miércoles, 24 de junio de 2009

BURKA NO, BURKA SÍ, UNA REFLEXIÓN LIBERAL

El presidente Sarkozy acaba de rechazar el uso del burka en tierras de Francia. A su parecer, según expresó en ambiente decimonónico de género espectacular, no es una prenda que se use por respetables motivos religiosos, sino con la finalidad de sojuzgar a la mujer.

El presidente francés tiene toda la razón... desde nuestro punto de vista. Por algo hemos hecho nuestra la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahora bien, hay que andar con mucho cuidado en estas materias.

El burka, mal que nos pese, no está desprovisto de connotaciones religiosas y no se puede pasar por alto que pertenece a una tradición asumida por mucha gente. No estamos, por lo tanto, ante una prenda que se pueda proscribir de la noche a la mañana. ¿Te imaginas, lector, qué cara se le pondría a Sarkozy si un esquimal le tirara a la basura sus trajes o si le fuera impuesta la obligación de lucir una faldita escocesa?

Nos toca hilar más fino. En primer lugar, porque no parece aceptable que un presidente se arrogue el derecho de condenar tal o cual prenda. En segundo, porque forma parte del ejercicio del liberalismo genuino la tolerancia frente a las rarezas ajenas (en ausencia de éstas, a buen seguro que nadie se habría tomado la molestia de sentar las alambicadas bases filosóficas del liberalismo). En tercero, porque no está nada claro que las usuarias del burka estén deseando liberarse de repente (hasta podrían sentirse, cómo decirlo, incómodamente desnudas, como se podría sentir, por ejemplo, una monja católica si se viera obligada a “mostrar sus encantos” porque el señor presidente así lo ha decidido). En cuarto porque, si es preceptivo apoyar a las mujeres que sí deseen liberarse del burka, sería torpe dar a entender a sus opresores que tal impulso se debe exclusivamente a un mandato de las alturas, de una cultura para ellos extraña y avasallante.

En estos temas la "superioridad" no se puede ejercer por las bravas. Una proscripción lisa y llana del burka sólo puede excitar el celo defensivo de sus partidarios, sólo puede herir el pudor de mucha gente, con pocas posibilidades de que se haga patente la disfuncionalidad de la prenda y con ninguna de acabar con la discriminación sexista subyacente, que es, en definitiva, lo único importante.

No hay ninguna superioridad liberal sin los correspondientes modales y sin la necesaria paciencia, y tampoco sin la convicción de que el tiempo trabaja a favor de la razón, de la justicia y de la simple comodidad.

Descontadas las inquietudes policiales ante las personas que no se dejan ver, ¿a qué viene tanta prisa? ¿Por qué no dejar que el tiempo y la seducción de nuestro modo de vida hagan su trabajo? Ya he oído equiparar el velo en su modalidad más sencilla y el burka, y las dos prendas con la mismísima ablación del clítoris, lo que indica una pérdida del sentido de las proporciones.

La ablación del clítoris es, por fortuna, una práctica poco difundida, con la particularidad de que exige, por sus irreparables consecuencias, una intervención inmediata por nuestra parte, por estar en juego la integridad de la mujer. Creo que sólo en este tipo de casos un liberal puede y debe oponerse frontalmente a una tradición ajena a la suya propia.

Rechazamos la ablación del clítoris, la abrasión de la vagina y, por supuesto, el canibalismo. Pero el velo y el burka no pertenecen, que yo sepa, a la misma categoría, ni tampoco, como prendas, son equiparables entre sí.

Como hay cierta variedad de modelos, ya veo venir que, de acuerdo con los criterios policiales de Silvio Berlusconi, dispuesto a imponer dos años de cárcel a las usuarias del burka, habrá patéticas discusiones en comisarías y juzgados sobre si tal modelo es "pasable" o no. Que las víctimas del acoso de las autoridades sean precisamente las mujeres me parece moralmente inadmisible. Ya las veo presionadas por nosotros y por los suyos...

1 comentario:

  1. Muy interesante, Manolo. Es asunto difícil de manejar porque nos viene en alambique. También estoy escribiendo algo sobre ello. Ya te lo pasaré.

    ResponderEliminar