcha Negra de los mineros del carbón.  La arrogancia del gobierno, incapaz de dialogar, incapaz de hacerse cargo de las justas razones de quienes se están manifestado estos días en las cuencas mineras, revela un modo de ser, ya imposible de disimular,  y promete calamidades para todos, mineros y no mineros.
    En lugar de hacerse seguir hasta la catedral de Santiago de Compostela para que el mundo entero le viese devolver el famoso códice sustraído, el presidente Rajoy debería haberse hecho seguir hasta las boca del Pozo Candín. ¿Pero qué les iba a decir a los mineros? Nada de nada. Este gobierno sólo sabe poner a la gente entre la espada y la pared, mientras repite su viejo mantra, su esto es lo que hay, la fórmula dictatorial por antonomasia.
   Si queremos averiguar lo que nos espera a todos, visto lo visto (incluidos los sucesos de Pola de Lena), haríamos bien en tomar nota de que este gobierno cree que todo se puede encubrir con sofismas, y de que confía su suerte a la eficacia del brazo represor del Estado, al que no duda en movilizar. Políticamente hablando, electroencefalograma plano.
    Precisamente el caso de la minería del carbón es de lo más ilustrativo. ¿Desde hace cuánto tiempo se sabe que tiene los días contados? ¡Desde hace años! ¿Y qué se ha hecho, pensando en el futuro de los mineros? Nada. Bueno, sí, algo: tomar a guasa lo acordado por el Estado, esto es, darles un hachazo aquí y ahora sin pensar en las consecuencias. Si el gobierno no cede  ante las justas demandas de los mineros, hará bien en considerarse acabado. Demasiado clara quedaría su esencial debilidad, tan clara como su sumisión  al servicio indecente de un puñado de oligarcas de dentro y de fuera.